20 de Mayo de 2008
UN MINUTO, UNA VIDA
La vida la llenamos de “momentos”, momentos que nos dan la vida también nos retan y hemos de plantarles cara, son momentos duros, muy duros, entonces la actitud es lo que importa, no sabes cómo hacerles frente, has de tragarte el miedo y echarle valor, en esos momentos es cuando te das cuenta de que tener al lado a los que quieres te hace ser más fuerte, son momentos en los que necesitas saber y sentir que te quieren, momentos en los que llorar es necesario y reír con los tuyos es imprescindible, son momentos en los que luchar no es una cosa sólo tuya, necesitas saber que en esa lucha no estas sola, aunque quieras aparentar normalidad nada es normal y nada es como antes, miras todo como si fuese la primera vez que lo ves, y sientes el dolor que tu momento está causando en los que quieres, pero sin poder evitarlo te vuelves egoísta y crees que sólo tú tienes derecho al pataleo y la rabia, hay momentos que eres cruel con quien menos lo merece.
El día 8 de mayo viví uno de esos momentos, en el que se te rompen los esquemas, el golpe es muy difícil de digerir, cuesta mucho aceptar lo que se te viene encima.
Esos primeros momentos del día 8 se grabaron en el zaguán de mi memoria con una palabra: "mazazo".
La mente se desborda, las preguntas se aceleran, se amontonan y todo cambia en el soplo de un segundo. El mañana se hace eterno y deja de existir el pasado mañana, el ahora no lo entiendes y el ayer queda muy lejano.
Hay que empezar a ubicar cada cosa en su sitio y no tienes el armario organizado. No hay perchas para tanta camisa, ni cajón que pueda guardar tanto pasado.....
26 de Septiembre 2008
DE REPENTE, UN EXTRAÑO
Desde que naces vas aprendiendo, crecemos llenos de curiosidad, sin conocer el miedo, llegamos a la adolescencia y con ella la rebeldía, la incomprensión y hasta la desconfianza, pero la adolescencia nos trae también la alegría de compartir y el empezar a sentir el amor en toda su extensión, empezamos, sin darnos cuenta, a hacer de nuestro corazón una casa, distribuimos los salones y empezamos acomodar lo que más queremos.
Llegamos a la juventud y con ella llega el aprender a vivir, te caes y te vuelves a levantar, vas cambiando los muebles de sitio y cambias a menudo el orden de preferencias, te vas moldeando y todas las experiencias son personales e intransferibles como el DNI. La memoria empieza ya a tener trabajo, se encarga de ir almacenando todas nuestras vivencias, porque sabe que llegará un momento que necesitaremos recordar. La juventud nos trae el amor hacia una persona en concreto, y si éste sigue adelante y se fortalece llegas incluso a formar una familia y nacen los hijos... esos seres que vienen sin libro de instrucciones, pero que son los que te enseñan realmente el sentido de la vida, les acomodas en la mejor estancia de tu corazón y nada hay más preferente que ellos.
Y llegamos sin darnos cuenta a la madurez, y hay un momento en que crees tenerlo todo bajo control, tu situación es estable, tienes tu casa, tu pareja, tus hijos que ya han crecido y van despegando sus alas y piensas que es normal, que ya era hora de estar asentada y disfrutar un poco de la vida y cuando mejor estás… zasssssssssssss. De repente un extraño, sin llamar a tu puerta, se instala en tu salón y se adueña de todas las estancias y nada puedes hacer para evitarlo (a eso le llamo yo fuerzas mayores).
Mi extraño se llama Cáncer, (menos mal que yo soy géminis), y se adueñó de mí a partir del 8 de mayo. Si digo que lo he pasado bien miento, pero también miento si digo lo contrario. El intruso tiene sus partes buenas y hablo siempre entre comillas.
Al principio es angustioso, no sabes cómo afrontarlo y te sientes muy perdida, no eres tú quien domina la situación y eso espanta, tu cáncer va un pasito por delante de ti, es un reto entre los dos, solos ambos ante una meta: conseguir ponerte por delante.
Cuando divisas en tus gentes la mueca del miedo, cuando la espera sólo huele a soledad, cuando el pensamiento naufraga en un lamento, cuando el dolor es más alto que el deseo, entonces es… cuando nos conocemos.
Llegar a este punto a mí me ha costado, pero creo que lo he conseguido y haciendo balance… es cierto que he perdido en poco tiempo mucho, pero también he ganado y creo que en la balanza he ganado más de lo que he perdido.
Me he dado cuenta de que tengo mucho. Menos dinero tengo de todo, tengo una familia que hay que quitarse el sombrero ante ella, puedo presumir y presumo de no estar sola, de sentirme muy querida y de haber recuperado tantas cosas que las tenía dormidas… Una de ellas es la ternura, la ves reflejada en las caras de los que te quieren, no te miran con lástima, sino, como dicen los catalanes, “amb tendresa” (siempre me ha gustado cómo suena).
He recuperado el sentido de la amistad, los amigos con los que casi no existía relación son los que más apoyo me están dando, de muchos esperabas más, pero no soy nadie para juzgar y no quiero hacerlo, cada uno se está poniendo en su lugar, los muebles vuelven a cambiar de sitio, si digo que no duele vuelvo a mentir porque las lágrimas que el intruso no ha conseguido sacarme lo están consiguiendo muchas personas y me da rabia, me jode tener que verlo ahora, pero la vida es así de cruel y cuando menos falta hace, te saca las garras para que la herida sea más profunda; pero como dice mi médico favorito (Bosch), soy muy fuerte y cicatrizo muy rápido y muy bien mis heridas.
El parvo silencio del pensamiento hoy quiere manifestarse como superviviente invisible y eterno, es un repetidor osado, traidor de oficio.
Tampoco esperaba que mi vida transcurriese entre algodones teñidos de añil.
6 de Noviembre 2008
NO HAY QUINTO MALO
Empezaré diciendo que sin ser torera, sin comerlo ni beberlo, me he encontrado en medio de la plaza sola con mi capote de oro y grana, sin saber cómo torear, menos mal que tengo amigos, y mi amigo Carlos nos enseñó, al hijo de la señora Teresa (léase Pedro Espinosa... el glamour y el saber estar de toda recarga... mi prenda) y a mí cómo teníamos que hacer frente a una situación como ésta, según él: “al toro no se le recibe a puertagallola porque sale muy bravo… Se le somete al tercio de varas para que humille y empezamos la faena. Cuando hemos dado unos capotazos y lo tenemos manso, lo devolvemos a toriles por falta de trapío...”
Y dicho esto voy a lo mío... Empecé la lidia mal y lo recibí a puertagallola y ¡joder que si era bravo!, pero como siempre digo, la suerte conmigo ha sido amable y me encontré con quien lo sometió al tercio de varas ( léase mi médico favorito Enric Bosch) y lo humilló. Ya sólo me restaba darle unos capotazos y con el saber estar que me caracteriza y el glamour y el nivel que humildemente poseo, estrené mi capa de oro y grana y empecé a dar capotazos, unos los daba yo y otros los que han estado a mi lado cuando las fuerzas no me permitían capear, y mi extraño fue perdiendo puestos, y sin darme cuenta me veo toreando a mi quinto, que como ya he dicho no hay quinto malo, para éste he estrenado capote y su color sólo tiene el rojo pasión que tenía mi pelo y sólo con el color he recuperado la fuerza, he salido del quinto dándole la vuelta al ruedo con dos orejas y un rabo, con la mejor de las sonrisas y por la puerta grande, a hombros de todos los que están conmigo y todos los que me han llamado, porque he de deciros que no hay palabras para expresar tanto agradecimiento tanto a mi familia como amigos, como mi segunda familia (no por ello menos importante). Me refiero a mi gente de la parada... mi Corasonsito, mi Germán de noche, mi Guillermo y mi Pe Erre favorito, ese ser parco en palabras y para mí excesivamente prudente. Sólo con vuestro cariño y vuestro apoyo una se siente muy querida y si las fuerzas flaquean, por mi familia que se merece un olé, por vosotros y por toda la gente de la recarga que se ha preocupado por mí, vale la pena recuperar la fuerza y seguir luchando.
27 de Enero de 2009
NUEVE LARGOS MESES
Han pasado nueve meses y se puede hacer balance, se puede decir que la primera batalla está superada. Podría hablar de la dureza del tratamiento y recrearme en la angustia y el dolor, pero no voy hacerlo, sólo decir que es cierto que hay que echarle un par... Me gustaría hablar de sentimientos, de cambios, de lo mucho que se puede aprender y de todo lo que ganas cuando luchas y no mueres en el intento.
Que la vida es dura, lo sabía. Pero ¿tanto? Pues no me lo esperaba.
Os contaré que en este tiempo ha entrado y salido en mis estancias el miedo como un huracán, intentando abrir las puertas del infierno. Sé que me equivocaba, al dedicar mis fuerzas acurrucada en los brazos de pensamientos lúgubres. Pero ¡Sé! que dejará de ser mi cuerpo el vértice del cáncer. Estoy aderezando y vistiendo de lujo, amablemente, las emociones que intentaba ahogar en el aljibe del olvido.
Es curioso ver cómo cambia tu vida en cuestión de segundos. Cuando el cáncer apareció en mi vida me di cuenta de lo poco que valoraba esas pequeñas cosas que son las que hacen grande nuestra vida, creía que sabía mucho de mí (que equivocada estaba). En estos meses he sentido de todo. Lo primero que sentí fue desconcierto acompañado de rabia, y ese miedo, miedo a no saber enfrentarme a lo que se me venía encima, rabia por no entender por qué me tocaba a mí, la pregunta siempre era la misma... ¿Por qué a mí, qué hice para merecer esto?, sin saber que el cáncer no se tiene por merecimiento ni por mal comportamiento. Y desconcierto porque era incapaz de controlar la situación, no terminaba de entender, y el no saber siempre me ha provocado angustia.
Llegó el momento en el que ya no tuve tiempo de pensar, pasé de una operación a otra y sólo cabía ponerse las pilas y luchar y ahí los sentimientos empezaron a cambiar, se fue apartando el miedo para dejar paso al empeño de salir victoriosa de esta guerra. Una guerra en la que me he dado cuenta de que no sabemos ni somos capaces de valorar nuestra fuerza interior, una guerra que me ha devuelto la ternura, el cariño y ese sentimiento tan agradable que es el sentirse querida, una guerra con la que estoy aprendiendo a contar hasta diez, porque he aprendido que la mayoría de las discusiones o enfrentamientos que tenemos en el día a día se pueden evitar, y no deberíamos darle tanta importancia como le damos.
La familia, la amistad, recuperan su verdadero valor y el egoísmo, sin darte cuenta, se va alejando de ti. El cariño de la familia y de los amigos se hace imprescindible, y te das cuenta de lo mucho que necesitas esas miradas de complicidad, esas muestras de apoyo y las risas cargadas de ternura de tus hijos. Es tan duro el tratamiento que tirar la toalla puede llegar a ser muy fácil, pero cuando llega ese momento todos los sentimientos se unen y te demuestran que tú no has nacido para hacer lo más fácil, que la dificultad te crece, y que el cariño de los que te rodean te levanta del suelo y te lleva en volandas para que no te claves ni un solo cristal cuando el espejo se rompe.
En estos meses ha habido días y noches muy largas, noches en las que la soledad es tu única compañera y la mente te juega malas pasadas, pero como siempre digo, la suerte siempre ha sido amable conmigo, y he tenido a quien poder contarle mi soledad. La soledad es buena, siempre y cuando tengas alguien a quien contársela, y es en soledad donde realmente aprendes a valorar “el todo”, hay momentos en los que es necesaria para poder llegar a lo más hondo de nuestro ser, y dejar que afloren libremente los sentimientos.
No deja de ser curioso que sea en ocasiones así cuando realmente aprendes, las situaciones límites son las que nos muestran realmente cómo somos, vemos pasar nuestros defectos y nuestras virtudes como si de una película se tratase, de nosotros depende que sepamos o no interpretarlos y saber corregir en lo posible nuestros defectillos, por las virtudes no debemos preocuparnos, es tarea de los demás el realzarlas…
9 de Mayo de 2009
DÉJAME QUE TE CUENTE
Después de 365 días, déjame que te cuente...Te puedo contar que me encuentro muy bien, te puedo decir que estoy feliz de haber superado esta batalla, te podría decir tantas cosas...Solo te diré que siento rabia y que mis ojos se llenan de lágrimas cuando pienso en todo el sufrimiento y el dolor que durante este año me ha acompañado.Mientras hubo música, al son de ella he bailado, no tenía más empeño que el de no perder el compás cada vez que el ritmo cambiaba, no sentía el dolor de mis huesos, no me podía permitir el lujo de escucharme, tenía que ser fuerte y bailar aunque de vez en cuando me perdiese entre las notas. Pero la música ha dejado de sonar, ya no hay que ser fuerte ni hay que ver con tanta frecuencia al profesor de baile, al principio la alegría de volver a casa hace que el cansancio lo encuentres normal, pero con el paso de los días todo cambia. La rabia ha aparecido y no puedo ni quiero evitarla, siento que ha llegado el momento de hacer uso del derecho que tengo a la rabia, el llanto y el pataleo... Déjame que te cuente que estoy cansada y que tengo ganas de llorar, déjame que te diga que me da rabia ver que antes hacía las cosas en un "pim, pam, pum" y que ahora hago el pim, me pienso el pam y dejo para otro día el pum, déjame contarte que siento miedo por que ya no veo tan a menudo a mi profesor de baile y hay momentos en que creo que yo sola no sé bailar. Déjame que te enseñe mi tristeza, mi llanto y mi dolor... Déjame desnudarme y mostrarme tal cual, sin la coraza que habitualmente y por miedo me pongo antes de abrir la puerta. Siento que es necesario pasar por esta fase, sé que llegará el momento en que despertaré y volveré a ser la misma de antes, aunque contaré con una experiencia que no sólo ha marcado mi vida, si no que me ha obligado a mirar para dentro y aceptar que cuando el espejo se rompe por muy bien que quiera pegar las piezas, la imagen ya nunca será la misma. Déjame que te diga que necesito sacar la rabia, y gritar que ha sido mucho el sufrimiento y de una dureza extrema el tratamiento, que me sorprende cómo he aguantado. Déjame que te cuente cómo mi cuerpo ha cambiado hasta el punto de ver una foto y no reconocerme, todo mi deterioro físico lo he llevado con una normalidad increíble, pero ahora que ya tengo mi cabeza con pelo, ahora que ya no tengo cara de tortuga y que mi cuerpo se va normalizando, es ahora cuando veo claramente lo que he llegado a sufrir. Es ahora cuando me doy cuenta de que... "El dolor es la esencia de la vida ".
Y el silencio no siempre araña el olvido.
19 de Junio de 2009
A todos los lectores de mi blog:
Hoy he desprecintado otro día, el verano amenaza con ser uno de los más calurosos de los últimos años. Las neblinas de este reciente pasado ya no me ahogan, las vivencias del último año han enmarcado mi rostro, retales de esta historia sucumben ahora en mis sueños, y quiero vivirlo con vosotros… Hoy sé que asomarse al abismo no es atarse a la soledad, menos aún con refuerzos como los que yo tengo. Todavía no he escrito el último etc. La noche vuelve a traer el color magenta, el caoba intenso de mis cabellos.
Vuestra amiga.
Lola
---o0o---
Espero que haya más ocasiones en las que podamos encontrarnos.
Mis felicitaciones a todos y mis mejores deseos para que esta tarde todo salga maravilloso.
Si te agradecería, si es posible, me enviaseis el premio que haya conseguido, o el diploma como finalista, pues es un recuerdo, para mi muy importante; esos pequeños detalles son los que animan a continuar escribiendo.
Gracias por tu atención y tu dedicación a todos esos hilos sueltos que dan tanto trabajo y siempre quedan en la sombra...
Besitos
Elena Peralta - Jueves, 22 de abril, 2010"
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