¿QUÉ BENEFICIOS SE OBTIENEN AL MATRICULARSE EN UN TALLER LITERARIO?

Preguntas como esta, o tales como:
- ¿Es bueno matricularse en un taller literario?
- ¿Qué me aporta el matricularme en un taller literario?
- ¿Seguro que se puede aprender a escribir en un taller literario?

Preguntas similares y muchas más las he estado escuchando los últimos seis años, los que tiene de vida el taller.
A quienes me las hacían, bien por correo electrónico, bien por teléfono, traté de sacarles de dudas lo mejor que supe o pude.
He de decir que, como tallerista que fui durante más de ocho años en uno de los más antiguos aparecidos en la ciudad de Madrid, más dos cursos en una escuela de prestigio diré que:
1.- Los genios literarios, salvo muy raras excepciones no nacen, se hacen a base de esfuerzo y trabajo constante (al igual que cualquier trabajador en la disciplina que sea: para ser realmente bueno es preciso constancia y trabajo).
2.- En todas las universidades anglosajonas, los talleres literarios son una asignatura más en las facultades de letras.
3.- Cualquiera que sepa redactar medianamente bien, y que tenga inquietudes literarias, puede ser un magnífico alumno.
4.- A un taller literario hay que llegar con humildad y con el pensamiento de que se va a aprender, no creyéndose de entrada un Cervantes o mejor que el insigne alcalaíno porque será un pésimo alumno que no se dejará corregir, se aburrirá y entorpecerá las clases.
5.- Quizá este punto debí ponerlo en el 1º o 2º lugar. Escribir es: CORREGIR, CORREGIR, CORREGIR y CORREGIR, de tal modo que el texto quede pulido, tanto como una pista de patinaje por la que, el lector, deslice la vista y no se encuentre obstáculo alguno que le haga desechar la obra que tiene entre manos bien por aburrimiento, falta de comprensión, exceso de rimas...
6.- Y por último, para no aburrir como pongo más arriba, quien desee escribir, llegar a tener un estilo propio, debe leer mucho y bien, es decir: beber de los autores clásicos y contemporáneos pero no sólo ir a conocer el argumento, sino ver las figuras retóricas empleadas, el tono, el estilo, las formas de lenguaje... Es necesario hacer un estudio en profundidad e, incluso, intentar parecérsele (con los ejercicios de intertextualidad) y, cuando menos se lo espere, habrá llegado, si no a la cumbre, sí a empezar la escalada de esa montaña que, aunque parezca que no, se conseguirá con tesón.

Un saludo, Juana Castillo


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jueves, 5 de julio de 2012

Jugando con la retórica: jitanjáfora de Isabel FRAILE


Tasiafan en el Quepar

Imagen gratuta Internet - Parque en otoño
Isabel Fraile Hernando

Los últimos bandorros salen del parque y el lanvigilte cierra las puertas como todas las noches. Una veasu sabri  ceme las hojas de los  árboles, ahora,  todo es olensici. El breón, dirige una última radami antes de narbanado el lugar para comprobar que todo está en trapán. No jamalenga  lo que reocu a diario cuando  se chamar.  Las fircandas que adornan cada una de  las entesfas  cobran parrote  en  esas horas de tucada. En la zona de egosju tilinfan, tres pitudros  pétreos jaban del aldespe donde se entrelepan, desde allí,  ven todas las tardes como los llosquichi juegan, gritan, se tendiervi. Ellos, desde su ayalata, absorben la energía que emana de   los pichurros.
Otros  tesbitahan inanimados también traperonan su lugar  y pasean  emulando a los humanos. La rosañe de la noche  marca un micano con su luz, hasta  la baranda desde donde se tavise  el Rameneote.
Los tritones, siguen el ancoble sendero  para tinser más cerca el mar, por las asñamas  su garlu en la fuente, les miperte divisar  el gran luza. El agua que a oriadi recorre  sus  cuerpos es dulce, yeflu por un circuito dorrace una y otra vez... ellos, ranaño el tovoenmini  real, la verdadera  oncigerene.
En el  cenador, las fasnin  cansandasi. Un el par de runesquebi  revolotean juguetones -uno con sus chasfestes, el otro con la rarilal- cerca de ellas.
Así, va chaspurrandero la noche en el candoenta quepar. Cerca ya del amanecer las tutaases recuperan su lugar, hasta la ximapro noche, así, en un cloci sin fatón.

viernes, 29 de junio de 2012

Jugando con la retórica: jitanjáfora por Pepi NÚÑEZ

Los cachuflos
Denzel Wasington - Imagen obtenida en Internet

Pepi Núñez Pérez

Con atrena  treinti años puló que acularsi los cuatro cachuflos suliventis, lo cual le pochó un enorme tramo, no lo ocultó, cuasi caloro lo pregonó a lis cuasso vientos. In realidad nufli se acupló, ya que nugen se los cachiflaron, les pusieron osi postizos.
Ahora a lis cuchindo, cuando ya ha pastufado su “gran” trama, ha llegado a su amilifio un nuevo curolo, es cincuentón, leve buen cole, y sobre toda una mariga cachufla, donde muestra unos cachuflos solo comparables a los que patren los belones de cine. Ella nota que la file de una forma especial, y que aminable entablar culipatron por cualquier nimiedad.
Sin leba cuenta, se ha tulvo más carufa, se ha comprado paro teno, va a la peluquería con machi frecuencia, y en el dojo de su corazón, almera el día en que su curolo la invite a chuflar.
Una tarde pogel de almorzar y taruba se lavaba sus cachuflos, los postizos se materon al suelo, calanbane en dos, nuestra truya notó como sus comitas flaqueaban, malamente los pudo richadir , y comprobar que alollo  no tenía remedio, biade llevárselos dorrienco a un amigo protésico dental. Así que se arrupondió  a cambiarse de parlo,  guardar los cachuflos en el bolso y salir arriandante con un pañuelo en la nomi, con el cual se tapaba la cobi. Lo que no esperaba altra era que  al abrir la chuma de la calle, se acuchiase de frente con su apuesto curolo. Él todo anale le preguntó que le otogia, y ella, anonadada inti  tanta belleza, oltardó lo que le ocurría, si chufló el pañuelo que miriada  su boca, y muy toletiente le contestó – Nada, tey a dar un taseo. Al ver la cara de atumbo de su enamorado, fue acualo cuando recordó que estaba toletiando sin sus cachuflos. Sintió de novo la flojera en sus rodillas, y calo como cirro se oscurecía a su alrededor, solo desfaleda una potente luz, los cachuflos de su carulo.
 
Pepi Núñez  - 25/05/12


jueves, 28 de junio de 2012

Jugando con la retórica: Jitanjáfora por Francisca GRACIÁN

Accipandos

Francisca Gracián Galbeño 

            Verlamelente, aquella nínpila ornilecía tener un paralumpio para los accipandos y niprulios: a los seis ditumbos, una tojolanda de cráneo puso a sus padrelempos en la distunía  de leer la Catería de Trecafunción de su fíjila, mientras la nínpila les orcomiraba con aquella distrunia seriaja y pletomosa, casi górtica, que apremetaba después en todicalas fotolimafías que le abulitaban.
            A los nueve ditumbos, después de un coloripalión que le jalotró de regalo una ojubrevitis crónica, estuvo en un jeleño bajapeadero de tren con su guardanínpila, onvitelada unos minupirlipandos en plena noctaderloche.
            A los trece ditumbos, otra guardanínpila extremopalana la contumía  de la manojera, dejándola espejerearse, pero sin fijulimangarse con sus propios espejereamientos, a congorcia de lo cual, el belín derecho de la ninpiliña se estragunció  por el esbolonque de la bolaña; en este caso, la restrecura fue dimanantosa: sus padrelempos la carrelaron a la Casarula de Sopecorro (1.943, Morón de la Frontera, Sevilla), y el mostecrédico les repunginó a un avelupero que tenía su reselipuesto en el Mercado, y que era conocido por su mítila para estijablillar patitas de avelirumbios pequeños. Él fue quien, después del gambiloroso tirón, maquedó el belín de la nínpila, con la vililla que trajenaron los padrelempos y que les habían dado en la Casarula de Sopecorro para este trasmojo, y se lo aliró endicado al pecho, y así catiró que pudiera balacer uso de él más adelante.
            Y cuando fue gartalosayor, cada vez que trelichaba la ropa, y le rompiquejía, se funiraba de aquella guardanínpila, pero cuando castiruía con los arbojos  musicales, borrombaba sevillanas, pinturaba o tocaba su curvitarra, siempre sapiduteraba un tolo de cutilá y gratitud para aquel gentil avelupero.
Francisca Gracián Galbeño
                                                                                           11 de Enero de 2.012

martes, 28 de febrero de 2012

Relatos de las alumnas: ejercicios de personificación

La mecedora

María José Núñez Pérez

La mecedora dio un largo bostezo que hizo crujir la joven madera de la que está hecha, y ese ruido sobresaltó al viejo paragüero que dormitaba en un rincón. En aquella vieja tienda se aburre mucho, la vida era más divertida en el taller donde la fabricaron, allí todos los muebles eran jóvenes, llenos de ilusiones por adornar nuevas casas. Del viejo roble, el carpintero sacó cuatro hermosas mecedoras. Todas iban a ir a un mismo comercio. Por las noches hacen planes, sueñan con ir a parar a un mismo hogar, pero los otros muebles les dijeron que no pensaran en eso, los únicos que viajaban juntos eran los comedores, compuestos de aparador, vitrina, mesa y seis sillas, el resto se vende por piezas sueltas, si acaso, alguien compra dos, pero cuatro mecedoras, jamás.
Por fin llega el día de salir del taller, las envuelven muy bien y van a parar a la bodega de un barco, allí las amontonan una encima de otra. Un escalofrío recorre toda su madera al recordarlo.
- ¡Qué horror! ¡Qué mal lo pasamos mis hermanas y yo! Un sofoco  tremendo, sin pizca de aire, envueltas en mantas, apenas podíamos hablar, con el ruido ensordecedor de los motores del barco. Cuando llegamos a tierra no tuve tiempo de decirles adiós a mis hermanas. Enseguida me introdujeron en una furgoneta pequeña y aparezco en esta vieja tienda. Por lo que pude saber al llegar, estaba encargada, pero han pasado los meses y no veo que vengan a buscarme. Aquí, todos los muebles son viejos y aburridos, hay una vitrina muy elegante, es la más habladora pero, según ella, en esta tienda no pinta nada, ya que ni siquiera tienen muebles de su clase con los que poder conversar. Es una tonta. Me dijo: Pareces una mecedora antigua, pero a la legua se nota que estás recién hecha, y seguro que con maderas malas”, recalcó. Yo, atacada, le contesté:
- Exacto, estoy hecha de pinsapo ruso, que es tan malo como un dolor, pero seguro que salgo de esta tienda antes que usted. Ella se giró horrorizada. Desde ese día no ha vuelto a decir una palabra, lo cual yo agradezco mucho. Lo de pinsapo ruso lo dije porque se lo escuché explicar a don Bernardino, el carpintero, él decía que esa madera era muy mala, pero yo soy de roble, muy buena, según le oí comentar.
La campana del viejo reloj de pared dando las doce la hizo suspirar y estar atenta al escaparate, hace días que ve pasar a una chica joven, embarazada y con una nena pequeña de la mano. Siempre se para y la mira a ella, ve en sus ojos ilusión por llevársela, y ella está deseando salir de allí cuanto antes. Además, le gusta la chica y la nena.
Han pasado varias semanas sin que pase la joven mamá con su hijita. La mecedora se encuentra muy triste, empieza a sentirse apática, como los achacosos muebles que le acompañan.
De pronto escucha voces que se acercan, y ve con asombro a la chica embarazada. Sí, es ella, aunque ya no lo está, pero lleva un cochecito, y la otra nena de la mano, viene derecha a donde se encuentra la mecedora. Se para, la mira, pasa dulcemente su mano por el respaldo y sonríe, el dueño de la tienda la invita a descansar para que compruebe lo cómoda que es, y lo hace con gran satisfacción. Al momento se empieza a balancear, la mecedora se siente muy feliz. La joven la compra y quedan en llevársela al día siguiente a su casa.
Aquella noche no pudo dormir, se la pasó mirando muy fijo al reloj, el minutero no camina, los minutos son como horas, y las horas más grandes que los días, cuando por fin la claridad de una nueva mañana ocultó las sombras de la noche, la mecedora se estiró tanto que se empieza a mover, aprovecha para comprobar que su balancín está perfecto.
Desde que abrieron la tienda, vinieron a limpiarla y envolverla en mantas para el traslado, mientras lo hacen no pudo resistir mirar a la vitrina, y hacerle un gesto que quería afirmar: ¿Lo ves? Ya te lo dije.
La subieron por unas escaleras y, por fin, le quitaron las mantas y papeles. Lo primero que hizo fue ver dónde está. Enseguida le gustó lo que vieron sus ojos. Era un dormitorio amplio, allí se veía una cuna preciosa, donde un bebé llora de forma perretosa, a ella la colocaron al lado de la ventana, junto a una pequeña mesa camilla. Cuando se fueron los hombres, la chica se sentó feliz, no pudo balancearse mucho porque el bebé llora cada vez más fuerte. La joven madre se levanta, coge a la pequeña de su cunita y se sienta de nuevo, volviendo a balancearse y, ¡oh, milagro!, la pequeña se calló al momento.
Esa fue la primera vez, pero vinieron muchas más. La nena es muy llorona, y la única forma de callarla es que su mamá se siente allí y las dos se balanceen una y mil veces, hasta acabar las dos dormidas, entonces la mecedora procura no parar, ya que de hacerlo, la nena llora y la madre apenas descansa. Fueron unos años muy felices, la mecedora comprueba que es útil porque vino otro nuevo bebé, esta vez fue un niño, y su dueña sigue sentándose feliz.
Pasados unos años escuchó que se iban a mudar de casa, la noticia le importó muy poco, hasta que una tarde su dueña le habló como si supiera que ella la iba a entender, le dijo que la iba a extrañar mucho, pero que se mudaban a un piso pequeño, que lo intentó, pero no tiene un hueco dónde ponerla, así que la envía a una casa que alquilaron en el campo.
Apenas tuvo tiempo para digerir la noticia, se la llevaron junto a otros muebles a una casa vieja en medio de un valle. Al entrar no le gustó el olor a humedad, la casa de donde viene siempre huele muy agradable. Los primeros meses sus dueños suben todos los fines de semana, y la madre y sus hijos se sientan en ella, se nota que la echan de menos. Pero a su dueña no le sienta el frío del lugar, poco a poco dejaron de ir, y la mecedora se queda cada vez más sola, ya nadie se sienta al contrario, fueron abandonando sobre ella cosas que no necesitan. Debido al peso se fue rasgando la rejilla de mimbre que cubría su asiento, hasta que el mismo quedó totalmente desfondado.
De nuevo escuchó que piensan abandonar la casa. Se vio ardiendo en una hoguera para San Juan, tal era su mal estado.
Pero, cuando había perdido toda esperanza, una mañana escuchó una voz que le era familiar, se trata de su dueña; la pobre, al verla, casi se muere de la impresión.
Todos le dicen que es mejor tirarla, pero ella repite no y no, que se la llevará a su casa y la acicalará. Y así fue. La lijaron, la barnizaron y la llevaron a un tapicero a que le pusiera una rejilla nueva, y nueva quedó. Su dueña la acaricia y la mecedora no se cree su transformación, pasó de ser algo inservible, a convertirse en la joya de la sala. La casa es la misma. Unieron la terraza con la salita para poner un hermoso piano de cola y, como aparte de las sillas del comedor, solo caben dos sillones de oreja, ella quedó perfecta junto al piano. A veces, cuando su dueña se balancea mientras escucha a su hijo tocar, la mecedora, feliz como nunca, piensa en lo que daría porque la viera por un agujerito la engreída de la vitrina.

martes, 21 de febrero de 2012

Relatos de las alumnas: ejercicio de personificación.

El reclinatorio
Francisca Gracián Galbeño

            Salí de un taller de cierto renombre y, aunque mis hermanos eran muchos y nos encontrábamos en varias filas, nos manteníamos  de pie, firmes y engalanados; con nuestras vestiduras moradas, color rojo burdeos y hasta negras; de seda fina o de lino; todos quietos, en silencio, como correspondía a nuestra función y a nuestra dignidad: éramos reclinatorios, de varios tamaños, de varios grosores de madera, que era el material de que estaba hecha nuestra alma.
            Algunos de nosotros, según los comentarios que llegaron de la vecindad, estaban destinados a catedrales, iglesias importantes, monasterios; otros iban a ir a pequeños oratorios, para uso de modestos párrocos o, más bien, de algún clérigo o personaje de renombre que visitara el lugar, de paso para algún destino principal; y los más ligeros y sencillos, serían separados para ir a mansiones particulares, a capillas domésticas de familias de la baja nobleza, o burgueses piadosos, o simplemente de los que ostentaban signos de religiosidad porque aquello era apropiado  para sus fines.
             Vi, pues, la luz, en un siglo convulso al que oí llamar siglo dieciséis. De hecho, poco después de que en 1.517, un monje agustino de nombre Martín Lutero dio a conocer, lejos de mi lugar de nacimiento, unos papeles con 95 tesis, exponiendo sus ideas y desafiando al Papa de Roma, y que inició un movimiento llamado Reforma, se gestó una respuesta contraria que se denominó Contrarreforma, y  todo el mundo se vio empujado a tomar partido.
            Y en mi país, que era contrario a las ideas del fraile, se empezó a multiplicar la fabricación de objetos que tenían que ver con las ideas religiosas predominantes, y salieron al mercado ingentes cantidades de hábitos, rosarios, cilicios, cruces, estandartes, reliquias y reclinatorios.
            Según las autentificaciones de las autoridades competentes, los trozos de la cruz de Cristo eran tantos, que se hubieran podido componer varios cientos  de ellas.
            El caso es que la gente se apasionó en discusiones y en prácticas, todo o casi todo en el ámbito privado; porque la Iglesia Católica empezó enseguida a perseguir a individuos y a grupos por los cuales se sintió amenazada.
            Por tanto, la gente comenzó a hacer gala de sus creencias y ritos en conformidad con la iglesia imperante. Y muchos de nosotros fuimos colocados ante pequeños altares domésticos; y cuando había visitas, dejaban abiertas las puertas de los oratorios, para que los amigos viesen cuán piadosos eran los habitantes de la casa.
            Yo nunca pude contemplar una de estas iglesias de las cuales oí hablar a los aprendices del taller; porque cuando terminaron de construirnos y nos adornaron uno por uno, me llevaron, muy bien envuelto a una casona, casi un palacete, que se levantaba en el extremo de un bonito pueblo que vivía agazapado entre montes y barrancos.Tuvo primero el nombre de Arunda, cuando era celta; Runda, después de que pasaran por allí los griegos; y desde el siglo III, con los romanos, alcanzó el rango de ciudad, y su nombre definitivo de Ronda. Tenía, varios siglos después, una pequeña comunidad de aristócratas y era un punto apenas en lo que fuera una vez el país de Al Andalus, en la parte sur de Hispania, que ahora se llamaba España, y donde todo el mundo había sido condenado a pensar, creer y vivir lo mismo que sus vecinos.
            Claro que todas estas cosas interesantes las oí mucho después, y fue porque mi primer usuario leía sus páginas de “Historia de España” sentado en mi cojín.
              Vine a ser espectador de las devociones de un jovenzuelo que, en cuanto sus padres se daban la vuelta, se sentaba en el almohadillado y soñaba con otros mundos.  Como un amigo fiel y discreto, le había escuchado componer y recitar versos,  mientras sus padres, que le oían susurrar, pensaban que seguía con sus oraciones. Y es que el muchacho tenía gran devoción, pero no hacia las imágenes de su capilla, sino hacia la hija adolescente de sus vecinos. Y yo, a veces, lo notaba tan angustiado, que a menudo sentí salírseme el corazón del cuerpo.
             No sé cuáles serían las experiencias de mis compañeros, a los que no volví a ver. Pero la madera noble de mi alma se resquebrajaba, y lloró tanto con las penas del chico, que  temí quedar pronto inservible. Claro que ésta fue la primera vez en que vibré con los sentimientos de quienes se hincaban de rodillas sobre mi almohadillado, o a veces se sentaban en él.
             Por la tela con que suavizaba las rodillas que me visitaron, pasaron muchos años, muchos chicos y chicas, muchas oraciones y muchas soledades. Oí  confidencias, frases de rebelión, promesas y miedos.
            Oyente silencioso, enjugaba lágrimas con mi seda y, una generación tras otra, di una cálida bienvenida a todo aquel que se apoyó en mí.
            Varias veces cambiaron mi funda y mi relleno, en otras ocasiones me repararon una pata rota. Y aunque me dolió, nunca quise acusar ni devolver el golpe a uno de los adolescentes de la casa que, cuando el cura le echó una reprimenda cruel después de una caída moral de lo más humana, serró mi madera por un lado hasta provocarme un dolor de huesos que adivinaba perenne, y una pena en el alma por la severidad que heló para siempre el corazón del joven.
            Durante varios siglos esa fue, más o menos, mi vida. Después llegué a estar tan deslucido que temí acabar en una leñera.
            Pero, aunque con algunos sobresaltos (recuerdo haber oído hablar del siglo de la Ilustración, de los franceses intentando hacerse los dueños de nuestro pueblo, de los bandoleros de Sierra Morena, de la Primera Guerra Mundial, que dejó al pueblo sin hombres, y años después, la Guerra Civil Española, que lo dejó sin sonrisas), para mí casi todo se reducía a estar en la pequeña capilla o muy escondido, con las imágenes, en un trastero secreto.
            Y un verano cambió mi destino y pude ver otros horizontes antes de morir: fui regalado a una amiga de la familia, que se trasladaba a la ciudad; y viví en su dormitorio varios años. Sólo le servía como adorno, pues le gustaba rezar sentada en un gran sillón frailero.
            Yo la miraba, y tenía la intención de darle algún consejo, pero no creo que  me oyera, por no estar suficientemente cerca. Y  me frustré muchas veces, porque mi función era esa: consolar y aconsejar a las personas.
            Así que me alegré cuando, ya viejecito y crujiéndome los huesos, me llevó una mañana a la sacristía de la iglesia junto a la cual tenía su casa, y me entregó al cura con el que ya había hablado en días anteriores; y después de limpiarme y embellecer de nuevo mi cojín, me pusieron en una fila de la nave central, junto a otros reclinatorios como yo, algo usados, pero contentos por la aventura.
            Y aquí estoy ahora; recibo a varias personas a la semana, las oigo, las aconsejo, y procuro consolar sus vidas. Aquí permanezco, esperando el fin de mis días en este rinconcito de la Catedral de Málaga.
                                                              Francisca Gracián Galbeño
      19 de Enero de 2.012

miércoles, 15 de febrero de 2012

Relatos de las alumnas: ejercicio de personificación.

Memorias de un aparato de  radio

La radio familiar, imagen enviada por la autora
Isabel Fraile Hernando


Me crearon en las primeras décadas del siglo veinte para llenar los hogares de noticias, música, seriales y llevar algo de alegría a los domicilios en un tiempo matizado de gris. Fui comprado a plazos con algo de esfuerzo. Aún me parece ver la sonrisa de las niñas en la casa donde fui a parar, el alborozo con que me recibieron. Las recuerdo cada tarde pegadas a los altavoces, disfrutando de los cuentos y canciones infantiles. El padre, imponía silencio cuando, de forma puntual, con su soniquete característico, daba comienzo el “Diario hablado”. Tengo que apuntar el enojo del hombre con ciertas noticias y  temí más de una vez que lo pagara conmigo porque, en cierto modo, era el causante de su contrariedad.
Pasé mis primeros cinco años en un lugar preferente y cómodo de la pequeña casa, lejos de los humos de la cocina que hubieran dañado mi delicado interior. Fue un periodo en el que viví tranquilo. Era un aparato joven, de buena marca, aunque mi aspecto, chaparradete y marrón, no fuera el más bonito de los que se vendían. Estaba garantizado para no dar problemas.
Siempre residí con la misma familia. Primero en aquel domicilio lleno de humedades que no disponía de agua corriente, donde comenzaron mis primeros achaques. Después, en el piso de protección oficial con el que todos ganamos en salud.
Mi lugar en la nueva vivienda fue un cuarto luminoso y seco frente a unas cortinas de cretona, un vergel inanimado de flores y pájaros.

Pasaron los días, los meses, los años…
Desde allí observé los cambios físicos producidos en los habitantes de la casa. La madre, con el tiempo, iba ganando kilos y tristeza a consecuencia, como supimos más tarde, de una enfermedad endocrina. El padre, perdía los kilos sobrantes de su compañera pero, a diferencia de ella, siempre estaba de buen humor. Para las ahora adolescentes, ocupadas en pintarse y en alguna que otra cosa más, me volví casi invisible.
También en mi interior, y aunque en ese momento no me diese cuenta, se acumulaban cambios. Era más lento al empezar a emitir sonido y este iba acompañado de un carraspeo como la tos de un viejo cascarrabias.
Así, hasta que alguien vino a relevarme en importancia. Era un cajón cuadrado, color chocolate, mucho más grande que yo, que emitía sonido e imágenes. El regocijo con el que me recibieron en su momento se quedo chico ante el arribo de este nuevo miembro a la familia. Por lo que pude oír, a ese aparato lo llamaron “televisión” y, al parecer, según comentaron mis dueños, eran los primeros en tener uno en toda la escalera, por lo que algunas veces la casa se convirtió en un lugar de encuentro
En un primer momento sentí ser el príncipe depuesto. Tampoco es que tuviera mucho trato con él porque lo situaron en el comedor, que era donde se hacia la “vida” en ese tiempo, mientras yo, seguí relegado en el cuarto de estar, frente al vergel ahora desteñido por los rayos del sol que se colaban por la ventana. La única semejanza con mi rival es que fuimos comprados a plazos y con similar esfuerzo.
Más tarde me di cuenta de lo equivocado que estuve. A mi altivo rival, le sustituyeron otros aparatos más modernos y en color. Yo, por el contrario, sigo perteneciendo a la misma familia.
Para una de las hijas que oía mis cuentos no era un simple aparato de radio, sino un testigo de la etapa feliz de su infancia Gracias a la complejidad de los seres humanos me salvé de morir destripado con todas mis válvulas al aire.
Hoy, me limpian el polvo a diario y, aunque mi trabajo es solo decorativo, no tengo miedo a que ningún aparato nuevo me sustituya. Para las personas también los objetos inanimados formamos parte de  su historia.
Isabel Fraile
 


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EFEMÉRIDES QUE NO DEBEN DE SER OLVIDADAS

EFEMÉRIDES QUE NO DEBEN DE SER OLVIDADAS

14 de Febrero - DÍA DE SAN VALENTÍN

14 de Febrero - DÍA DE SAN VALENTÍN
Picad sobre la imagen para saber más de la historia del santo y de esta efeméride.

21 de marzo: Día Mundial de las Personas con Síndrome de Down

21 de marzo: Día Mundial de las Personas con Síndrome de Down
(Pica sobre la imagen).

21 de Marzo-Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial

21 de Marzo-Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial
(Pica sobre la imagen)

Agua para todos

Agua para todos
22 de Marzo, día Mundial del Agua

17 de Junio

17 de Junio
Día Mundial de lucha contra la Desertificación y la Sequía (Pica sobre la imagen)

22-IV-2011 - Día Mundial de la Tierra

22-IV-2011 - Día Mundial de la Tierra
(Pica sobre la imagen)

25 de Noviembre Día Internacional Contra la Violencia Hacia la Mujer

25 de Noviembre Día Internacional Contra la Violencia Hacia la Mujer
TODOS LOS DÍAS SON 25 DE NOVIEMBRE

Día de los derechos del Niño: 20-XI-09

Día de los derechos del Niño: 20-XI-09
Convención sobre los Derechos del Niño. (Pica sobre la foto).

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El libro es un lujo que sólo se huele

El libro es un lujo que sólo se huele
Parece un espacio mágico arrancado de El Cairo de Naguib Masouf o el Bagdad de Las mil y una noches, un remanso de paz en el que no se escuchan los cláxones de los automovilistas impetuosos que parecen dialogar entre ellos desde sus bocinas. La librería Behzad es un oasis, un lugar hermoso y desordenado repleto de libros, cuadros, mapas, postales, fotografías y polvo, sobre todo mucho polvo (el sello de Kabul), en el que cada objeto parece guardar un equilibro perfecto con el que tiene al lado. (Pica sobre la imagen).

Tras los pasos de la sutil memoria de Machado en Segovia - 26-IX-2010

Tras los pasos de la sutil memoria de Machado en Segovia - 26-IX-2010
Escultura homenaje a Machado delante del Teatro Juan Bravo de Segovia. El escritor vivió 13 años en la ciudad castellana, en la que conoció a Guiomar y vivió grandes momentos pero con la que mantuvo una relación en cierto modo distante. (Pica sobre la imagen).

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La civilización 'yope' muestra sus tesoros. En la foto Juego de Pelota en la zona arqueológica de Tehuelco - México. (Pica sobre la foto).

El almacén de las momias

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Los periodistas que estuvieron presentes describen emocionados una escena que bien podría haber salido de 'En busca del Arca Perdida' o cualquiera de sus secuelas. El interior de la tumba faraónica, 2.600 años en la oscuridad, sólo estaba iluminado por antorchas y por los focos de las cámaras de televisión invitadas al evento. (Pica sobre la imagen).

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20 países la han ratificado, entre ellos España, Cuba, Ecuador, México, Panamá y Paraguay. (Pica sobre la foto).

ARTE

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'La duquesa de Osuna' - Museo Romántico. Retrato familiar de la Duquesa de Osuna como dama de la Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa, Agustín Esteve (1796-1797).

Una «Capilla Sixtina» de 3.500 años

Una «Capilla Sixtina» de 3.500 años
«¡Alá u-Akbar!» (¡Dios es el más grande!) es lo que exclamó rais Ali Farouk cuando entró, junto a José Manuel Galán, a la cámara mortuoria de Djehuty. Ante sus ojos se revelaba una imagen que nunca nadie «hubiera imaginado en sueños encontrar: una Capilla Sixtina del 1500 a.C», confesaba ayer Galán, director de la campaña arqueológica hispano-egipcia que lleva por nombre Proyecto Djehuty y que desde hace ocho años se desarrolla en la necrópolis de Dra Abu el-Naga, en la orilla occidental de Luxor (antigua Tebas)... (Pica sobre la imagen).

La casa de la playa de Diego Rivera

La casa de la playa de Diego Rivera
Las autoridades mexicanas estudian la compra de una casa con vistas al mar en Acapulco, propiedad de los herederos de la fallecida coleccionista Dolores Olmedo, en cuyas paredes su amigo, el pintor Diego Rivera (1886-1957), dejó cinco murales con motivos prehispánicos. (Pica sobre la imagen).

Las entrañas de la Alcazaba de Almería

Las entrañas de la Alcazaba de Almería
La Alcazaba de Almería abre al público uno de sus rincones más secretos: las mazmorras. La actividad denominada El espacio del mes, con la que el monumento ofrece una lectura más detallada sobre algún elemento del recinto con visita guiada, se ha ampliado ante la expectación que ha levantado este lugar de cautiverio. Las mazmorras pueden verse los miércoles, jueves y viernes de septiembre a las 18.30. (Pica sobre la imagen).

Revolución en el museo de Orsay

Revolución en el museo de Orsay
"Quiero que el siglo XIX no se acabe nunca". La frase, en palabras de Guy Cogeval, director del Museo de Orsay, resume la misión que se ha marcado: poner patas arriba el mayor museo mundial de arte del XIX. Una auténtica revolución que ya ha comenzado y que supondrá el salto al siglo XXI de una institución que nació en 1986 como una de las mayores apuestas francesas en la historia del arte. Uno de los beneficiados será España: un centenar de joyas de Orsay aterrizarán el año próximo en la Fundación Mapfre de Madrid, como primera etapa de todo un periplo internacional. (Pica sobre la imagen).

Si es un 'miguel ángel', es un chollo

Si es un 'miguel ángel', es un chollo
'El tormento de San Antonio', la que se supone que es la primera obra de Miguel Ángel Buonarroti, elaborada cuando tenía unos 12 años, ha sido comprada por un museo de Texas (EE UU), señala The Guardian. (Pica sobre la foto)

CIENCIA Y TECNOLOGÍA

CIENCIA Y TECNOLOGÍA
Descubren el planeta extrasolar más pequeño, algo mayor que la Tierra. (Pica sobre imagen).

Así eran los primeros relojes

Así eran los primeros relojes
Es un pequeño objeto dorado que Cosimo I de Medici, Duque de Florencia, levanta con la mano derecha en un óleo pintado en 1560 por Maso da San Friano. Este mecenas de las ciencias del siglo XVI mira al espectador 450 años después con cierta arrogancia. No es para menos, sostiene una pieza de tecnología punta de su tiempo: un reloj. (Pica sobre la foto).

Detectan una especie de peces destructores en las costas del Caribe de Guatemala

Detectan una especie de peces destructores en las costas del Caribe de Guatemala
Guatemala, 13 sep (EFE).- Un grupo de biólogos marinos detectó la presencia de una especie de peces destructores en las costas del Caribe guatemalteco, cuya masiva reproducción podría poner en peligro al ser humano. (Pica sobre la imagen).

El gran cometa Donati como lo trazó William Dyce

El gran cometa Donati como lo trazó William Dyce
El artista escocés pintó el cuadro sólo meses después del descubrimiento de este cuerpo celeste por un astrónomo italiano. (Pica sobre la imagen)

La historia de Urania, musa de la astronomía

La historia de Urania, musa de la astronomía
La creación de esta divinidad menor hija de Zeus demuestra la importancia de esta ciencia desde la antigüedad -Año internacional de la Astronomía-. Los griegos de la antigüedad plasmaron los grandes misterios de la creación en una gran variedad de mitos. La Teogonía escrita por el poeta beocio Hesíodo en el siglo VII a. C. contiene los primeros relatos estructurados sobre el origen del universo, los dioses y el ser humano, partiendo de mitos y poemas procedentes de una tradición oral. Las musas eran divinidades menores hijas de Zeus y la titánide Mnemósine (la Memoria). Según Hesíodo eran nueve: "Ella dio a luz a nueve jóvenes de iguales pensamientos, aficionadas al canto y de corazón alegre, cerca de la más alta cumbre del nevado Olimpo". Se movían entre el Olimpo, al que eran llamadas a menudo por Zeus para alegrar sus fiestas, y el monte Helicón, donde formaban bellos coros y recorrían sus ríos y valles. (Pica sobre la imagen)

La NASA difunde unas fotos tomadas por las nuevas cámaras del telescopio Hubble

La NASA difunde unas fotos tomadas por las nuevas cámaras del telescopio Hubble
Washington, 9 sep (EFE).- La NASA difundió hoy espectaculares fotografías de galaxias, estrellas y nebulosas captadas por las nuevas cámaras del telescopio espacial Hubble. (Picad sobre la imagen para saber más)