Tras este preámbulo les informo que mi nombre es Juana Castillo Escobar, soy escritora, aunque sólo sea conocida por la familia y unos pocos amigos.
Esta tarde-noche tengo el grato placer, además de la gran responsabilidad, de presentarles a la protagonista de esta exposición: María Xesús Díaz con quien “caminaremos” juntos por su obra: “ANDAINAS”.
Antes de emprender el camino haré un poco de historia: “Coincidí” con Mª Xesús en el Diccionario Internacional de Arte y Literatura Contemporánea editado en 2006. Este diccionario es una especie de “guía telefónica” de artistas en la que aparece una foto en blanco y negro, una biografía de no más de 6 líneas, y el correo electrónico, páginas Webs, blogs, etc. etc. donde pueden y podemos encontrarnos. En septiembre de ese año recibí un e-mail de Mª Xesús, me invitaba a visitar el stand que la Sala Aires de Córdoba (editora del diccionario) puso en la FAIM (Feria de Arte Independiente de Madrid) y, de paso, a ver su obra expuesta. Estuve en FAIM y conocí, esta vez ya en persona, a Mª Xesús. Pude ver en vivo y en directo sus pinturas. Deleitarme, en fin, con ellas.
De Mª Xesús os diré que nació en A Coruña (la fecha no se revela, queda feo dar esos datos, más al tratarse de una dama). Se incorporó al mundo del dibujo y la pintura en la Escuela de Artes de A Coruña, aunque su verdadera formación comienza a mediados de los años 80 del pasado siglo y de forma autodidacta.
En cuanto a mis reflexiones y sentimientos al contemplar su labor… puedo decir que desde el mismo instante en el que estuve frente al trabajo de María Xesús, sentí que ella y su pintura son fuertes, potentes, rotundas, que saben transmitir las emociones, al menos las de esa época: principios del 2000 al 2006. A partir de entonces hasta ahora su pintura ha dado un giro, casi radical como, he podido comprobar pero, su poder de transmitir emociones, continúa intacto.
Entonces, por aquéllos años, había “Hojas”, casi en relieve, daban la sensación de que, un leve movimiento del aire, las haría desaparecer de la vista del espectador, en las que ocres, rojos, azules y naranjas se entremezclaban con tenues grises. O, “Árboles”, representaciones oníricas de bosques imaginados por la autora, deformes, siniestros, como apariciones envueltas en un halo de irrealidad y que nos llevaban de la mano al mundo de lo fantástico, para sumergirnos en las nieblas del hermoso paisaje gallego (Hojas y Árboles que también hoy podemos contemplar aquí). O, esa “Ría”, teñida de rojo fuego, de rojo sangre.
O, su obra “Figurativa”: torsos de mujer, personajes pensativos, soñadores en los que hay un alargamiento de las figuras como en el Greco o, mejor aún, recuerdan a las mujeres de Amedeo Modigliani…
Todo esto es hoy por hoy pasado. Quedan, bien es cierto, las obras. Esas obras inolvidables que impactan.
En la actualidad María Xesús ha dado un paso de gigante con respecto a toda su labor anterior, ese caminar, ese recorrido que podemos contemplar en esta sala, con el título: “Andainas”.
Hoy nos muestra, junto a la producción más nueva, dos cuadros que están enmarcados en la etapa anterior: “Visión galaica”, del año 2007 y “El puente”, del año 2008.
En esta nueva etapa, “Andainas”, la autora da un viraje a todo lo anterior. Un salto cuantitativo y cualitativo: deja atrás la pintura realista para adentrarse en el impresionismo. Se aleja del pincel para dar paso a la espátula y a la paleta, utensilios que le ayudan a que las manchas de color sean más grandes, más geométricas, más rápidas, tal vez más nerviosas. Es como si deseara acabar pronto una obra para dar comienzo a la siguiente. Pinta dársenas, puentes, la ciudad… Paisajes que no reflejan un lugar en concreto, sino que son, o pueden ser, cualquier puente, cualquier ciudad, cualquier dársena… Imágenes que han nacido, no de la mirada directa sobre el objeto al natural, sino de la interiorización de la autora, de su “contemplación” interior por llamarlo de algún modo.
Ya no traza los dibujos con tanto rigor, se puede hablar de un impresionismo que roza la abstracción, lo abstracto, aunque aún los volúmenes y las formas son totalmente perceptibles por el ojo de quien los contempla.
La bruma, el misterio, envuelven aún más, si cabe, sus paisajes. Para esto se ayuda de la paleta de colores utilizados: gama de los azules, ocres, verdes, manchas de blanco para dar luz a las zonas oscurecidas, rosa, violáceos, rojos como el del cuadro “Suburbio”, un rojo con el que da calor y pasión al significado de ese enjambre de viviendas oscurecidas, externamente inanimadas, solitarias…
La obra de María Xesús continúa siendo fuerte, arrebatadora y, a la vez, aunque parezca una incongruencia, blanda, sutil porque una pátina de melancolía, de morriña, las envuelve, las hace más dulces, más íntimas, más nuestras… Sí, más nuestras, ya que parece que nos veamos reflejados en sus aguas (aunque la figura humana no aparezca sobre la tela, debemos ser conscientes que, quienes contemplamos tanto la tela como las aguas, al otro lado, casi podemos inclinarnos para beberlas, para refrescarnos, para hundirnos en ellas). Nos reflejamos en ese agua, dadora de vida, siempre el agua, presente de forma casi constante en el trabajo de María Xesús.
Ahora les invito a contemplar los cuadros con los ojos, no sólo de la razón, sino del corazón.
Muchas gracias. Y disculpen si me he demorado más de lo debido.
Juana Castillo Escobar, escritora ®
Madrid, 13-V-2010"
Serie "Puentes" de la nueva etapa
Ahora os invito, a todos los que viváis o estéis en Madrid hasta el 12 de Junio, a que paséis por la galería para contemplar estos cuadros al natural. Os aseguro que vale la pena, son tablas de gran formato, sobre las que brilla el agua, los cielos, la pasión..., nada que ver con las fotos que comparto que, si bien son buenas, no reflejan todo el potencial de la obra en sí.
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