Consuelo Gómez González
Marga es una mujer joven, honesta y alegre, o lo era hasta que su vida dio un giro radical. El hombre que le ha cambiado la existencia se llama Miguel. Es uno de los nuevos ejecutivos recién llegados a la empresa. Está casado con una mujer bastante mayor que él y, según dicen, con alto nivel económico. Es muy guapo y las chicas revolotean a su alrededor como moscas. Se da cuenta enseguida de que Marga lo mira con admiración y se decide a atacar. Le pide ayuda para un trabajo y, sin perder tiempo, la invita a cenar. Marga acepta y, a partir de ese momento, se convierte en su víctima. Es tan encantador y le ha contado con tanta sinceridad, mirándole a los ojos, que su matrimonio está roto y va a divorciarse, que se le han quitado todos los prejuicios. Ella, que considera valores fundamentales la honestidad y la fidelidad, encuentra ahora todas las justificaciones posibles para liarse con un hombre casado. ¡Todo en nombre del amor!
Pocos meses después la realidad cae como una losa sobre Marga. Miguel sale con una de sus compañeras, otra víctima en sus redes y los mismos argumentos: matrimonio roto, divorcio, pasión por ella.
Durante un tiempo ha estado hundida. Se vio obligada a pedir la baja, está tan deprimida que no sale a la calle, ni siquiera se peina y ni un solo momento del día puede quitárselo de la cabeza.
Volvió a la oficina y no pudo frenar su impulso. Subió dos plantas sin motivo solo para verlo detrás de la puerta de su despacho. El la mira con desprecio, como se mira algo que te estorba y, de pronto, Marga abre los ojos. Se siente ridícula, humillada, ha tocado fondo. Se ha engañado en nombre del amor. Se dice que no puede llamarse amor aquello que nos hace faltar a nuestros principios, aquello que se basa en la mentira y la falta de respeto a un tercero.
Finalmente decide recuperar su dignidad y alejarse de él. Presenta la carta de renuncia a su puesto de trabajo en la empresa y se marcha tranquila. Se ha quitado un peso de encima.
2 comentarios:
Un buen relato, pero por desgracia, es una realidad, me gustaría más pensar que estas cosas no sucedieran, pero no es así, ellos siguen presumiendo de sus conquistas.
Ánimo Consuelo que vas lanzada.
Besitos.
No nos conocemos Consuelo. Aún. Empiezo por felicitarte de corazón por tu tercer lugar en el concurso.
Soy chilena, y vivo al fin del mundo; pero no me cabe duda que haremos rápidamente una linda amistad como con las demás compañeras de éste taller tan especial.
Acabo de leer tu relato, siento que me faltó algo más de atmósfera. Mientras lo leía era como si la voz se me cortara...como si fuese todo un constante estacato. Ojalá sea clara en mi apreciación, pero mi impresión fue esa.
Cariños desde el cono sur.
Adriana Salcedo
Publicar un comentario