sábado, 9 de febrero de 2008
A vueltas con la retórica: HIPÉRBOLE
Quince de Agosto
Cristina Ghiorghiu
El sol cae a plomo sobre la plaza. El reloj de la iglesia da las doce, su repicar se oye en toda la provincia. Es quince de agosto y el calor funde los pies de los lugareños con el asfalto. Agustín y Aquilino resisten sentados sobre el banco circular. El sofoco es tal, que incluso pensar da pereza. Su intención es permanecer allí todo el tiempo del mundo, todo el necesario, hasta que vean salir a Mariela Oronda de su casa. Ahora vendrá, se dicen. Pero no ocurre, y la elevada temperatura hace que los segundos se tornen eternos.
- Pues yo no me voy hasta que la vea.
- ¡Toma ni yo! tiene el pandero más grande del pueblo.
- Sí, firme y redondo como un pan de kilo. ¡Y cómo se jalea! Anoche en el baile parecía una peonza, la moza.
- ¡Eso es una mujer y no las de ahora que, de tanto adelgazar, se van a quedar sin sombra! Mariela sale. La pareja de vigías clavan sus miradas en el pandero de Oronda. El bochorno, la gorra ceñida hasta las cejas y, el esfuerzo de mirar fijamente, provocan que Aquilino se desvanezca y caiga redondo al suelo de la plaza. Ella se gira y sonríe:
- Si ya lo decía yo, de tanto mirar os vais a marear. ¡Menudos tunantes, con ochenta años y aún soñando!
Tumbado, el abuelo replica:
- La culpa no es mía, hija; sino los médicos y el láser ese. Desde que me quitaron las cataratas veo mejor que nunca. Me han dado la vista de un chaval, pero el cuerpo no me lo han querido cambiar.
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4 comentarios:
Hola, Cristina y mucho gusto.
Te felicito y aplaudo por tu relato, muy bueno.
Y otra vez el reloj de la iglesia (tal cual Juana:)
Te pregunto: ¿pandero es la parte humana que me imagino? :)
Gracias por hacerme sonreír y el parlamento final es genial.
Tu mayor logro en esta obra: hacerme creer que ambos mirones al acecho eran adolescentes, cuando en realidad eran dos pícaros viejitos.
Abrazo del Juanca.
Hola Cristina :
Me ha parecido estar en la plaza del pueblo... ¡ no te digo más ¡
Un abrazo y un beso, desde mi banco y esperando ver el pandero.
Gloria Grau
Me ha gustado mucho, pobres abueletes, eso de ver bien, pero no poder
decir lo mismo del resto del cuerpo...¡Ay, qué lástima! Besitos. Pepi.
-¡Hombre Cristina, esta estupendo! Muy bueno, eso de los abuelos
está muy bién. Jajaja, me ha encantado.
Nines.
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