sábado, 9 de febrero de 2008
A vueltas con la retórica: HIPÉRBOLE
¡Vaya par de chatos!
Pepi Núñez
Es el momento en el que las sombras avanzan a paso de gigante, todo lo envuelven rápidamente en la más tenebrosa oscuridad, igual que si el mundo se sumiera en el fondo de un oscuro pozo. Las luces del parque se encienden más lento que el caminar de una tortuga vieja. A los asiduos no parece importarles. Continúan su paseo con fatiga, al verles da la impresión que arrastran camiones a sus espaldas. Los lectores tienen que cerrar sus libros, pero continúan sentados. Es como si un potente imán les mantuviese unidos al banco. Quizás porque la oscuridad no les deja ver casi nada, empiezan a ser conscientes del olor que desprenden las flores. El parque se llena de aromas tan densos que, ni el mayor frasco de perfume, roto allí mismo, olería de esa forma. Según llegó, se fue rápido: hay allí una pareja que, con sus narices, pueden aspirar de una vez todos los aromas de las flores del jardín. Juan y Carmen, sentados en un banco, continúan con sus arrumacos ajenos a los cambios de su alrededor. En la oscuridad es más difícil besarse, ya que, al no verse, no pueden calcular la inclinación exacta para que sus narices, enormes cual bellas berenjenas, no se tropiecen en el intento. Poco a poco las luces toman intensidad, hasta parecer que de nuevo el sol resplandece. Los caminantes aligeran el paso al tiempo que se ponen sus gafas oscuras y los lectores abren de nuevo los libros dispuestos a devorarlos con todas sus fuerzas. La pareja dejó de besarse con tanta pasión, algo molestos por la intensa luz. Se acarician las manos mientras se comen con los ojos. Unos jovencitos que pasan por el lugar se quedan asombrados al ver el tamaño de sus narices. Se miran entre ellos y les gritan al tiempo que echan a correr: ¡Vaya par de chatos!
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1 comentario:
Jajajajaja,muy bueno si señora..ahora cada vez que vaya a la compra y vea las berenjenas me acordaré de tu par de chatos..
Un besito..isa
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