-No habléis tan alto que se os oye hasta en América -y los niños, desobedientes, gritaron más y más fuerte como si las reprimendas avivaran el fuego de su interior. Se convirtieron en bestias despiadadas que engullían las buenas intenciones de su profesora con voracidad y violencia.
Los pequeños siguieron con su coro de voces enloquecidas mientras correteaban por los pasillos del museo. Los demás visitantes, estremecidos ante el ataque de las minúsculas hordas, sintieron como si el fin del mundo hubiera llegado inesperadamente. Mientras la menuda y atribulada profesora intentaba apaciguar a las fieras, uno de los niños más pequeños escapó sigiloso como una sombra hasta la sala de los retratos. Los había de todo tipo en aquel salón: de hombres con bigotes tan grandes que la cara desaparecía, mujeres esbeltas y delgadas que por poco se salían del lienzo por la parte superior, niños con malignas sonrisas... Nada más entrar, el chico sintió sobre sí el peso de todos aquellos ojos pintados. Unas miradas que perforaban con precisión quirúrgica su diminuto cuerpecillo. El niño, ante la presión de siglos de historia, rompió a llorar. Sus lágrimas, escandalosas y abundantes, formaron un charco en el suelo con el que la profesora se resbaló inaugurando de nuevo el vals de las risas.
5 comentarios:
Es un relato muy divertido pero a la vez me gusta mu cho el detalle de los ojos de los retratos, porque esa sensación de sobrecogimiento en un museo la hemos vivido todos, yo al menos no he conocido a nadie que no se sintiese intimidado ante determinados lienzos o que no haya encontrado satisfación en alborotar en un museo.
¡Genial! El resbalar en un charco de lágrimas. También me encantan, las mujeres tan esbeltas que se salen de los lienzos. Es una forma muy poética de tratar la delgadez.
Hola Marta buenas tardes.Buen relato,he sonreido imaginando a la pobre profesora entre el "mar " de lagrimas.Los niños parecen diablillos enanos..
Un beso..isa
Hola Marta:
Magnifico el relato ¡¡
No te digo más que me he visto en el museo y "aguantando" a los enanos.
Gloria Grau
Precioso relato, jaja, y divertido. Una retórica muy muy graciosa. Felicidades.
Besos, Nines.
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