martes, 18 de septiembre de 2012
A la hora de escribir los maestros opinan...
Consejos dados por Anton
Chejov a Alexéi M. Peshkov (Máximo Gorki)
Yalta, 3 de diciembre de 1898
Me pregunta cuál es mi opinión
sobre sus cuentos. ¿Qué opinión tengo? Un talento indudable, y además un
verdadero y gran talento. Por ejemplo, en el cuento "En la estepa
crece" con una fuerza inhabitual, e incluso me invade la envidia de no
haberlo escrito yo. Usted es un artista, una persona sabia. Siente a la
perfección. Es plástico, es decir, cuando representa algo, lo observa y lo
palpa con las manos. Eso es arte auténtico. Esa es mi opinión y estoy muy
contento de poder expresársela. Yo, repito, estoy muy contento, y si nos
hubiésemos conocido y hablado en otro momento, se hubiese convencido del alto
aprecio que le tengo y de qué esperanzas albergo en su talento.
¿Hablar ahora de los defectos? No
es tan fácil. Hablar sobre los defectos del talento es como hablar sobre los
defectos de un gran árbol que crece en un jardín. El caso es que la imagen
esencial no se obtiene del árbol en sí, sino del gusto de quien lo mira. ¿No es
así?
Comenzaré diciéndole que, en mi
opinión, usted no tiene contención. Es como un espectador en el teatro que
expresa su entusiasmo de forma tan incontinente que le impide escuchar a los
demás y a sí mismo. Especialmente esta incontinencia se nota en las
descripciones de la naturaleza con las que mantiene un diálogo; cuando se leen,
se desea que fueran compactas, en dos o tres líneas. Las frecuentes menciones
del placer, los susurros, el ambiente aterciopelado y demás, añaden a estas
descripciones cierta retórica y monotonía, y enfrían, casi cansan. La falta de
continencia se siente en la descripción de las mujeres ("Malva",
"En las balsas") y en las escenas de amor. Eso no es oscilación y
amplitud del pincel, sino exactamente falta de continencia verbal. Después es
frecuente la utilización de palabras inadecuadas en cuentos de su tipo.
Acompañamiento, disco, armonía: esas palabras molestan. [...] En las representaciones
de gente instruida se nota cierta tensión, como si fuera precaución; y esto no
porque usted haya observado poco a la gente instruida, usted la conoce, pero no
sabe exactamente desde qué lado acercarse a ella. ¿Cuántos años tiene usted? No
lo conozco, no sé de dónde es ni quién es, pero tengo la impresión de que aún
es joven. Debería dejar Nizhni [Nizhni-Novgorod] y durante dos o tres años
vivir, por así decirlo, alrededor de la literatura y los círculos literarios;
esto no para que nuestra generación le enseñe algo, sino más bien para que se
acostumbre, y siente definitivamente la cabeza con la literatura y se encariñe
a ella. En las provincias se envejece pronto. Korolenko, Potapenko, Mamin
[Mamin-Sibiriak], Ertel, son personas excelentes; en un primer momento, quizás
le resulte a usted aburrido estar con ellos, pero después, tras dos años, se
acostumbrará y los valorará como merecen, y su compañía le servirá para
soportar la desagradable e incómoda vida de la capital.
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