Al abrir los ojos, fue consciente de que se hallaba en medio de la más absoluta de las oscuridades y con unas ganas locas de tomar líquido, lo que fuese, pero líquido, que aplacara aquel tremendo vacío de su estómago.
Primero estiró su cuerpo e hizo un vano intento por acomodar sus ojos a las tinieblas. ¡Nada!, ni un reflejo de la luna, ni la tenue luz de una lejana vela que suavizase aquella negrura. Sintió una sed acuciante, pero la prudencia aconsejaba tener cautela con el terreno desconocido... Recordó las historias que había escuchado a sus mayores y las muertes de sus hermanas irreflexivas. ¡En ella, la prudencia y su alerta constante, fueron siempre sus mejores aliadas!
Despacio, se desplazó unos metros por aquella superficie resbaladiza; los nervios empezaban a restarle aire a su organismo... O, ¿tal vez estaba cerrada la ventana y era ella la culpable de su ahogo? Por fin, haciendo acopio de todas sus fuerzas y la valentía que tenía guardada, dio un pequeño salto para comenzar el vuelo... Ziuuuuuuuuu... ziuuuuuuuuuuuu
Dos o tres vuelos por la estancia, sin tropiezos, la hicieron sentir cierta confianza en su capacidad de orientación... Repitió los movimientos, esta vez con mayor aplomo, hizo unas ligeras modificaciones en sus coordenadas... Ziuuuuu, ziuuuuuuuu, ziuuuuuuuu.
¡Mejor, sí, mucho mejor! En el último vistazo, a su izquierda, vio una oquedad con cierto brillo. Estaba segura de haber visto algo de líquido y, su instinto le decía, que no era cuestión de perder tiempo. Se lanzó en un vertiginoso vuelo a su destino. Entró con el impulso de la velocidad que obtuvo... Se enredó en un enjambre de vellosidades que dificultaron su aterrizaje y, antes de darse cuenta..., salió disparada del lugar con un gran estruendo y envuelta en un líquido pegajoso.
El consejero suplente Gaguin, en su magnífico estornudo, no sólo despertó a su esposa María Michailovna, ni con su brutal movimiento se limitó a mover los resortes de su cama sino que, dormido y sin conciencia de hacerlo, puso fin (con un golpe certero) a la existencia de una atolondrada mosca de mediano tamaño perdida en la oscuridad de su alcoba.
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