Cuando llegó la primavera, una mañana, al ver que la escarcha ha desaparecido gracias a los rayos de sol, se decide a bajar al huerto. Pasea junto a los ciruelos, se fija en el tronco de uno de ellos y le parece ver un trozo de tela que asoma junto al árbol, se agacha y mueve un poco la tierra, allí encontró a la muñeca Pipa. La tomó con todo cariño y miró la rama seca que, después de permanecer el largo invierno bajo tierra, se encuentra rota. A pesar de ello, a Doña Clementina le parece hermosa, como si la mirase con los ojos de la niña. Se volvió a contemplar la ventana donde ésta solía asomarse, pero desde su muerte permanece cerrada. Tomó con sumo cuidado la frágil ramita con su tela descolorida por la humedad, y se encaminó a su casa. Subió a su dormitorio, en la cómoda buscó un pañuelo de seda, lo extendió sobre su cama y, con toda ternura, colocó a Pipa y la guardó en su armario. Después se sentó en el borde del lecho a pensar en lo que era su vida. Dios no le dio hijos. Su marido, un médico que con el paso del tiempo, se ha convertido en un hombre amargado por llevar tantos años en aquel pueblo, el cual, ya pocos recuerdan. Él no le permite tener amistad con nadie. Le comenta que ellos pertenecen a otra clase, no pueden mezclarse con aquellos campesinos, según él, ignorantes. Pero ella, durante toda la mañana y la tarde está sola en aquel enorme caserón. Cuando él vuelve, apenas habla, y después de la cena se pone a leer el periódico.
Recordó la noche en que le prohibió visitar más a la niña, al tiempo que le dijo, con toda frialdad, que la pequeña se iba a morir, que sus padres no tienen dinero, y que era lo mejor para todos. Piensa que ella fue cobarde, debió decir que, con sus ahorros, le podía pagar los medicamentos a la niña, pero no se atrevió a enfrentarse a él. Se sintió culpable de la muerte de la pequeña. Hasta ese momento se negó a pensarlo, pero ahora, es consciente de que, ya que su marido como médico no hizo nada, ella sí que pudo haberlo hecho. Las lágrimas se deslizan en silencio por sus mejillas. Se siente la persona peor del mundo. Se levanta, abre el ropero y saca el pañuelo que guarda la ramita seca, la abraza, como le hubiese gustado abrazar a la pequeña de rostro pálido y largas trenzas de cabellos apagados. Pone el envoltorio sobre la cama y baja la vieja maleta que lleva años sobre el armario. Empieza a sacar diferentes piezas de ropa y las coloca con cuidado en su interior, cuando ya está todo, encima de la ropa, pone la muñeca, cierra la maleta y se dirige a la cocina. Allí, dentro de una alacena disimulada tras unas latas, está la vieja caja donde esconde el dinero heredado de sus padres, lo saca todo y lo guarda en su bolso, es bastante, del otro, del que ha ahorrado del sueldo de su marido, de ese no quiso ni un céntimo.
Se fue al baño. Peinó su pelo, ya con algunas canas, y se refrescó la cara. Después quiso dar una última vuelta por cada habitación. De la salita se llevó las fotos de sus padres; de su dormitorio, la pequeña manta tejida por su difunta hermana; de la cocina, un hermoso mortero de hierro recuerdo de su tía. Todo lo puso en una bolsa. Empezó a bajar las escaleras con la maleta en una mano y la bolsa grande en la otra. De pronto recuerda todas aquellas hermosas sábanas y manteles que bordó durante tantos años sentada en el huerto. Sube por ellas, las coloca en otra bolsa y busca un papel donde escribe: Para que tengan un recuerdo de su vecina Clementina.
Se acerca a la puerta de la familia Mediavilla, y se las deja sobre un destartalado banco. Regresa a su casa, toma de nuevo la maleta y la bolsa y se encamina por el sendero que la lleva a la parada del viejo autobús, el que siempre pasa a las doce. Respira profundo, se dice que aún no es tarde para empezar a vivir una nueva vida. Seguro que hay muchas niñas enfermas en la ciudad a las que ella podrá cuidar y ayudar.
Por primera vez en su vida piensa que aún puede ser útil y libre de hacer lo que quiera.
Intertexto inspirado en: "La rama seca" de Ana Mª Matute - Pepi Núñez 5/5/09
2 comentarios:
Muy hermoso y emotivo relato. Para contarselo a un grupo de niños/as y escuchar como imaginan a esa mujer. Muy intimista en su atmosfera, parece que una es invitada a entrar en la psique del personaje. Felicitaciones! Zulhma
Hola PEPI.El relato es precioso.Aún recuerdo como nos imacto la lectura de la rama seca,seguro que si Ana Maria Matute leyera este intertexto se sentiria muy orgullosa de como has tratado a Doña Clementina.La dotas además de esa dulzura que la caracteriza,de valor.Ese valor que la lleva a tomar el paso de dejar una vida en la que no era feliz...
Noto un guiño "personal"(tal vez sea mi calenturienta imaginación)al nombrar a la herman de la protagonista..esos enseres que la pertenecieron...,no me hagas mucho caso ,ya sabes que me encanta buscar los tres pies al gato(como dice nuestra compi Consuelo)
Un abrazo ..isa
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