Ya el departamento es bastante grande, sobre todo la sala y el comedor que, sin tener división, se ve como una cancha de fútbol o una pista de baile. Las cuatro habitaciones, amplias y cómodas, ocupadas por sus tres hermanos y ella.
La preocupación y la alegría a la vez, nacieron con la evidencia de la llegada del menor de sus hermanos. Un año fuera del país resaltaba los ánimos de todos.
Después de darle varias vueltas al asunto, era claro, faltaba un dormitorio. Salió la gran idea, y Margot la propuso en casa. Todos se pusieron en campaña, levantaron una pared de un material ligero. Cosa de sacarla rápidamente por si el dueño de casa se opusiera con la propuesta, pero Don Mario dio el visto bueno. Con tal de darle una mano a su arrendataria, aceptó complacido.
La sala quedó acogedora. Y la quinta habitación, la de Margot, se mostró como si fuese la principal del departamento.
Pintó la pared nueva de un amarillo ocre, las otras tres paredes quedaron de color blanco. Consiguió un sofá cama que, al estirarlo, quedó como un buen colchón al ras del piso, también obtuvo un velador con algunos cajones. Su ropa era la interrogante. Tomó la maleta de siempre y allí guardó su vestimenta. Al cubrirla con una cobija hecha por manos mapuches, de diversos colores, le dio un encanto especial a su entorno. Mirando hacia la pared nueva, instaló su escritorio, el computador y, al costado, su lámpara de sal que, al llegar la noche, ilumina todo como una vela sin flamear.
El departamento quedó llenito a la llegada del menor de sus hermanos que, siendo muy joven, aprende a dibujarse como hombre, al igual que los demás.
Al contrario de Margot. Fue mujer adulta desde que lo recuerda.
Cuando el silencio acoge al descanso de todos, es cuando ella cierra su puerta. En una especie de rito, abre las cortinas gruesas, las amarra con alguna piola que encuentre por ahí y, al sentarse en su cama, prende una vela flameante y la lámpara de sal, un incienso le acompaña. Observa por el ventanal la noche santiaguina. Más de una lágrima se le escapa de aquellos ojos color café, su pelo largo y desordenado enmarcan el rostro angular, y su boca amplia a veces sonríe. Le ríe a la vida, y lagrimea sus desalientos. Al dormir se acurruca como una recién nacida, tratando de recuperar una niñez ausente.
3 comentarios:
LA HABITACIÓN
Adriana-Cecilia Salcedo Jaramillo
Muy buen relato costumbrista. Mucho para leer entre líneas. Me quedan muchos interrogantes. Debo volver a leerlo, se me escapa el por qué de la pena de la niña. Algún hecho vivido en ese año fuera o la perdida de su infancia, pueden ser las respuestas. Pero no lo dilucido. Me gustó el detalle de la manta tejida. Parece un lugar muy acogedor. Me llamó la atención la lámpara de sal, personalmente, tengo una, pero no es un detalle corriente. Muchas gracias por compartir! Zulhma
Hola querida Adriana.cabo de leer tu relato .Como Zulma ,me he fijado en la lampara de sal..me gustan ,su luz aporta tranquilidad y paz.El olr a incienso ,la manta de colores ,todo ello crea en tuu narración un ambiente calido y familiar...tanto que me atrevo a pensar que tal vez su protagonista es alguien de "carne y hueso"¿me equivoco?..
Un fuerte abrazo ..isa
Apesar de este tiempo en silencio ,te recuerdo a menudo
Adriana
Nos cuentas de manera sencilla, como para recibir al hermano ausente, tienen que hacer un nuevo dormitorio en la actual casa. El resultado es lograr no sólo una habitación más, sino un espacio acogedor, donde encontrar instantes de paz antes de dormir. Al menos a mí, tal como lo describes, me parece un lugar ideal para el descanso.
Pepi.
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