Desde niña ya siente gran inquietud ante las injusticias, ante las desigualdades sociales, y un sentimiento de rebeldía creció en su interior.
También desde niña aprendió a sentir que la amistad es un tesoro, y la solidaridad le surgió de forma natural, cosa que le resultó fácil puesto que pasó su infancia en un pueblo donde las gentes se ayudaban en las tareas del campo, se prestaban herramientas de trabajo o cualquier otra cosa necesaria. Su calidad de vida se deja ver en las relaciones que se establecen entre ellos. Alba lo captó rápido y bien.
Aún soplaban vientos de antaño, vientos del pueblo, que no terminaron, que aún están vivos hoy en el sentimiento de la gente, formas de vivir que la competitividad no ha conseguido adormecer.
Ese espíritu solidario y de andar por la vida con compañerismo con las personas con las que comparte momentos, vivencias, sentimientos, sentires…, es lo que la caracteriza.
Hoy, pasado el mediodía, Alba se dirige al bar donde ha quedado con su amiga Kandela (con K, como le gusta a ella), que la espera desde hace un rato.
- Hola, ¿qué tal estás?
- Bien –responde Kandela, con voz juvenil pese a su edad.
- Perdona que me haya retrasado.
- No te preocupes por el retraso. Estaba aquí ojeando esta revista.
- ¿Algo interesante?
- Sí, mira, un artículo sobre el No a Bolonia que tiene muy buena pinta.
- Si te parece bueno, cuando lo leas me lo pasas, que también es un tema del que me gusta estar bien informada.
Cuando se reúnen siempre disfrutan de muy buenos momentos y casi siempre les surge alguna sabrosa conversación.
Sentadas en la mesa que está junto a la ventana y, ante un humeante café, fuman un cigarro y charlan, parece que muy animadas.
De pronto, Alba le dice a su amiga:
- Hace tiempo que me pregunto por qué hay gente que, si no hay violencia y situaciones tensas, dice que se aburre.
Kandela se queda pensativa y observa la espiral que hace el humo del cigarro Mira a su amiga y ve que tiene un gesto de preocupación.
- No sé qué decirte. A lo peor es que tienen la mente muy retorcida, o quizá es que no han aprendido a hablar con razonamientos, o que aún no saben que si hay que luchar por algo, se lucha educando.
- Repíteme eso último, que suena muy bien.
- Pues eso, educando, sin reprimir. Hace falta explicar por qué eso sí y aquello no, permitiendo que se expresen con naturalidad durante el diálogo que surja para analizar el tema que se trate, o de lo que se trate.
Alba bebe un sorbo de café y recuerda:
- Por eso durante la Republica había gran consideración hacia el trabajo que hacían los maestros en las escuelas, yendo más lejos del simple hecho de enseñar a leer y escribir, enseñaban a pensar, a razonar. Ayudaron a desarrollar las habilidades creativas de sus alumnos. Los educadores tenían un papel fundamental en el proceso de transformación social. También trabajaban con los adultos, se formó la enseñanza de adultos donde se trataban diversos temas.
- Ya, y también las mujeres, las madres han sido desde antiguo educadoras de sus hijos.
- Pues, ya que lo mencionas, te contaré que, a veces, me viene el recuerdo de una conversación de hace tiempo, cuando nos preguntábamos cómo, siendo las mujeres educadoras de sus hijos, pueden ser transmisoras de actitudes machistas, cuando ellas han sido desde antiguo las principales sufridoras de esas actitudes.
- Te digo, Alba, que no todas las mujeres. Desde siempre ha habido mujeres que no han tragado con esas actitudes, aunque no fueran la mayoría. Mujeres que supieron defender la dignidad en la vida cotidiana. De algunas conocemos sus nombres, otras han sido anónimas.
- Tienes razón. Las ha habido y las hay.
- Pues vamos a celebrarlo y a tenerlo siempre presente.
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