Por el fondo del pasillo aparece un hombre cuya figura alta y andar vacilante llaman mi atención. Se dirige hasta donde esperamos nosotros. Se acerca a mí y, con voz metálica, me pregunta:
- ¿Quién es el último?
Yo le miro algo asustada y le señalo a un joven que, apoyado en la pared, lee un libro. El hombre alto se pone frente a mí y se queda con sus ojos fijos en mi bolso. Yo trato de disimular, pero cada vez aprieto el bolso más fuerte. Cuando me toca el turno de entrar, al pasar a su lado, ni se aparta, continua igual, como si en la sala no existiese otra cosa que mi bolso. Entro en la consulta y le cuento a la doctora atropelladamente cómo me encuentro, pero pensando en el hombre alto que no pierde de vista mi bolso.
Al salir, él sigue allí. Yo me alejo a toda velocidad hacia la puerta de salida, cuando llegué al final del pasillo me doy la vuelta y, ¡Oh! Dios mío, aquel gigante está detrás de mí. Me paro en seco y él también lo hace, siento ganas de llamar al guardia de seguridad, pero sin saber porqué, salgo corriendo, me vuelvo y veo que él, con su paso vacilante, no puede correr como yo. Así que sigo mi camino a paso ligero en dirección a la parada de autobuses. Llego y veo con alegría que se acerca mi línea, me quedo esperando el autobús al tiempo que busco el bono. Cuando este llega subo precipitadamente, noto que alguien lo hace tras de mi. Mientras pico en la máquina, siento su voz metálica preguntando el precio del viaje. Me horrorizo. Aprieto mi bolso fuertemente al tiempo que me abro paso entre las personas que viajan de pie. Él me sigue y, cuando me paro frente a una ventana, él también lo hace. Se acerca y me dice lo más bajo que le permite su voz de metal:
-No tenga miedo, sólo quiero ayudarla.
Yo le miro con los ojos muy abiertos, al tiempo que le respondo:
–No le he pedido ayuda, déjeme en paz.
Entonces él me explica:
–Busque en su bolso un saquito azul y, por favor, démelo.
Le miro a los ojos y entonces es cuando noto que son de un color amarillento que me produce un escalofrío. Casi balbuceando le digo:
–No tengo ningún saquito azul.
–Sí que lo tiene -me contesta-. Mis pasos me llevaron hasta el Ambulatorio siguiendo ese rastro, le pregunté a usted por casualidad, pero al momento me di cuenta que está en su bolso. Por favor, mire y compruebe.
No sé por qué abro mi bolso y allí está el saquito azul. Me quedo sorprendida y él me afirma:
-No lo toque, si lo hace se apoderarán de usted, deje que yo lo coja. Es mejor que nos bajemos en la próxima parada.
Cuando el autobús para, nos bajamos. Él insiste:
-Por favor, abra el bolso.
Así lo hago y veo con asombro que dentro del saquito algo se mueve. Él saca de su bolsillo un guante de un extraño tejido, se lo pone. Con mucho cuidado toma el saquito, abre un maletín y lo pone junto a otros 10 ó 12 más. Lo cierra y con su voz de robot me explica:
-Lamento haberla asustado, dentro del saquito hay unos seres que quieren apoderarse de ustedes para venir a vivir a su planeta, a nosotros nos toca evitarlo, gracias por su colaboración.
Se aleja sin más. Yo permanezco quieta viendo cómo se marcha con su paso vacilante. Me pregunto si es cierto lo que me ha ocurrido, o es efecto de mi estado gripal. Pero desde luego estoy parada en medio de la acera con mi bolso abierto.
Pepi Núñez - 9/2/08
4 comentarios:
Buenos días mi querida Pepi. Acabo de pasarme por el grupo y leí tu
relato. Primero te hago el comentario técnico y después el de amiga.
Está narrado de una forma muy ágil y, a la vez, intercalas esa pizca de misterio. La voz metálica del hombre, su insistente mirada... Todo hace presagiar un desenlace poco halagueño,pero cambias de registro y lo que pintabas como un atracador o algo similar, se trasforma en salvador... La verdad es que si hay terminaciones repetidas no me he fijado, es
una narración amena y con mucha imaginación.
Como amiga: ¡ME HA ENCANTADO, CRECES DÍA A DÍA!
ISA
Pepi, me ha parecido buenísmo. Primero por la descripción del
entorno, con todo lujo de detalles pero, a la vez, manteniendo una
forma ágil, y amena, para pasar de un personaje a otro. Consigues
crear el interés desde el principio y metes al lector en la
preocupación por el desenlace. Ingenioso el tema, y la forma de
llevarlo al desenlace, que nos deja con una sonrisa "preocupada". Muy bueno, para mi.Gloria
Tienes ese don de hacer que empiece a leer tus realtos y no pueda dejar de hacerlo hasta que acabe. Me encanta cuando pones toques de misterio, y después me preguntas a mí cómo lo hago, está clarísimo, ¡¡lo saqué de ti!!
Besotes madre, y otro para la profe, que en el anterior comentario no le dejé ninguno y tampoco es justo. o_-
Ya sé que te lo tengo comentado ... pero , es que me sigue pareciendo genial ¡¡¡
Besos , Pepi la cuentista.
Publicar un comentario