Existe una serie de diferencias entre cuento y relato, aunque algunos escritores no las den por válidas y argumenten que cuento y relato es todo uno. Anotaré unas cuantas:
- Cuento es lo que se cuenta, por lo general, una historia inventada. En el cuento se dan una serie de reglas:
* La historia suele comenzar con una frase hecha del tipo: “Érase una vez…” “En un país tan lejano…”, transcurre en un lugar remoto del que se olvidó o se quiso olvidar incluso el nombre.
* Lo mágico sucede de una forma tan natural que no se ve extraño.
* Los personajes suelen ser anónimos, estereotipos: el rey, la reina, la princesa, el príncipe, la bruja/madrastra/ogro/lobo feroz, el hada buena…
- En el relato se trata de contar una historia irreal pero se hace todo lo posible por intentar que el lector crea que todo lo que en él se narra es cierto (también puede tratarse, por el contrario, de un hecho real, pero con visos tales de irrealidad que parecen ficticios). Sus reglas:
* Los personajes no son anónimos, están, por lo general, bien descritos.
* Se trata de poner a estos personajes en un tiempo y un espacio lo más parecido o igual al tiempo real.
* Se les dota de una voz que le es propia, alejada totalmente de la del narrador.
En el caso de “Cuento azul” se dan todas las premisas del cuento a las que hay que añadir el simbolismo tan fuerte que nos viene dado por el color.
Al empezar la historia la autora belga habla de Europa, de inmediato nos lleva de la mano, ayudándose del color azul, a un puerto de un país “mágico” del que no se facilita el nombre. Pero que los lectores enseguida identificamos como un lugar ubicado en oriente por la descripción de las mujeres que habitan el palacio al que llegan los mercaderes, pero también por el pequeño detalle (que pasa desapercibido) impreso en la frase: “…mas no logró apoderarse de los zafiros que bogaban, cual flotillas de nautilos, por aquellas aguas más densas que las de los mares.” (Los nautilos son unos moluscos cefalópodos propios del Océano Índico).
Los personajes, como en todo cuento que se precie, son anónimos además de muchos y variados. En este caso nos encontramos con:
- Los mercaderes. A medida que avanzamos en la lectura la autora nos va dando pistas de la procedencia de cada uno de ellos: el holandés, el italiano, el griego, el francés de la Turena, el castellano, el irlandés, el suizo de Basilea. Y el piloto que dirige su nave.
- Un negrazo nubio. Negrazo por lo enorme que debe de ser ya que, como se lee en el texto, las mujeres no le hacen caso porque no es lo suficientemente negro. Los nubios son originarios del sur de Egipto. Sus rasgos fisonómicos que los diferencian de los egipcios es que su tono de piel es más oscuro, los labios son más finos y los ojos son azulados. De nuevo el “azul” en el esclavo.
- Las mujeres: damas, esclavas, princesas… Una china; una mujer vestida de negro que habla todas las lenguas, ¿tal vez una esclava traída y llevada de un harén a otro?; una de gris, puede simbolizar la vejez o la muerte, está sola en una habitación llena de telas de araña; una de rojo, con una herida abierta, acaso se trate de una mujer impura a causa de la menstruación ya que la autora dice que “mana sangre”; una joven esclava sordomuda, casi etérea, sin sombra; una sirena; y, para finalizar, una mendiga ciega con un ojo azul.
Otros:
- Los aguadores.
- Una sirena.
- Los pescadores de sirenas.
- Príncipe veneciano del Negroponto.
- Banquero armenio.
- Los ángeles.
- Un mercero en Irlanda.
- Un corsario –personificación en lugar de decir “barco pirata”.
Hay dos estadios en el relato:
1º.- La parte de historia que transcurre en ese mundo azul e irreal, donde todo es posible: que las lágrimas de la joven esclava se conviertan en aguamarinas. Es una primera parte cruel, brutal, pero al venir envuelta en ese halo de belleza que nos proporciona el color azul, el juego de tonos, las gemas, pasa casi desapercibida esa brutalidad. Es igual a otros cuentos que llamamos infantiles, también en ellos la crueldad y la brutalidad aparecen en todo momento (Ej. “Bambi”, muerte de la madre. “Blanca Nieves”, envidia de la madrastra que desea la muerte de la protagonista…). En este caso nos encontramos con que:
- el holandés, a causa del frío, pierde los cinco dedos del pie izquierdo. Poco después un enjambre de abejas le pica en la garganta y en las manos;
- al italiano una tortuga, a la que tomó por un cabujón de lapislázuli, le amputa los dedos de la mano derecha y, un poco más tarde, un perro sarnoso lame el muñón azul del italiano;
- el mercader castellano recibió por dos veces la picadura de un escorpión y sus piernas se hincharon hasta las rodillas y cobraron un color de berenjena madura, pero no parecía sentir dolor alguno e incluso caminaba con el paso más seguro y más solemne que los otros, como si estuviera sostenido por dos gruesos pilares de basalto azul. Un poco más tarde se amputa ambas piernas; luego muere desangrado. En esa primera parte se nos habla del orgullo del castellano, cuando, antes de morir “lega” sus zafiros al mercader suizo que era su enemigo, luego el castellano es, además de orgulloso y, digamos valiente, es rencoroso y malévolo pues pareciera que desea a su enemigo un final como el suyo;
- el mercader de Turena es un cobarde, canta para darse valor. También es un avaro, trueca los zafiros por 10.000 monedas que, más tarde, no se sirven de nada;
- el mercader irlandés es el único que parece sentir piedad por la joven guía: llora al ver las heridas de la joven al caminar descalza por entre cascos de porcelana y vidrios rotos...
- el mercader griego se apodera de la joven para venderla como esclava y el holandés trata de violarla cuando la llevan prisionera en su barco.
La autora no describe a los personajes, pero mediante símbolos deja traslucir cómo son todos ellos. De los mercaderes y la joven que les guía dice: “Las sombras de los mercaderes iban pegadas a sus talones, cual siete víboras pequeñas y negras, en tanto que la muchacha estaba desprovista de toda sombra, lo que les dio que pensar si no sería un fantasma”. Al decir que las sombras de los mercaderes eran como siete víboras pequeñas, Yourcenar nos transmite la idea de cómo son estos personajes: arrastrados, viles, en la tradición judeo-cristiana, la víbora es un animal que personifica al diablo, la maldad… En cuanto a la joven dice que “estaba desprovista de toda sombra”, o bien se trata, como piensan los mercaderes, de un fantasma, o de un espíritu puro, transparente, alejado de todo mal, tanto es así que cuando es hecha cautiva desaparece del barco dejando en su lugar “un montoncito de hierbas aromáticas que exhalaban un humillo azul”.
2º.- El final de la historia: cuando el mercader irlandés regresa a su país. Ya nada es azul. En Irlanda llueve, la sensación es de frío, de muerte, de soledad, de abandono. Es la vuelta al mundo real.
La crudeza del principio del relato casi ni se nota influidos por ese mundo mágico, de tonos azules y piedras preciosas, un mundo de cuento; pero, al llegar a la Europa del mercader irlandés, es como caer en el pozo de la más fea de las realidades, donde la lluvia no respeta ni las imágenes de los reyes ni de la Magdalena desnuda.
Existe un pequeño punto de esperanza: el irlandés no muera, se cobija junto a una mendiga ciega en busca de ese calor, junto a una mendiga cuyo ojo derecho es milagrosamente azul.
Son dos espacios bien definidos en los que se deja notar el transcurrir del tiempo en días, meses, años, semanas… Según tarda cada mercader en regresar a su lugar de origen.
En cuanto a la forma de expresión, es directa, el texto se lee con facilidad, es más, te atrapa en las primeras líneas. El cuento está cuajado de figuras retóricas bellísimas que, puede ser, en el original escrito en francés, se tratase de metáforas, pero al traducirlo, se convirtieron en comparaciones tan hermosas como:
- “El sol […] con el balanceo del barco, parecía estar saltando como una pelota que rebotara por encima de una red de mallas”.
- “La sombra que cada uno de los mercaderes arrastraba […] su tonalidad, de un azul muy pálido recordaba a las de las ojeras que se extienden por debajo de los párpados de una enferma”.
- “El cielo era azul, semejante a la cola de escamas de una sirena […] el mercader griego encontraba en las montañas desnudas […] un parecido con las grupas azules y rasas de los centauros”.
- “…a las puertas de acero, relucientes como la hoja de un sable”.
- “Las sombras de los mercaderes iban pegadas a sus talones, cual siete víboras pequeñas y negras, en tanto que la muchacha estaba desprovista de toda sombra…”
Metáforas:
- “…sus ojos claros miraban el mundo a través de dos lágrimas y su boca no era sino una herida azul”.
- “…se limitó a asentir gravemente con la cabeza cuando ellos inquirieron cómo ir hasta el tesoro mostrándole en el espejo sus ojos color de gema…”.
Oxímoron:
- “…los rayos del sol […] producían un chirrido de hierro candente sumergido en agua fría”.
Hipérbole:
- “…y ellos (los mercaderes) se desollaron en vano las manos a fuerza de llamar a las pertas de acero”.
- “…el cielo, de un parduzco sucio, parecía tan cenagoso que ni los ángeles se hubieran atrevido a salir de la casa de Dios…”
- Un atardecer, al cabo de veintisiete días de navegación, el barco fue atacado por un corsario.”
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