Ellas, gesticulan y gritan, me advierten que es un lugar prohibido y se niegan a asumir el riesgo. Yo, cierro los ojos con fuerza y me resisto a despertar. Me mantengo en mi sitio y, por unos momentos, detengo el tiempo para sumergirme en aquel sueño dorado que se me dice está lleno de peligros. Ellas, la cordura y la razón, taciturnas y a su pesar se alejan hacia el silencio.
El sueño va tomando cuerpo y del vacío más absoluto, emerge ante mí una puerta. Es enorme, gigantesca más bien. Es una puerta forjada con un material dorado. Contemplo con asombro el oro con el que están trenzadas las guirnaldas que la adornan. Sobre ella, enmarcándola, unas palabras, tienen ese color que toman las espigas al sol. La verdad es que lucen espléndidas. Las leo despacio, recreándome:
“Jardín de los asombros... Financiamos sueños... Albas de dorados horizontes, pintados con sonidos y palabras”.
No lo dudo un instante, mis brazos se extienden y empujan la verja. Haces de sol me ciegan pero, tozuda, no cejo en mi empeño... Avanzo casi a tientas, hasta que mis ojos se acostumbran a la intensidad de aquella luz. La estancia es estrecha y de una gran altura, a ambos lados, anaqueles hasta donde alcanza la vista. La impresión es análoga a la de entrar en una extraordinaria biblioteca, pero mis ojos ávidos no vislumbran libro alguno...
Sin previo aviso, a mi alma le inunda una alegría extraña y comienzo a reír a carcajadas. El lugar es vistoso, vivificador de ilusiones y esperanzas.
¡Oh!, sí, al fin veo el contenido de los anaqueles: frascos repletos de cantarinas y doradas letras... Miles de frascos y millones de letras con los que reconstruir los sueños. Aquellos que ya quedaron viejos o simplemente murieron, aquellos que nos acompañaron en nuestros primeros amaneceres o tal vez en nuestra lejana adolescencia. Veloz, corro hacia la puerta. Reúno todas mis fuerzas y empujo hasta que oigo el clic que la cierra. Desde dentro, le grito a la razón y a la cordura:
-¡Iros, iros, he entrado y no volveré a miraros, lo que he dejado fuera corre de vuestra cuenta...!
Escucho cómo se alejan sus pasos en silencio. De la nada aparece en mis manos un surtido de pinceles...
3 comentarios:
Leyendo tu cuento dorado escucho el eco de tu voz... Esa eres
tú,dejando de lado a la razón y la cordura. Tu lenguaje me parece
narrativa poética,es tu personal manera de escribir ,tu estilo, y me gusta.
Un abrazo, Isa.
Ese sueño dorado está hecho con pinceladas de tremenda cordura.
Los sueños están hechos para hacerlos realidad, o si no, para qué uno sueña.
Me encantó. Primero la idea, y al plasmarlo en las letras, toman fuerza, y nos dan tremenda enseñanza.
Muy lindo.
Adriana.
El sueño dorado es el que
todos quisiéramos tener y quedarnos como tú muy bien hiciste a vivir en
él. Al comienzo dudabas, pero una vez que el sueño se hace más
profundo, ya eres tú la dueña de la situación y no dudas en ir
valientemente hasta esa puerta enorme. Me encanta lo que dice sobre
ella, Jardín de los asombros, pero sobre todo lo de financiar los
sueños, eso si que sería maravilloso, que todas las personas que
hayan perdido la capacidad de soñar, en ese lugar, le financiaran los
sueños. Me gusta cómo relatas lo que ves y nos llevas junto a ti en
ese paseo, me imagino la belleza de esos frascos de cristal, llenos de
letras doradas. Me encanta que abandones a la razón y la cordura y te
quedes en el mundo de los sueños, con esos pinceles podrás
realizar los tuyos y los de muchas soñadoras. Me gustó mucho.
Besitos, Pepi.
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