Consuelo Gómez González
Aurora es una periodista joven, trabaja como redactora en el Diario de Cádiz, en el departamento de Arte.
Sale a la calle y se dirige a la agencia de viajes para hacer las reservas de vuelo y hotel. Estará dos días en Madrid, considera que es un tiempo más que suficiente para este trabajo. Es una mujer acostumbrada a tomar decisiones con rapidez, se sabe atractiva y lo utiliza, si viene al caso, con su jefe, aunque él, que es un hombre serio y hasta un poco seco, a veces, se lo pone fácil.
El martes por la mañana visita la exposición y se produce…
Hay un cuadro que le impacta de forma extraordinaria: creo que he visto a esta mujer, se dice, dándose cuenta de que es imposible. Se trata del cuadro “Sol ardiente de Junio” que refleja la placidez de una hermosa mujer dormida, o eso es lo que parece, pintado por Frederic Leighton en el siglo XIX. Tiene que pensar cómo decírselo a su jefe. Decide seguir su instinto, el viaje previsto para el verano, lo hará ahora. En lugar de Londres irá a Scarborough, allí nació el pintor. Tal vez encuentre ahí la historia para su libro.
Superó los primeros obstáculos. Escribió el artículo para el diario, pasando de puntillas por el cuadro, y lo envió por correo al periódico. Después llamó a su jefe y lo convenció para que le anticipara las vacaciones. A cambio prometió traerle una gran historia. Escribiré un libro que tendrá que publicarme forzosamente.
Compra un billete de avión para Scarborough, solo de ida, porque su intuición le dice que hay algo allí que va a interesarle mucho y no sabe cuánto tardará en descubrirlo.
Scarborough es una bonita ciudad situada al noroeste de Inglaterra, a orillas del mar, con grandes ciénagas, lagos, bosques y arroyos, con muchos museos y antiguos molinos. Ha leído esta reseña en Internet y se muere de impaciencia por llegar.
El aeropuerto más cercano es el de Leeds y desde allí tomará un taxi que la lleve al hotel. Revisa su cuenta corriente. Por ahora puede permitírselo. No en vano lleva dos años ahorrando para lo que, en un principio, sería su viaje a Londres.
Son las cinco de la tarde cuando Aurora llega al aeropuerto. Toma un taxi y le da al chofer las señas. Todo lo que ve le encanta, el paisaje es tan magnifico como lo describía el internauta, incluso más.
El hotel es un edificio de piedra de dos plantas, debe tener unas 30 habitaciones. Será una estancia inolvidable, piensa. Está situado a la orilla del mar, en medio de un gran jardín muy cuidado. En el salón, la chimenea encendida, se puede ver desde el hall. Hay varios hombres y mujeres sentados tomando el té. Le parece que ha llegado a casa, tiene una extraña inquietud, esto ya lo he vivido. Yo he estado aquí antes.
El recepcionista le da la bienvenida y Aurora se disculpa por estar ausente, parece despertar de un sueño. El hombre sonríe, le entrega la llave y le desea feliz estancia. Un joven uniformado coge sus maletas y la precede para indicarle el camino.
Le han dado la nº 15, en la primera planta. Está decorada con muebles de estilo victoriano y el escritorio le parece perfecto, situado debajo de la ventana. Tiene una pequeña terraza desde la que puede ver el mar.
Aurora piensa que el recepcionista, por la seguridad que transmite y por la edad que más o menos le calcula, unos cincuenta años, debe de llevar bastante tiempo en el hotel y decide que, por la mañana, tratará de conversar con él y hacerle algunas preguntas relativas a Frederic Leighton y su ciudad. Tiene en sus manos el folleto y, cuanto más mira el cuadro, más se interesa por la modelo.
El recepcionista por su parte, aunque se ha guardado de hacerle ningún comentario, la observa con detenimiento, desde luego con un interés que va más allá de la admiración por la belleza de una mujer, más bien como si la conociera. Lleva desde que cumplió los veinte años en este lugar, en eso no se ha equivocado Aurora, si bien no siempre fue un hotel. En el siglo XVIII era la residencia familiar de los Leighton. En esta magnifica casa nació, en 1830, el pintor Frederic Leighton, aquí vivió rodeado de lujo y protegido por su influyente y rica familia.
Hacia las siete de la tarde Aurora baja a cenar. No ha visto todavía nada del hotel excepto el hall y desde él el gran salón con chimenea. Decide no esperar al ascensor dado que se encuentra en la primera planta y, ¡sorpresa!, en la pared de bajada los cuadros son todos de Frederic Leighton y tres de ellos con la misma modelo, curiosamente siempre dormida. ¿Será que este pintor es la única celebridad del condado? Es muy bueno -piensa.
Aurora se levanta temprano. Sin perder tiempo busca a Jeremy, el recepcionista, y le pregunta los sitios que puede visitar para organizar las posibles excursiones que haga durante su estancia. Jeremy, a su vez, le pregunta:
- ¿Viaja sola?
- Sí.
- Aquí hay muchas cosas para visitar, especialmente museos, le daré una guía. ¿Qué le ha traído a esta ciudad?, ¿viaje de negocios?
- Estoy de vacaciones y en principio tenía previsto visitar Inglaterra pero…
Se detiene al observar que Jeremy la mira de una forma extraña.
- ¿Quería decirme algo?
- No, disculpe, es que tengo la sensación de haberla visto antes.
- Es curioso, yo también la tuve ayer al llegar, como si ya hubiera estado aquí.
Después de unos minutos de charla intrascendente, Jeremy le entrega la guía de la ciudad con los lugares más interesantes y se despiden.
Cuando Aurora sale, él marca un número de teléfono y pide permiso a la persona que descuelga para subir a comentarle algo. Va a la segunda planta y, al final del pasillo, abre una puerta que conduce a las habitaciones del dueño del hotel. Lord Martin vive en él desde que murió su abuela, Miss Susan Casper. Ella se lo legó. Sus padres vivían en Estados Unidos y no se interesaron nunca por el negocio. De su abuelo heredó el titulo de Lord. A sus setenta años, pasa la mayor parte del tiempo leyendo y, a pesar de su edad, aún dirige el hotel con ayuda de una Gestora. Una sirvienta se dedica exclusivamente a atenderlo y su fiel Jeremy, ahora recepcionista, se ocupa de él como hiciera durante los años en que fue su mayordomo.
- ¿Permiso, Lord Martin?
- Pasa Jeremy, sabes que no lo necesitas para entrar aquí.
- Señor, ha ocurrido algo. Intuyo que es muy importante. Ha llegado una mujer… Viene de España y se llama Aurora. Se ha interesado por los cuadros que retratan a su abuela y su gran parecido con Miss Susan es tan llamativo... ¡Cuanto más la miro, más me la recuerda!, no me convencen los motivos que, según ella, la trajeron hasta aquí, al parecer, está de vacaciones y ha venido sola. ¿Quiere conocerla?
- Has conseguido intrigarme. Hazle llegar una invitación para cenar y, si acepta, organízalo para esta noche. Si te quedas para servirnos la cena podrás estar presente, saldrás de dudas por ti mismo.
- Déjelo en mis manos, señor.
Aurora regresa para el almuerzo y encuentra una nota en el escritorio.
“Lord Martin, tiene el placer de invitarle a cenar esta noche en sus dependencias, y espera tener el honor de contar con su grata compañía”.
La firmaba Jeremy.
Baja la escalera y va a su encuentro. Hay una señorita atendiendo y le pregunta por él.
- Está en el jardín. ¿Desea dejarle un recado?
- No, muchas gracias, iré yo.
Jeremy la ve acercarse.
– Buenas tardes, Miss Aurora. ¿Ha leído mi nota?
- Sí. ¿Quién es Lord Martin? ¿Es su costumbre cenar con los huéspedes del hotel?
- No siempre. Lord Martin, nuestro Director, cuando tenemos huéspedes extranjeros, suele compartir algunos ratos con ellos y aprovecha para ponerse al día de las noticias que traen.
A la hora acordada, Jeremy la espera en el salón. Juntos se dirigen a la segunda planta y entran en el comedor. La mesa esta preparada para dos.
Una vez presentados, ambos se sientan. Aurora, ante las preguntas de Lord Martin, le cuenta los motivos que le trajeron a Scarborough. Piensa que tuvo una gran suerte al conocer a este hombre tan pronto, si había decorado las paredes de la escalera y los pasillos con los cuadros de Frederic Leighton, debió de ser al menos un gran admirador y, seguramente, conocedor de la familia. Quizá pudiera hablarle de la modelo que tantas veces pintara, fundamental para escribir su libro.
Lord Martin la escucha en silencio y, una vez que ella le cuenta cómo es su familia y de dónde procede, comprende que el parecido que Aurora tiene con su abuela, no solo físico sino también en el timbre de voz y la forma de expresarse, no es fruto de la casualidad. Cruza una mirada cómplice con Jeremy y decide contarle la historia de amor de su abuela con Frederic Leighton.
Horas después Aurora le dice a Lord Martin que está impresionada con todo lo que le ha contado y que, como él, encuentra posible que el hijo que Miss Susan Casper y el pintor dieron en adopción a una familia francesa pudiera ser su abuelo. Ella no llegó a conocerlo. Únicamente sabe que se crió en Francia antes de ser abandonado en un orfanato español. Nunca averiguaron quién era su familia.
Llegó el fin de su viaje. Llamó a su jefe para decirle cuándo volvía e hizo las maletas. Agradeció a Jeremy su gran ayuda y se despidió de Lord Martin. Esperaba poder traer el borrador de su libro y obtener su permiso para publicarlo.
2 comentarios:
Hola Consuelo, acabo de leer tu relato, sé que ya lo leí, pero creo que debido a unas tristes circunstancias por las que pasé en aquellos días, no recuerdo si te hice comentario.
Me ha gustado bastante la historia de ese viaje, esas dudas que llevan a tu personaje hasta la misma casa del pintor, para descubrir que fue su abuela la Musa que inspiró tan hermoso cuadro. Creo que lo detallas todo muy bien. Me perdonas que no te haga un resumen muy bueno, pero es que desde antes de las vacaciones, no escribo casi nada, me tengo que poner las pilas, y si es posible que sean alcalinas. Un besote fuerte. Pepi.
Hola Consuelo.Ya sabes como me gusto este "Viaje de ida"..te lo dije personalmente.Creo que ha quedado un ameno relato tal como está y ya sabes como te dije en su día que puede dar pie para contar toda la historia de sus protagonistas.
Un besote..isa
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