Nueva zelanda - Aoraki -Monte Cook en el Valle Hooker
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Comentario de texto: FELICIDAD, de Katherine MANSFIELD
Juana Castillo Escobar
Se trata de un relato corto, de apenas catorce páginas, contado en tercera persona por un narrador omnisciente. A tal punto llega su conocimiento, al menos del personaje principal, Berta Young, que, en ocasiones, la voz de Berta “se escucha” a través de las palabras del narrador. En este caso, esa voz narrativa sonaría en femenino si la historia nos fuera contada en voz alta.
Existe un fluir de conciencia que la autora pone en boca del narrador, de un narrador que transmite con exactitud lo que piensa y siente la protagonista, así como lo mucho que calla pero que deja entrever: “¿Qué puede hacer uno si, aún contando treinta años, al volver la esquina de su calle le domina de repente una sensación de felicidad..., de felicidad plena..., como si de repente se hubiese tragado un trozo brillante del sol crepuscular y éste le abrasara el pecho, lanzando una lluvia de chispas por todo su cuerpo? ¿Es que no puede haber una forma de manifestarlo sin parecer "beodo o trastornado"? La civilización es una estupidez. ¿Para qué se nos ha dado un cuerpo, si hemos de mantenerlo encerrado en un estuche como si fuera algún valioso Stradivarius?” (Página 1).
A pesar de tratarse de una historia relativamente breve, los personajes que pululan por ella son bastantes y muy variados. Se pueden dividir en:
Núcleo familiar:
- Berta Young, la protagonista.
- Mary, la criada (un personaje “extra”).
- La niñera, a quien llaman Tata (otro personaje “extra”, pero con bastante identidad en el comienzo de la historia y, sobre todo, el único del que se puede decir que su actuación es totalmente lúcida dentro de la misma).
- La niña, Berta, hija de Berta y Harry. Bebé, personaje “extra”, también importante porque su existencia nos define cómo son sus padres con respecto a ella.
- Harry, esposo de Berta. Se trata del personaje antagonista, el que “en silencio”, pues se le “escucha” poco en el relato, le da la réplica a Berta.
Amigos:
- Los Knight, pareja bien avenida, excéntricos donde los haya. Formada por “Norman” y su esposa “Face”*. Entre sí se apodan: “Cara”, ella; y “Careto”, a Norman. (*Face, en inglés, significa “cara”).
- Eddie Warren, pusilánime y amanerado escritor de poemas.
- Perla Fulton, joven y enigmática amiga de Berta.
Personajes “extras” –son prescindibles- :
- Una modista.
- Una cocinera.
- El chófer de un taxi.
- Un tal Michael Oat.
- Un tal Jacob Narthan.
Mención a otros personajes:
- Anton Chejov (Histórico. Escritor al que la autora admira en realidad y que transmite esa admiración a su protagonista, entre otras cosas para dar a entender que todos los personajes de Felicidad, al igual que en cualquier relato chejoviano, son tratados de una manera irónica, mordaz, se nota incluso ese pequeño grado de misoginia que el autor ruso siempre saca a relucir en boca de sus personajes masculinos, como ejemplo lo que opina Harry de Perla: “…Le parecía insulsa y fría como todas las rubias, y quizá con un poco de anemia cerebral.[…] Le gustaba dejar a su esposa sin respuesta con salidas de esta índole. Unas veces decía: "A mi juicio tiene el hígado helado". Otras: "Quizás padece de narcisismo". En ocasiones: "Tal vez sufre de una afección al riñón"...).
- Bilk Table d´Hote (un “nombre” y “apellidos” que, más que nada, son un mote; un apelativo gracioso o, incluso, peyorativo. Una más de las excentricidades de este grupo humano. Significa algo así como “Balsa Restaurante” o “Bolos Restaurante”).
También hay que notar la importancia de otros “personajes”… Animales: En algunos cuentos y relatos los animales alcanzan un cierto, o alto, nivel protagónico. En éste parece que hayan sido elegidos a propósito por la autora:
- Un perro en el parque, que acaricia la niña. Símbolo de fidelidad. Berta se escandaliza al saber que la Tata ha dejado que su bebé acaricie a un animal desconocido.
- Gatos (negro y gris) que se persiguen por el jardín (“Un gato gris, arrastrando el vientre, se deslizaba a través del césped, y otro negro -como su sombra- le seguía. Al verlos tan rápidos y cautelosos, Berta sintió un extraño temblor”). El gato, fue adorado en Egipto y elevado a la categoría de “dios”… En círculos espiritistas se observa el comportamiento de estos felinos como indicadores de posibles presencias de ultratumba, en este caso, son la premonición o el anuncio o la imagen de Perla (gato gris) perseguida por Harry. Berta lo intuye, pero no lo sabe reconocer.
- Araña. A parte de la fobia que pueda inspirar, las arañas, a lo largo de los cinco continentes y de cinco mil años de cultura, ha sido vinculada a importantes divinidades en las que residen al mismo tiempo tanto poderes creadores como destructores. La araña ha sido y es símbolo de vida (creación, fertilidad y sexo) por su capacidad para la construcción a partir de sí misma, pero también de muerte (guerra, destrucción) por su capacidad predadora y la toxicidad de su veneno. Esta ambivalencia puede rastrearse en antiguos mitos mediterráneos, pero también en el continente africano, en las culturas mesoamericanas y entre las tribus de nativos norteamericanos o en las islas del Pacífico (de donde es oriunda la autora).
- Monos negros adornando el abrigo de la señora Knight. Indudablemente se trata de una mujer daliniana, surrealista al máximo. La autora pone monos en el borde del abrigo ¿dando a entender qué? ¿Que Face Knight es juguetona, alocada, fea…? El mono, en casi todas las culturas está tratado como un dios, desde la India, China, Egipto -donde Dyehuty (en egipcio), Thot o Tot (en griego), es el dios de la sabiduría, la escritura, la música, y símbolo de la Luna, en su mitología- o en las culturas oceánicas y pre-hispánicas.
- Pescados de adorno, sugiere algo frío, maloliente…
Y la simbología de frutos, árboles, colores, piedras preciosas.
Frutos y árboles:
- Mandarinas como bolas de fuego.
- Manzanas llenas de lozanía.
- Peras amarillas tan suaves como la seda.
- Uvas blancas con reflejos de plata (como la luna y como el vestido de Perla Fulton).
- Uvas rojas que parecen moradas.
- Un peral en flor.
- Tulipanes rojos y amarillos…
Las frutas con las que “decora” el salón le dan, además de un toque de frivolidad, otro de extrema sensualidad que se une al estado de ánimo de la protagonista: exaltado porque lo que ha descubierto, en realidad, no es la felicidad en sí, sino su cuerpo, su sexualidad.
Todos estos frutos, flores y árbol, con sus colores correspondientes, son claros símbolos sexuales bien sean femeninos o masculinos. El peral, por ejemplo, es un símbolo fálico que, a mi entender, representa a Harry: bien arraigado a la tierra del jardín (metáfora de Berta, su esposa), por otro lado extiende sus ramas crecidas por el deseo de alcanzar la luna (Perla Fulton, con quien vive un romance).
Colores, simbología:
- Blanco: pureza, bondad, a veces vejez, transparencia, incluso virginidad.
- Azul: el color del cielo, del mar…
- Rojo: pasión, sexualidad, sensualidad, fuego, calor.
- Morado: misterio y misticismo; es el color de la templanza.
- Rosa: fragancia, maternidad y delicadeza.
- Amarillo: juventud, esplendor, libertad, luz, locura, pero también agresividad.
- Plata: Distinción.
- Verde: vegetación, frescura, relajación; es un color tranquilizador, refrescante. Es el símbolo de la esperanza, de los sueños…
- Naranja: alegría.
- Gris: resignación, indiferencia, vejez.
- Negro: las tinieblas, lo malvado, ausencia de vida, luto, dolor, vacío…
Piedras preciosas que se citan:
- Collar de jade: símbolo de la rectitud y la inmortalidad.
- Pendientes de ámbar: No es en sí una piedra preciosa, pero se utiliza como tal en joyería y, desde la antigüedad, como protección mágica contra los encantamientos de las brujas. Protege de la malicia y de las influencias nefastas de los enemigos. Igualmente, atrae la comprensión y entendimiento (y a la señora Knight hay que entenderla).
Las figuras retóricas más usadas son:
- Comparaciones*: “¿Para qué se nos ha dado un cuerpo, si hemos de mantenerlo encerrado en un estuche como si fuera algún valioso Stradivarius?”. “Mandarinas como bolas de fuego”. “peras amarillas tan suaves como la seda”. “…la señora Knight parecía realmente un mono inteligente que se hubiese hecho un traje con tiras de papel de plátano. Y sus pendientes de ámbar eran como dos pequeñas nueces colgantes”…
- Personificaciones: “…como si de repente se hubiese tragado un trozo brillante del sol crepuscular y éste le abrasara el pecho, lanzando una lluvia de chispas por todo su cuerpo”. “Y el peral alto y esbelto, cargado de flores, seguía inmóvil como la llama de una vela que alargándose estuviera casi a punto de tocar el borde plateado de la luna”.
- Oxímoron: “…algo extraño y casi espantoso cruzó por la mente de Berta. Y este algo ciego y sonriente le susurró…”.
* Puede ser que, al traducir el texto al castellano, esas comparaciones fueran metáforas en el original.
En cuanto al paso del tiempo, se intuye que la historia transcurre en el lapso de unas dos o tres horas si se tiene en cuenta la gran movilidad de los personajes:
-Berta llega a casa, habla con la criada, se quita el abrigo, entra en el vestíbulo, va al comedor, compone las frutas, se tumba en un sofá…
-Sube a la habitación de la niña, acaba de darle de cenar, se entretiene jugueteando con ella…
-Baja a ponerse al teléfono, es Harry que avisa que se retrasará y que ella haga lo mismo, atrasar la cena por unos 10 minutos. Entra de nuevo al salón para encender la chimenea…
-Sube a vestirse.
-Regresa al vestíbulo. Llegan los Knight, luego Eddie Warren y, por último Harry que lo hace corriendo y pide 5 minutos más para cambiarse.
-Regresa Harry al salón, llega Perla. Berta y Perla entran al comedor.
-Cenan.
-Acabada la cena pasan al salón a tomar café. Dialogan. Las mujeres (Berta y Perla) miran el peral del jardín.
-Fin de la velada. Primeras despedidas: se van los Knight.
-Harry y la Fulton pasan al vestíbulo, Berta permanece en el salón junto a Eddie hojeando un libro.
-Harry y Perla se abrazan y citan para verse al día siguiente.
-Perla y Eddie se van.
-El matrimonio se queda solo…
Mis reflexiones.- La autora refleja en esta historia una sociedad, la de los años veinte del siglo pasado, adinerada, desprovista de valores, ociosa, de doble moral…, una sociedad en la que Katherine Mansfield se movió y que describe a la perfección sin tapujos ni ornamentos, sino de una manera fría y realista.
El relato me atrapó nada más leerlo la primera vez. En esa primera lectura me divertí con la señora Knight, con sus excentricidades; con los diálogos de espadachines (o de besugo) que mantienen a lo largo de la cena y en la sobremesa; los títulos de las obras que se van a representar o de los poemas que le gustan a Eddie Warren (“-¿El autor de El amor con dentadura postiza?”.- “…dijo la señora Knight-, […] voy a decorar una habitación para los Jacob Narthan […] Hacer una decoración a base de pescado frito: los respaldos de las sillas tendrían la forma de una sartén y en las cortinas irían bordadas unas lindas papas fritas haciendo dibujos.”.- Empieza con un verso increíblemente maravilloso: "¿Por qué darán siempre sopa de tomate?")…, disfruté sin profundizar mucho más. Luego, después de examinarlo minuciosamente, ya pude ver otros matices que en una lectura única se pierden.
La historia en sí trata de una mujer joven (30 años) que un día descubre que es feliz y lo es sin saber a ciencia cierta del por qué de esa felicidad. ¿Es feliz porque tiene de todo: una buena casa con jardín, una hijita maravillosa, un marido al que quiere, amigos importantes a los que agasaja con comidas espléndidas, una nueva modista y, en perspectiva, un viaje al extranjero…? O, ¿es feliz porque, además de darse cuenta de que disfruta de todas estas cosas, se ha percatado por primera vez que tiene un cuerpo? Un cuerpo que es suyo, que le da órdenes, que le envía mensajes de que existe, de que debe disfrutar de él y con él y no mantenerlo encerrado: “¿Para qué se nos ha dado un cuerpo, si hemos de mantenerlo encerrado en un estuche como si fuera algún valioso Stradivarius?”
Pienso que Berta, por algunas frases que van apareciendo en el texto, se casó con su mejor amigo (quizá de la infancia, tal vez fuera una boda concertada de antemano entre las familias), una boda con un cierto amor, pero sin pasión. Es más, la protagonista no tiene el menor reparo en decir que: “Antes sí, lo quería... estaba enamorada de él, pero de otras muy distintas maneras, no precisamente como ahora. Y también había comprendido que él era diferente. Lo habían discutido muchas veces. Al principio, a ella le había preocupado mucho descubrir que era tan fría; pero al cabo de algún tiempo pareció que aquello no tenía la menor importancia. Se trataban con entera confianza, eran muy buenos compañeros y, a su entender, esto era lo mejor de los modernos matrimonios”. Pero el deseo hacia su marido, la concepción de su matrimonio, ha tomado otro rumbo desde que conoce a Perla Fulton. ¿Acaso a través del roce de la piel de ambas ha sentido Berta la llamada del deseo? No por Perla en sí, sino que, sin saber por qué, ha sabido comprender que Harry es el mismo objeto de deseo para las dos y, a causa de la primavera, a causa de un insospechado temor Berta se ha dado cuenta de que: "Pronto se marcharán todos. Se apagarán las luces, y tú y él se quedarán solos, metidos en la cama caliente, con el dormitorio a oscuras... […] Por primera vez en su vida, Berta Young deseaba a su marido. Pero ahora lo deseaba, ¡ardientemente, ardientemente! Esta sola palabra la sentía de una forma dolorosa en su cuerpo abrasado”.
Quizá quiera parecer, o subyazga, una imagen lésbica en los modos de actuar de la protagonista. En sus pensamientos hacia otras mujeres: “Perla Fulton, un "hallazgo" de Berta. Ésta ignoraba lo que la señorita Fulton hacía. Se habían conocido en el club y Berta se entusiasmó enseguida con ella, como siempre le sucedía con una mujer guapa que tuviera algo extraño y misterioso. Lo que más le atraía de la joven era que, a pesar de haberse visto y hablado muchas veces, aún no la comprendía. Hasta cierto punto, encontraba a la señorita Fulton extraordinariamente franca; pero había en ella esa línea divisoria imposible de trasponer. ¿Existía algo más? Harry decía que no. Le parecía insulsa y fría como todas las rubias, y quizá con un poco de anemia cerebral. Pero Berta no estaba de acuerdo con él por el momento.”
Sinceramente pienso que la autora lo que quiso poner de relieve es que Berta, al fin un ama de casa, sin más ocupación que la de administrar su ocio, se entusiasma por todo lo que sea bello, excéntrico, diferente y que pueda exhibir en su hogar como un trofeo, como un objeto de valor de los que gusta rodearse. Es más, le ocurre incluso con la niña, con su hija, su manera de reaccionar al subir a verla al dormitorio no es la de una madre normal, sino la de alguien que admira a esa niña como una obra de arte, algo externo a ella, que sí, dice que la quiere, y de hecho puede ser cierto, pero es un cariño alejado, frío: “-Eres encantadora..., sencillamente encantadora -dijo mientras la besaba, sintiéndola tan tibia y suave-. ¡Te quiero tanto, tanto!
¡Claro que la quería! ¡La quería por entero! Le gustaba sentir su cuello tibio y ver los deliciosos dedos de sus pies que ahora brillaban con rojizas transparencias ante el fuego de la chimenea... Sí, la quería; la quería tanto, que aquella intensa sensación de dicha plena la dominó de nuevo, y otra vez no supo cómo expresarla, ni qué hacer con ella.”. Para Harry se puede colegir por sus palabras que la niña es un “accidente”: “Mi querida señora Knight, no me pregunte por mi hija, porque no la veo casi nunca. No quiero ocuparme de ella hasta que tenga novio…”
Para terminar decir que es un relato extremadamente sensual, casi erótico: “Se puso un vestido blanco, un collar de jade y zapatos verdes. Esta combinación no era casual. Lo había pensado tras muchas horas de haber visto el peral en flor por la ventana del salón.” Berta se viste con los colores que recuerdan al peral, símbolo fálico que simboliza al marido, por quien ella desea sentirse abrazada, envuelta, amada… Por otro lado, durante la cena, se da esta otra imagen: “Y constantemente, en lo profundo de su pensamiento, tenía fija la imagen del peral. Ahora debía ser todo de plata bajo la luz de la luna a la que ser refirió el pobre Eddie; plateado como la señorita Fulton, que estaba acariciando una mandarina con sus dedos largos y tan pálidos que parecían despedir una extraña y débil luz”. Berta sigue pensando en el peral, pero se fija en que su rival acaricia una mandarino, bien pudiera ser la representación de un pecho femenino, aunque también (y es lo más probable), se trate de ciertos atributos masculinos (no olvidemos su relación con Harry que es frío y duro como un tronco: “Bueno, cerremos la tienda -dijo Harry extraordinariamente frío y sereno.”). A Berta, una vez caída la venda sólo le queda exclamar: "¡Su hermoso peral!... […] Berta corrió hacia la ventana. -¿Qué va a pasar ahora? […] Y el peral alto y esbelto, cargado de flores, seguía inmóvil como la llama de una vela que alargándose estuviera casi a punto de tocar el borde plateado de la luna.” Con este cierre interpreto que la autora nos viene a decir que “no va a ocurrir nada que no se espere”: el peral (Harry), continuará arraigado en el jardín, en su posesión donde crecen sus raíces cada vez más profundas (Berta), pero a la vez, con sus ramas alargándose para llegar hasta la luna (Perla Fulton).
Una historia de adulterio, un triángulo amoroso, magníficamente narrado y con muchas incógnitas que dan pie a infinidad de interpretaciones.
Juana Castillo Escobar
Madrid, 10-II-08 – 11,44 a.m.