Pepi Núñez Pérez
Como cada mañana Irma se despierta antes de que suene el reloj. Con un movimiento rápido desconecta la alarma del mismo. Se levanta casi de un salto. Sus pasos ligeros se dirigen al gran ventanal. Sube el estor y una amplia sonrisa se dibuja en su boca. Frente a ella, la playa en total calma y aún con el reflejo anaranjado del reciente amanecer la espera. Pasa al aseo y se pone el bañador, después un chándal, ya empieza a refrescar, se calza las zapatillas de deporte, coge la toalla y se dirige a la mesita de la entrada, toma las llaves, abre la puerta y sale alegre, dispuesta a bajar las escaleras con pequeños brincos, como cuando era una niña de siete años y siempre los saltó de dos en dos.
Al llegar a la Avenida, el aire algo más fresco por el estrenado otoño termina de despejarla. Como siempre se encamina primero al Auditorio, mientras respira el olor a mar que tanto le gusta. Camina una hora diaria. Cuando llega frente a su casa, sudorosa, baja a la arena, se quita la ropa deportiva y se sumerge en el agua casi helada, pero que a ella le da energía hasta que llega la noche. Sale, se seca, se sienta un rato en silencio frente al mar y, después de unos minutos de calma, repasa mentalmente lo que tiene que hacer. Después vuelve al apartamento, se ducha y, envuelta en un albornoz blanco, se va a la pequeña cocina donde prepara el desayuno. Se lo lleva en una bandeja a la terraza, y allí lo saborea, mientras contempla la playa.
Cuando termina de comer, deja recogida la loza y ya pasa a vestirse para ir al trabajo. Le gusta ir bien, pero informal, siempre con un toque hippie: una falda larga, amplia, de suave caída que disimule sus caderas, es de color negro; la camiseta amarilla de amplio escote que deja ver su piel morena, elige una pasmina oscura con dibujos amarillos. Se pone unas sandalias con algo de tacón, se mira los pies y piensa que tiene que encontrar tiempo para que le corten las uñas y le den un buen repaso a los talones, que se ven agrietados, siempre con sus prisas se olvida de ellos. Pasa a maquillarse un poco, sabe que se conserva muy bien. Sus hermosos ojos no necesitan nada para realzarlos, así que sólo se da un toque de brillo en los labios. El pelo corto, ya casi seco, lo puede peinar con mucha facilidad. Un toque de perfume suave, unas joyas de fantasía, y descuelga su enorme bolso, le gusta llevar de todo un poco. Sale y se encamina al Instituto.
La mañana se le pasa muy rápida. Es profesora de literatura y disfruta impartiendo sus clases, por fortuna, tiene un grupo de alumnos estudiosos y nada conflictivos.
Termina a las dos. Hoy es miércoles, no podrá ir a su casa, ni darse otro baño en la playa, este día le toca reunirse con sus compañeras de los diferentes partidos políticos, a los que cada una pertenece, allí comentarán el tema que hoy se discutirá en una emisora local de televisión. Irma está muy implicada con los más desfavorecidos, el tema del debate le interesa mucho, es sobre los indigentes. Su partido pide que se hagan albergues donde puedan dormir, asearse y tener un plato de comida caliente. Después de esta crisis, cada vez son más las personas que pernoctan en la calle. Pero sabe que es difícil, siempre están escasos de dinero.
El día que se reúnen comen en un restaurante cercano a donde se graba el programa. Cuando llega, ya están sus tres compañeras de debate sentadas en la mesa. Después de los saludos, Irma pregunta:
– ¿Se sabe algo de los presupuestos para asuntos sociales?
Sus compañeras le dicen que no con la cabeza, Irma se sienta al tiempo que especifica.
- Hoy me van a oír, pienso contar todas las calamidades que he visto durante la semana, si ellos no hacen nada, estoy segura que las personas que ven nuestro debate nos apoyarán con sus llamadas al programa.
- Irma, con esta crisis tenemos que ser más flexibles -comenta Elena.
- Te aseguro que para nada -contesta Irma–. Voy a contar el caso de Sergio. Este pobre hombre, si continúa en la calle, lo más probable es que amanezca muerto. Me gustaría que los que tienen altos cargos, en vez de estar sentados en sus cómodos sillones, en despachos de lujo, se dieran una vuelta a pie por cualquiera de nuestros barrios.
- Sabes que tienen otras cosas más interesantes que hacer, como jugar al golf o almuerzos en hoteles de todo lujo. Te aseguro que en los lugares que ellos frecuentan, no se van a encontrar a personas como Sergio -apostilla Marta.
Irma se deja caer hacia atrás en la silla. A veces, en ocasiones como esta y pese a su enorme vitalidad, se encuentra derrotada.
- ¿Saben? -dijo con los ojos entornados-, lo llevé a un laboratorio, le pagué unos análisis… Mis temores eran ciertos. Su hígado está muy mal, su color amarillento me hizo sospechar, al igual que su vientre abultado. Un amigo médico le recetó unos medicamentos. También se los compré, pero no puede seguir durmiendo en la calle. Los vecinos nos preocupamos de que coma caliente. Hace mucho que Sergio deambula por
la playa, pero tiene derecho a pasar los días que le queden bien atendido, no descansaré hasta conseguirlo.
Elena, al igual que el resto de las compañeras, la escucha en silencio. Luego ella le dice:
- Irma, de verdad que no entiendo, con lo guapa que eres y lo bien que te conservas, cómo no te buscas un hombre con quien salir a pasear, en vez de estar todo el día buscando a personas como Sergio.
Irma sonríe.
– Hace diez años…, tal vez, ahora ya no. La vida ha sido generosa conmigo. Mi trabajo me gusta. Vivo junto al mar. Tengo muy buenos amigos, pero me preocupan los sin techo, por eso me metí en política. En realidad, aquí, en el partido, yo soy la voz de los que nada tienen, por eso sigo. Aparte, estos pequeños debates que hacemos, nos permiten que nuestras quejas lleguen a la gente llana, la que de verdad nos entiende.
Irma mira el reloj y poniéndose en pie dice:
- ¡Chicas, ya es la hora!, les ruego que cada una me ceda dos minutos de su tiempo, le he prometido a Sergio que esta noche dormirá en una cama y lo voy a conseguir como sea.
Las cuatro mujeres se levantan y se dirigen al estudio de grabación, cada una lleva una carpeta llena de problemas, Irma también, pero esta tarde, su prioridad se llama Sergio.
4 comentarios:
Querida Pepi: estupendo este relato con tintes sociales. Es una pena que los políticos no se preocupen tanto como lo hace Irma.
Me gusta la manera en que narras la primera parte de la historia, por un momento acompañé a tu protagonista en su baño matutino.
Un besito. Isa
Hola.
Es un relato que da tela para cortar. Buena historia para abrir debates. Todos ven la situación desde el punto de vista donde se encuentran parados. Dulce dia. Zulma
Hola
Relato apto para abrir debates. Bueno como disparador de ideas y opiniones. Todo depende del cristal con que se mire. He visto mucho abuso permitido por politicas "asistencialistas". No veo a Sergio como una "víctima"
Dulce día, Zulma
Hola Pepi,
No te he vísto hasta ahora porque me entran los mensajes del grupo como spam y otros ni eso,no me llevo bien con el Yahoooooooooooooo.
Me ha gustado tu relato, muy reivindicativo y muy actual. Me ha sorprendido mucho porque con la playa, la descripción de Irma, su vida resuelta, etc. no me esperaba el tema real. Me ha mantenido atenta que, creo yo, es lo más dificil.
Ah, gracias por tu comentario sobre el mío. Me encanta porque siempre sois positivas al valorar.
Besosssssssss, Consuelo.
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