Isabel Fraile Hernando
Si fuera tu mamá siempre estaría a tu lado. Sin dejarte al cuidado de nadie para emplear el tiempo en pequeñeces, o cenas como la de hoy. Ya ves, ella ha pasado toda la jornada disponiendo los preparativos. Hasta salió a comprar uvas del mismo color que la alfombra, para que el conjunto fuera armonioso .Todo lo hace por parecer el ama de casa perfecta..., la mujer perfecta. Por lucirse delante de sus invitados, esa panda de… Luego, cuando terminó de preparar el escenario, ha subido aquí para juguetear un poco contigo, como una niña que reclama su muñeca.
Si yo fuera tu mamá…, pero solo soy la tata y no está bien que demuestre un cariño excesivo. Me conformo con estar cerca de ti, de bajar tu ropita para que la laven, de hacer con cariño tu comida, no quiero que la cocinera se encargue de ello. Te diré un secreto: más de una vez vi a Tomasa preparar las viandas sin lavarse las manos…, los señores no me importan, de alguna manera se lo tienen merecido. Pero a ti no, no quiero que toque tus alimentos porque podrías enfermar.
Cuando seas una joven capacitada para entender -espero que en eso no te parezcas a tu madre- tal vez te cuente mi historia. Sabrás entonces que viví en un pueblo no lejos de esta ciudad. Era una muchacha alocada, me enamoré y fui correspondida, así de sencillo, pero la relación no era del agrado de mis padres. Mira, los padres se equivocan muchas veces y no solo con los hijos, si se observa un poco, su vida también está llena de contradicciones y fracasos, aunque una gran ceguera les impida verlo.
Para ellos, Ernesto no era de nuestra clase social. Yo estaba destinada a un matrimonio mejor, por algo me procuraron una educación esmerada. Aquel bla, bla, bla continuo me traía sin cuidado. Al poco tiempo se las arreglaron para separarnos. Mi padre y sus contactos hicieron la vida imposible a Ernesto. Él, era pasante en un bufete de los amigos de papá, sufría una presión continua hasta que no pudo aguantar más y se marchó del pueblo. Así me quedé sola, bueno…, sola no. Después…, mi niña…, después… Ocurrió algo que aún me duele recordar. Esperaba ser comprendida o, al menos aceptada. ¡Ilusa de mí! Cuando mamá, esa tarde me ofreció aquella taza de té…, lejos estaba de imaginar que…, pero no.., es mejor que no siga. Después de aquello me marché de casa. Perdí el último lazo que me unía a Ernesto, pero ellos, mis padres, me perdieron para siempre.
Al llegar a esta ciudad la educación recibida durante tantos años me sirvió para encontrar trabajo. En esta casa, tu casa, me aceptaron al considerarme seria, educada, responsable y fuerte, sí, fuerte como el peral plateado del jardín. Tu mamá estaba a punto de tenerte y les pareció oportuno contar con una tata desde el primer momento. Así, ella podría estar descansada después del parto y recuperarse mejor. Esa es mi historia..., la historia que te explicaré cuando seas mayor. Ahora descansa feliz, arropada por las personas que te quieren…
Se escucha ruido abajo. Seguro que están todos los invitados. Tu papá habrá llegado como siempre a la carrera, es su costumbre. Según me contó la chismosa de Tomasa, hoy ha puesto un cubierto más en la mesa para la nueva amiga de tu mamá, una tal señorita Fulton. La cotilla de la cocinera dice que la señorita Fulton ejerce una extraña influencia sobre tu madre, cosa que no me parece rara, a ella le gustan las novedades, se aburre de lo monótono que resulta su vida burguesa. Se nota en su actitud, aunque de un tiempo a esta parte la encuentro un poco distinta… ¿Cómo diría…? Más feliz, tiene en su cara todo el tiempo una sonrisita rara, ¿y qué me dices de la forma de jugar contigo? Antes, al subir a verte, era más estirada, tomaba en cuenta mis directrices. Pero ahora hace lo que le da la gana, poco le importa que me pueda disgustar..., claro que, aunque a veces se me olvide, solo soy la tata.
Duerme, mi niña, mientras cierro las cortinas para que no te deslumbre el reflejo de la luna sobre el peral del jardín…, duerme, mientras abajo continúa la función.
3 comentarios:
Querida Isa, perdona que no te haya hecho ningún comentario antes, pero ya sabes que no he podido. Me encantó tu historia, la tata era un personaje en el que me fijé desde la primera lectura. Le has creado una vida y el relato resulta genial. Mira si me gustó que aunque elegí al poeta, no pude evitar escribir una pequeña reflexión de ella. Voy muy atrasada con todo, incluso en enviar mi relato. Como siempre se nota tu sensibilidad que tanto admiro. Un besote. Pepi.
Como siempre precioso. Un besazo.
Nines
Gracias por tu comentario, Pepi, me alegro te gustara el intertexto. No nos dejes sin saber cuál es la versión de tu tata. Mira, ya lo he dicho más de una vez, me encantan estos ejercicios porque dotamos a los personajes de otras vidas al margen de lo que el autor nos quiso contar.
Te mando un fuerte abrazo… Isa.
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