Bella Clara Ventura
amor eterno te juré.
En el altar di siete vueltas en torno a ti.
Bajo el atisbo a Jerusalén
quise verte como maestro
en la enseñanza de cada aurora,
despertar de nuevos besos
a la cacería de caricias en rocío.
Desde ese momento
un aro de promesas en el anular
indican a la mujer de velos
que en tu mirar cosecha estrellas.
Han pasado algunos años.
Duros al comienzo.
Te vestiste de espejo.
El reflejo entre vientos y huracanes.
Era yo creciendo al ritmo
del paso de tu vida
en azahares y vinos expuesta.
Brindamos con la copa de plata
de los ancestros.
Adán y Eva se hicieron a la fiesta.
De su costilla salió mi aliento.
Y de tus abrazos, saqué la fuerza
para vivir sin remiendos.
Somos dignos descendientes
del pecado original,
lejos de ahuyentar el sueño
nos siembra en el corazón de la tierra
la unión de pareja
hecha aljibe de otras piedras,
huéspedes de un canto,
eco del Cantar de los Cantares
en la piel de nuestras remembranzas.
Yo para ti…Tú para mí.
Notas de otros tiempos,
enamorados en nombre propio.
Cupido clavó la flecha
de alivios y tapetes volantes a tu lado.
Hacia el Oriente,
Tierra Prometida
donde florece el ojo del amor
sin desorientar sentidos
ni recuerdos marchitar.
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