Pepi Núñez Pérez
Cuando volvió a la realidad, el agua se había enfriado, ya no era agradable permanecer en la bañera. Salió y se secó con suavidad, se envolvió en el albornoz y se cepillo el pelo. Se miró con calma en el espejo, pese a todo se conservaba muy bien. Después fue al ropero y buscó un hermoso camisón de suave seda, era de un color no muy definido, mezcla de salmón y dorado, se lo puso en memoria de aquellos atardeceres que tanto disfrutó en su niñez. Luego abrió la estrecha gaveta de la mesilla de noche y sacó la cajita de los tranquilizantes, los volcó sobre la cama y los miró, eran pequeñas pastillitas de color rosado, había muchas, las fue a contar pero cambió de opinión. Tomó el vaso de agua que dejó preparado antes del baño, y se fue tomando las diminutas grageas de tres en tres. Cuando acabó, respiró aliviada. Guardó la caja dentro de la mesilla y se recostó en la cama. Por fin iba a dormir tranquila, sin tener más disgustos cada nuevo día.
En los meses anteriores lo dejó todo preparado. Sus hijos, pese a tenerla en el olvido, iban a recibir cada uno de forma detallada lo que ella pensó que les gustaría. También les dejó una carta escrita donde les contaba su verdad, la auténtica, no la mentira que les hizo creer su padre. Notó que un suave sopor empañaba sus pensamientos, entonces se dijo que ya estaba bien de tristezas. Sus últimas remembranzas deseó que fueran las de su niñez, cuando de verdad fue feliz con tan poco. De nuevo recordó el ardiente sol de junio, se acurrucó en la enorme cama, como cuando era pequeña y en la hora de la siesta el calor la amodorraba. El olor a violetas le llegó como si las tuviera a su lado, quiso abrir los ojos, pero sus parpados pesaban mucho. Intentó verlas con la imaginación, pero sólo pudo ver el resplandor dorado del atardecer. Por primera vez en muchos años se sintió feliz y tranquila en medio de aquel sueño dorado del que ya no volvió a despertar.
2 comentarios:
PEPI!! QUE ENORME RELATO...QUE SENTIDO, ES MARAVILLOSO.
LO QUE MÁS ME GUSTÓ, FUE ESE QUIEBRE QUE LE DAS, Y NO ESPERA QUE A ESA MUJER EL INFIERNO LA TENÍA PRESA. UFF Y CON QUÉ DIGNIDAD SE FUE A SUS ATARDECERES.
GIGANTE RELATO...CARGADO DE SENSACIONES, COLORES, OLORES.
FELICITACIONES.
ADRIANA.
Genial Pepi, abordas el tema del suicidio de una manera tranquila ,sin traumas .Es difícil en una narración así no caer en los tópicos ,pero tú pasas por encima con suavidad.., hasta aquí me ha llegado el olor de las violetas... Muy buen relato.
Un besito fragante. Isa
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