Álvaro Mutis - Imagen obtenida en Internet |
martes, 24 de septiembre de 2013
In memoriam: ÁLVARO MUTIS JARAMILLO
Álvaro Mutis Jaramillo (Bogotá,
25 de agosto de 1923 – Ciudad de México, domingo 22 de septiembre de 2013). Novelista, diplomático, periodista y poeta colombiano. Es Considerado uno de los escritores
hispanoamericanos contemporáneos más importantes.
A lo largo de su carrera
literaria recibió, entre otros, el Premio Xavier Villaurrutia en 1988, el
Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1997, el Premio Reina Sofía de
Poesía Iberoamericana en 1997, el Premio Cervantes en 2001 y el Premio
Internacional Neustadt de Literatura en 2002.
Cita
Álvaro Mutis
Bien sea en la orilla del
río que baja de la cordillera
golpeando sus aguas
contra troncos y metales dormidos,
en el primer puente que
lo cruza y que atraviesa el tren
en un estruendo que se
confunde con el de las aguas;
allí, bajo la plancha de
cemento,
con sus telarañas y sus
grietas
donde moran grandes
insectos y duermen los murciélagos;
allí, junto a la fresca
espuma que salta contra las piedras;
allí bien pudiera ser.
O tal vez en un cuarto de
hotel,
en una ciudad a donde
acuden los tratantes de ganado,
los comerciantes en
mieles, los tostadores de café.
A la hora de mayor
bullicio en las calles,
cuando se encienden las
primeras luces
y se abren los burdeles
y de las cantinas sube la
algarabía de los tocadiscos,
el chocar de los vasos y
el golpe de las bolas de billar;
a esa hora convendría la
cita
y tampoco habría esta vez
incómodos testigos,
ni gentes de nuestro
trato,
ni nada distinto de lo
que antes te dije:
una pieza de hotel, con
su aroma a jabón barato
y su cama manchada por la
cópula urbana
de los ahítos hacendados.
O quizá en el hangar
abandonado en la selva,
a donde arrimaban los
hidroaviones para dejar el correo.
Hay allí un cierto
sosiego, un gótico recogimiento
bajo la estructura de
vigas metálicas
invadidas por el óxido
y teñidas por un polen
color naranja.
Afuera, el lento desorden
de la selva,
su espeso aliento
recorrido
de pronto por la gritería
de los monos
y las bandadas de aves
grasientas y rijosas.
Adentro, un aire suave
poblado de líquenes
listado por el tañido de
las láminas.
También allí la soledad
necesaria,
el indispensable
desamparo, el acre albedrío.
Otros lugares habría y
muy diversas circunstancias;
pero al cabo es en
nosotros
donde sucede el encuentro
y de nada sirve
prepararlo ni esperarlo.
La muerte bienvenida nos
exime de toda vana sorpresa.
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