y que en tus grandes ojos reverberas
la lumbre de los astros inmortal.
cuando en el mismo valle hemos nacido,
niña gentil, para adorarnos, dos.
Torrentes brota de armonía el alma;
huyamos a los bosques a cantar.
Dénos la sombra tu inocente palma,
y reposo tu virgen soledad.
Que nacimos de un aura al mismo arrullo,
para ser, yo el insecto, tú la flor.
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