El altruismo por imposición lleva a la hipocresía. Esa frase, dicha por el orador en un tono algo más alto que el resto, sacudió a David del duermevela en que estaba sumido. En un primer momento hasta temió que el hombre se hubiera dado cuenta de sus cabeceos. La disertación era aburrida en extremo, al menos para él. Le irritaban ese tipo de actos donde el conferenciante (como era el caso) parecía encantado con su propia voz.
miércoles, 18 de abril de 2012
Relato inspirado en frases de la obra "La yernocracia" de Clarín
La Conferencia
El altruismo por imposición lleva a la hipocresía. Esa frase, dicha por el orador en un tono algo más alto que el resto, sacudió a David del duermevela en que estaba sumido. En un primer momento hasta temió que el hombre se hubiera dado cuenta de sus cabeceos. La disertación era aburrida en extremo, al menos para él. Le irritaban ese tipo de actos donde el conferenciante (como era el caso) parecía encantado con su propia voz.
Aunque al ser egoísmo y amor dos palabras de etimología enfrentada
era lógica su presencia en el evento. Carlos, su pareja, insistió mucho para que le acompañase aquella
tarde y, como su sentimiento por él era más fuerte que la incomodidad de pasar
dos horas escuchando a un “plomo”, accedió al final. Miró a la derecha, atento
al discurso, el perfil de Carlos le conmovió como siempre.
El conferenciante sostuvo en
ese momento que, La política y la autocracia están reñidas con la sinceridad. Y en eso David no pudo menos que darle la razón. Conservaba su puesto
porque Carlos era sobrino del jefe de negociado, un puesto de esos que tienen
todos los partidos políticos reservados para sus dinosaurios. Aunque él era
responsable y cumplidor con su trabajo, sin la relación “más o menos” aceptada
por su tío, hubiera engrosado hace tiempo la lista del paro. El nepotismo llega disfrazado de hipocresía, de
no ser así, tampoco Carlos hubiera conservado su puesto actual en la oficina.
A su memoria vino la época en
que disfrazaron de simple amistad sus sentimientos. Las miradas indiscretas de
sus compañeros, los cuchicheos a su paso, las indirectas maliciosas. La
sociedad presume de ideas abiertas y
respetuosas pero en ciertas capas le queda el doblez provinciano de tiempos pasados.
Incluso allí, arropados por el manto filial lidiaron con algún problema.
Carlos, al ser una persona espiritual, no pudo entender
el egoísmo que rezumaban aquellos rescriptos firmados por su tío,
aquellas series de normas dirigidas a todos los componentes de la oficina
pero con dos claros destinatarios.
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