miércoles, 29 de septiembre de 2010
Las alumnas y la profesora del Taller te recomiendan leer:
Bajo un millón de sombras, es la primera novela de la periodista inglesa Andrea BUSFIELD y está basada en su experiencia personal en Afganistán, país al que fue enviada a cubrir la noticia de la caída de los talibanes para el News of the World. Actualmente es subdirectora del Gulf Times.
La novela, narrada en primera persona por su protagonista, cuenta la historia de Fawad, un niño de diez años que no para de preguntarse de por qué su madre no hace más que repetirle que él nació “bajo la sombra de los talibanes”. Al crecer comprende que no es el único niño que nació bajo esa sombra. También lo hicieron su primo Yahid, la niña Yamila, Spandi, su mejor amigo. Nacieron en esos tiempos a los que su madre los llamaba, a los talibanes, “fabricantes de sombras”.
Es una novela dura pero, dentro de esa dureza, hay amor, ilusiones, camaradería, sonrisas y..., muerte. De fácil lectura, nos presenta un Afganistán que tiene un corazón que late y se mueve en pos de una libertad que se resiste en llegarle.
La novela, narrada en primera persona por su protagonista, cuenta la historia de Fawad, un niño de diez años que no para de preguntarse de por qué su madre no hace más que repetirle que él nació “bajo la sombra de los talibanes”. Al crecer comprende que no es el único niño que nació bajo esa sombra. También lo hicieron su primo Yahid, la niña Yamila, Spandi, su mejor amigo. Nacieron en esos tiempos a los que su madre los llamaba, a los talibanes, “fabricantes de sombras”.
Es una novela dura pero, dentro de esa dureza, hay amor, ilusiones, camaradería, sonrisas y..., muerte. De fácil lectura, nos presenta un Afganistán que tiene un corazón que late y se mueve en pos de una libertad que se resiste en llegarle.
Frases que me han gustado:
“No podemos conocer las auténticas intenciones de un hombre en una sola noche” (Pág. 58).
“Un árbol no se mueve a menos que haya viento” (Pág. 255).
“No detengas un asno que no es tuyo” (Pág. 256).
“Un día ves a un amigo, el siguiente ves a un hermano” – Dicho afgano.
“No podemos conocer las auténticas intenciones de un hombre en una sola noche” (Pág. 58).
“Un árbol no se mueve a menos que haya viento” (Pág. 255).
“No detengas un asno que no es tuyo” (Pág. 256).
“Un día ves a un amigo, el siguiente ves a un hermano” – Dicho afgano.
Juana Castillo Escobar
Autores consagrados, poesía: Gabriela Mistral
Imagen obtenida en Internet
Miedo
Gabriela Mistral
Gabriela Mistral
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan;
se hunde volando en el Cielo
y no baja hasta mi estera;
en el alero hace el nido
y mis manos no la peinan.
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan.
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Con zapatitos de oro
¿cómo juega en las praderas?
Y cuando llegue la noche
a mi lado no se acuesta...
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Y menos quiero que un día
me la vayan a hacer reina.
La subirían al trono
a donde mis pies no llegan.
Cuando viniese la noche
yo no podría mecerla...
¡Yo no quiero que a mi niña
me la vayan a hacer reina!
golondrina me la vuelvan;
se hunde volando en el Cielo
y no baja hasta mi estera;
en el alero hace el nido
y mis manos no la peinan.
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan.
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Con zapatitos de oro
¿cómo juega en las praderas?
Y cuando llegue la noche
a mi lado no se acuesta...
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Y menos quiero que un día
me la vayan a hacer reina.
La subirían al trono
a donde mis pies no llegan.
Cuando viniese la noche
yo no podría mecerla...
¡Yo no quiero que a mi niña
me la vayan a hacer reina!
Autores consagrados: micro relato de Ah'med Ech Chiruani
Imagen obtenida en Internet
Los ojos culpables
Ah'med Ech Chiruani (1)
Cuentan que un hombre compró a una muchacha por cuatro mil denarios. Un día la miró y echó a llorar. La muchacha le preguntó por qué lloraba; él respondió:
-Tienes tan bellos ojos que me olvido de adorar a Dios.
Cuando quedó sola, la muchacha se arrancó los ojos. Al verla en ese estado el hombre se afligió y le dijo:
-¿Por qué te has maltratado así? Has disminuido tu valor.
Ella le respondió:
-No quiero que haya nada en mí que te aparte de adorar a Dios.
A la noche, el hombre oyó en sueños una voz que le decía:
-La muchacha disminuyó su valor para ti, pero lo aumentó para nosotros y te la hemos tomado.
Al despertar, encontró cuatro mil denarios bajo la almohada. La muchacha estaba muerta.
(1).- Se desconoce la identidad del autor; aunque el relato aparece con nombre y apellidos, se supone que éste es, o bien un pseudónimo, o el nombre del editor.
-Tienes tan bellos ojos que me olvido de adorar a Dios.
Cuando quedó sola, la muchacha se arrancó los ojos. Al verla en ese estado el hombre se afligió y le dijo:
-¿Por qué te has maltratado así? Has disminuido tu valor.
Ella le respondió:
-No quiero que haya nada en mí que te aparte de adorar a Dios.
A la noche, el hombre oyó en sueños una voz que le decía:
-La muchacha disminuyó su valor para ti, pero lo aumentó para nosotros y te la hemos tomado.
Al despertar, encontró cuatro mil denarios bajo la almohada. La muchacha estaba muerta.
(1).- Se desconoce la identidad del autor; aunque el relato aparece con nombre y apellidos, se supone que éste es, o bien un pseudónimo, o el nombre del editor.
A la hora de escribir los maestros opinan... Y tú, ¿por qué escribes?... Augusto Roa Bastos
Imagen obtenida en Internet
Picad sobre el título
In Memoriam de José Antonio Labordeta
Imagen obtenida en Internet
Miles de personas dieron su adiós al político, escritor y cantautor José Antonio Labordeta, fallecido a los 75 años en la madrugada del domingo 19-IX-2010. La capilla ardiente, abierta toda la tarde en el Palacio de la Aljafería de Zaragoza, sede de las Cortes de Aragón, cerró sus puertas tras el paso de 26.150 personas. La capilla, ubicada en el salón de San Jorge, volvió a ser abierta el 20-IX-2010 hasta las 21.00 horas. (Pica sobre el título).
domingo, 26 de septiembre de 2010
Colaboraciones externas: un poema-noticia de Héctor-José CORREDOR CUERVO - Colombia
El mono jojoy - Jorge Briceño
Imagen obtenida en Internet
OPERACIÓN SODOMA
Por Coronel Héctor José Corredor Cuervo
Por Coronel Héctor José Corredor Cuervo
Bajo sombras en satánica guarida
se ocultaba la fiera de la maldad
que tenía con sus garras sometida
a regiones de mayor prosperidad.
Era una bestia con manos criminales
que incendiaba las veredas y poblados
con artefactos de fuegos infernales
ante ojos de pobladores aterrados.
Ríos de sangre rugientes cual torrente
dejó en los surcos de todos los sembrados
y con cadenas amarró al inocente
en los corrales de toscos alambrados.
Sus alaridos los oyó el universo
cuando incitaba a todos los mortales
a proseguir tras las huellas del perverso
que subyuga con sus prácticas asnales.
Mas desde el cielo bajaron a Sodoma
unos ángeles con alma de soldado
que sintieron el ruido de la carcoma
taladrando la mente del torturado.
Llegaron al corazón de la trinchera,
camuflados tras los lampos del valor,
para hallar el escondite de la fiera
que colmaba nuestra patria de terror.
Hoy en el mundo se siente algarabía
por maniobra de los hombres corajudos
que tuvieron el valor y la osadía
de acabar con la larva de los tozudos.
Bravo guerreros, de una patria grandiosa
que sueña lograr la paz con libertad,
sin presencia de la bestia belicosa
que satura las campiñas de orfandad.
23 de septiembre de 2010. Homenaje a los mandos de la Fuerza Pública y a los héroes que intervinieron en la operación Sodoma en la cual fue dado de baja Víctor Julio Suárez Rojas a. Jorge Briseño o a. Mono Jojoy y otros importantes miembros de la cúpula de las autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC.
se ocultaba la fiera de la maldad
que tenía con sus garras sometida
a regiones de mayor prosperidad.
Era una bestia con manos criminales
que incendiaba las veredas y poblados
con artefactos de fuegos infernales
ante ojos de pobladores aterrados.
Ríos de sangre rugientes cual torrente
dejó en los surcos de todos los sembrados
y con cadenas amarró al inocente
en los corrales de toscos alambrados.
Sus alaridos los oyó el universo
cuando incitaba a todos los mortales
a proseguir tras las huellas del perverso
que subyuga con sus prácticas asnales.
Mas desde el cielo bajaron a Sodoma
unos ángeles con alma de soldado
que sintieron el ruido de la carcoma
taladrando la mente del torturado.
Llegaron al corazón de la trinchera,
camuflados tras los lampos del valor,
para hallar el escondite de la fiera
que colmaba nuestra patria de terror.
Hoy en el mundo se siente algarabía
por maniobra de los hombres corajudos
que tuvieron el valor y la osadía
de acabar con la larva de los tozudos.
Bravo guerreros, de una patria grandiosa
que sueña lograr la paz con libertad,
sin presencia de la bestia belicosa
que satura las campiñas de orfandad.
23 de septiembre de 2010. Homenaje a los mandos de la Fuerza Pública y a los héroes que intervinieron en la operación Sodoma en la cual fue dado de baja Víctor Julio Suárez Rojas a. Jorge Briseño o a. Mono Jojoy y otros importantes miembros de la cúpula de las autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC.
A la patria no le pido nada, tan solo quiero seguirle sirviendo con honor y honestidad hasta la muerte
martes, 21 de septiembre de 2010
Un poema-homenaje a todos aquellos que sufren de Alzheimer y a sus cuidadores
Salvador Dalí - Galatea de las esferas
LOS REMEROS DEL OLVIDO
Yolanda Mendieta
Llegó el día en que los barqueros del crepúsculo
llevan su barca por el río del olvido,
dejando en cada caudal las ilusiones
por las que tanto estuvo luchando y ha vivido...
Ha llegado el día en que el señor de los recuerdos
le quita sus favores,
mandó al señor olvido a morar a su casa,
y uno a uno de su memoria los recuerdos la abandonan,
dejándola sin pasado, vacía,
sin nada…
Si algún día su cuerpo siguiese vivo,
pero espera plácidamente a esa negra dama,
que venga rauda, por Dios y suavemente
la lleve a bailar a la eternidad,
y así no le duela la partida de este su añorado puerto.
Y si un día yo mirase a mi hija y sea para mí desconocida,
que mi amante sea para mí un hombre sin alma
y sienta que toda mi vida se quede allá flotando
en los cauces del río del olvido…
Ese día gran dama, llama a mi puerta
¡ese día gran dama…
llévame contigo!
Un relato-homenaje a todos aquellos que sufren de Alzheimer y a sus cuidadores
Imagen obtenida en Internet
SENTADA AL BORDE DEL ABISMO
Estos últimos años la abuela no es quien era. Poco a poco se marchitó como las flores olvidadas, aquellas a las que nadie cuida ni riega.
Pasa las horas con la vista perdida en un punto de la pared, o del parque, o del cielo, como si contemplara el infinito, más aún, como si ya estuviera en el infinito o formase parte de él.
Le hablas y te sonríe con su boca de bebé, libre de dientes. Puedes llegar a creer que te escucha… En ocasiones es como si fuera a responder pero hace meses que dejó de hablar. Pero su mirada, su mirada parece que vaya a contestar de un momento a otro. Es más, sientes que desea hacerlo. ¿Quién sabe lo que le bullirá en la cabeza? ¡Si es que aún le bulle algo en ella! ¡Con lo que le gustaba hilvanar historias! ¿Será posible que, aun a pesar de cómo se encuentra, recuerde alguna de ellas o, incluso, invente otras nuevas? ¿Vivirá una historia paralela a sus circunstancias?
Con sinceridad, y después de observarla tanto, creo que sí, que aún cavila a pesar de estar tan lejos de todo lo que le rodea. Eso me produce una enorme desazón. ¡Pensar que está encarcelada en su propio cuerpo hace que un escalofrío recorra mi espina dorsal! Es un pajarillo en una jaula de piel y huesos, un pajarillo que no puede piar, saltar de uno a otro palo de la jaula, un pajarillo que ya jamás volará.
Hoy está rara, la noto nerviosa, en tensión. Es como si escuchara algo que tan sólo ella es capaz de oír. Eso me saca de mis casillas. En el fondo me hace sentir miedo, como cuando de niño me contaba la historia del ángel de la muerte. Por mucho que la quisiera adornar para que me resultara agradable… Aquello que decía de que quienes iban a morir pronto escuchaban las campanillas de los ángeles acercarse, ese soplo de viento entre sus alas, un batir imperceptible para el oído de los mortales sanos pero algo audible para los enfermos a punto de emprender su vuelo, un sonido de campanillas que te envuelve y, entre las alas acunada, saltas hacia el abismo que separa ambos mundos… En esto prefiero no pensar.
Solemos turnarnos para cuidarla. Ya no debe, ni es bueno, que se quede sola en casa, podría caerse o tener cualquier accidente. Es, mal comparado, como una niña traviesa pero muy torpe.
Por lo general me toca a mí quedarme con ella. Soy su nieto, me llamo Jorge y deseo ser escritor pero en casa no hay quien escriba, siempre está llena: mis padres, cuando llegan del trabajo; mis hermanas mayores que, en cuanto pueden, cotillean mis escritos, me los quitan, se los tiran la una a la otra…; los tíos, que vienen a ver a la abuela muy a menudo, con los primos... ¡A veces, esta casa, parece una feria! Y, lo peor de todo, es que la abuela también lo nota y se pone muy nerviosa.
Cuando estamos los dos solos la observo reposada, tranquila. La siento en su sillón, junto al ventanal de la terraza, para que pueda ver el parque, los álamos que lo rodean, los abetos que hay en el jardincillo que está debajo de nuestra casa, la ría, el cielo, las macetas con rosas, geranios, claveles… Y ella se tranquiliza, sonríe, mueve la cabeza y, en su movimiento, parece que asiente, que todo lo que ve le gusta. Entonces yo aprovecho bien para preparar la comida, para escribir, o, simplemente, para observarla.
Llevo un par de años en el paro. Busco un trabajo, de lo que sea, no me importa. Lo mismo me da ser descargador, mozo en unos grandes almacenes, bombero o limpiabotas (y eso que ya no hay, a lo mejor, si me hago con todo lo imprescindible puedo ir por los bares y las esquinas de las calles limpiando zapatos, quizá no sea una mala idea. Estas cavilaciones en solitario pueden llegar a ser muy productivas. Claro que, si no hablo me vuelvo loco).
A pesar de mis dos licenciaturas no encuentro nada, hoy por hoy no hay “vacantes” y las oposiciones... Ya me he preparado cinco diferentes, a ver si con la sexta consigo algo. Claro que, si no estudio, los ratos libres los aprovecho para escribir, para observar a la abuela y anotar todas sus reacciones y las mías ante su continuo deterioro, pues como que así no llegaré a ninguna parte.
En casa, mal que bien, los demás sí trabajan, conseguimos vivir con la suma de sus sueldos. Y el que yo pueda quedarme con la abuela casi a diario salva a todos del apuro.
Tengo que preparar la comida. Pero la abuela me preocupa. Mucho. Hoy está demasiado rara.
Acaba de estirarse como un gato sobre el sillón, algo que rara vez hace. Mira hacia la puerta de la sala. El caso es que yo no he escuchado nada, ningún ruido. Ahora sí. Canta el canario de doña Benita, la maestra jubilada del piso de arriba, ¿Acaso es eso lo que le molesta a la abuela, el canario? Siempre le gustó oír al Pichi. ¡Qué extraño! ¡Sí, muy extraña la veo yo hoy!
- Abuela, abuela, tranquila, tranquila, no pasa nada. Mírame, abuela, mírame. Soy yo, Jorge, tu nieto. Estoy aquí contigo, como siempre. Soy tu niño, ¿recuerdas? ¿Recuerdas cuando me contabas aquéllas historias maravillosas? ¿Cuando me enseñaste a tocar el piano? Solías decir: Eres un niño muy dulce, tan aplicado y complaciente, refinado como tu madre… No eres como tus hermanas que han salido tan bastas como mi hijo, vuestro padre que mira que me molesté en pulirlo, pero no hubo manera de hacerlo. Jajaja. De vez en cuando se lo recuerdo a los tres y vienen tras de mi a “ahogarme”, de mentirijillas, pero me agarran del cuello, al menos Elsa y Judith que siguen tan juguetonas como siempre. Como dice mamá, al menos no hemos perdido la capacidad de jugar y sonreír. Es que, ¡vaya temporada! Primero el abuelo. Luego tú con esta enfermedad… ¡Menuda perorata, ¿verdad, abuela?! Y eso que iba a ir a la cocina para calentar la comida y dártela. Tienes que tomar tus pastillas. Aún sigues intranquila, a pesar de mi charla. ¿Acaso tienes caquita? No sé por qué me molesto en preguntar, si no me entiendes… Parece que no, al menos no huele. Tengo que atarte a la butaca. ¡No sabes cuánto lo lamento, abuela, pero debo echar un vistazo al horno! Tú tranquila. Dejaré la puerta de la sala y la de la cocina abiertas, así te puedo ver y escuchar… ¡Qué memez! ¡Escuchar! ¡Ja!
¡Qué forma de aullar tan lastimera! Ese debe de ser el perro de Elías, el vecino de abajo. ¿Qué es lo que pasa hoy? ¿Qué es lo que pasa? ¡Uf, qué frío! Voy a poner las manos un poquito junto al horno. ¡Caray, ni me he fijado que estoy como un carámbano!
- Las campanillas de los ángeles.
- ¿Has dicho algo, abuela? Ya voy. En cuanto apague el…
- Las campanillas de los ángeles.
- ¡Abuela! ¡Abuela! Sí, sí, ya estoy aquí; ahora mismo te desato. Me ha parecido que susurrabas algo. ¿A qué vienen esos golpes con el bastón? Me vas a dar sin querer. Y ahora, ¿por qué lo tiras contra la pared? Abuela, por favor, estate quieta o te caerás del asiento.
- Bor-deea-bis-mo. Bor-dee-a-bis-moo.
- Abuela. No me asustes. ¿Qué dices? No te he entendido, abuela, hace tanto que no hablas, ha sonado tan ronca tu voz… ¿Qué has dicho del abismo? ¿Qué has dicho? ¡Abuela! ¡Mírame, abuela, háblame de nuevo! Gracias por mirarme, abuela. También tú estás helada. Encenderé la calefacción, te acariciaré para que entres en calor, sé que me vas a decir algo, tus ojos me lo indican… Aunque si no dices nada te lo agradezco, porque, ¿sabes? Yo estoy cagado de miedo.
- Y yo estoy sentada al borde del abismo donde suenan las campanillas de los ángeles.
Juana Castillo Escobar ®
Estos últimos años la abuela no es quien era. Poco a poco se marchitó como las flores olvidadas, aquellas a las que nadie cuida ni riega.
Pasa las horas con la vista perdida en un punto de la pared, o del parque, o del cielo, como si contemplara el infinito, más aún, como si ya estuviera en el infinito o formase parte de él.
Le hablas y te sonríe con su boca de bebé, libre de dientes. Puedes llegar a creer que te escucha… En ocasiones es como si fuera a responder pero hace meses que dejó de hablar. Pero su mirada, su mirada parece que vaya a contestar de un momento a otro. Es más, sientes que desea hacerlo. ¿Quién sabe lo que le bullirá en la cabeza? ¡Si es que aún le bulle algo en ella! ¡Con lo que le gustaba hilvanar historias! ¿Será posible que, aun a pesar de cómo se encuentra, recuerde alguna de ellas o, incluso, invente otras nuevas? ¿Vivirá una historia paralela a sus circunstancias?
Con sinceridad, y después de observarla tanto, creo que sí, que aún cavila a pesar de estar tan lejos de todo lo que le rodea. Eso me produce una enorme desazón. ¡Pensar que está encarcelada en su propio cuerpo hace que un escalofrío recorra mi espina dorsal! Es un pajarillo en una jaula de piel y huesos, un pajarillo que no puede piar, saltar de uno a otro palo de la jaula, un pajarillo que ya jamás volará.
Hoy está rara, la noto nerviosa, en tensión. Es como si escuchara algo que tan sólo ella es capaz de oír. Eso me saca de mis casillas. En el fondo me hace sentir miedo, como cuando de niño me contaba la historia del ángel de la muerte. Por mucho que la quisiera adornar para que me resultara agradable… Aquello que decía de que quienes iban a morir pronto escuchaban las campanillas de los ángeles acercarse, ese soplo de viento entre sus alas, un batir imperceptible para el oído de los mortales sanos pero algo audible para los enfermos a punto de emprender su vuelo, un sonido de campanillas que te envuelve y, entre las alas acunada, saltas hacia el abismo que separa ambos mundos… En esto prefiero no pensar.
Solemos turnarnos para cuidarla. Ya no debe, ni es bueno, que se quede sola en casa, podría caerse o tener cualquier accidente. Es, mal comparado, como una niña traviesa pero muy torpe.
Por lo general me toca a mí quedarme con ella. Soy su nieto, me llamo Jorge y deseo ser escritor pero en casa no hay quien escriba, siempre está llena: mis padres, cuando llegan del trabajo; mis hermanas mayores que, en cuanto pueden, cotillean mis escritos, me los quitan, se los tiran la una a la otra…; los tíos, que vienen a ver a la abuela muy a menudo, con los primos... ¡A veces, esta casa, parece una feria! Y, lo peor de todo, es que la abuela también lo nota y se pone muy nerviosa.
Cuando estamos los dos solos la observo reposada, tranquila. La siento en su sillón, junto al ventanal de la terraza, para que pueda ver el parque, los álamos que lo rodean, los abetos que hay en el jardincillo que está debajo de nuestra casa, la ría, el cielo, las macetas con rosas, geranios, claveles… Y ella se tranquiliza, sonríe, mueve la cabeza y, en su movimiento, parece que asiente, que todo lo que ve le gusta. Entonces yo aprovecho bien para preparar la comida, para escribir, o, simplemente, para observarla.
Llevo un par de años en el paro. Busco un trabajo, de lo que sea, no me importa. Lo mismo me da ser descargador, mozo en unos grandes almacenes, bombero o limpiabotas (y eso que ya no hay, a lo mejor, si me hago con todo lo imprescindible puedo ir por los bares y las esquinas de las calles limpiando zapatos, quizá no sea una mala idea. Estas cavilaciones en solitario pueden llegar a ser muy productivas. Claro que, si no hablo me vuelvo loco).
A pesar de mis dos licenciaturas no encuentro nada, hoy por hoy no hay “vacantes” y las oposiciones... Ya me he preparado cinco diferentes, a ver si con la sexta consigo algo. Claro que, si no estudio, los ratos libres los aprovecho para escribir, para observar a la abuela y anotar todas sus reacciones y las mías ante su continuo deterioro, pues como que así no llegaré a ninguna parte.
En casa, mal que bien, los demás sí trabajan, conseguimos vivir con la suma de sus sueldos. Y el que yo pueda quedarme con la abuela casi a diario salva a todos del apuro.
Tengo que preparar la comida. Pero la abuela me preocupa. Mucho. Hoy está demasiado rara.
Acaba de estirarse como un gato sobre el sillón, algo que rara vez hace. Mira hacia la puerta de la sala. El caso es que yo no he escuchado nada, ningún ruido. Ahora sí. Canta el canario de doña Benita, la maestra jubilada del piso de arriba, ¿Acaso es eso lo que le molesta a la abuela, el canario? Siempre le gustó oír al Pichi. ¡Qué extraño! ¡Sí, muy extraña la veo yo hoy!
- Abuela, abuela, tranquila, tranquila, no pasa nada. Mírame, abuela, mírame. Soy yo, Jorge, tu nieto. Estoy aquí contigo, como siempre. Soy tu niño, ¿recuerdas? ¿Recuerdas cuando me contabas aquéllas historias maravillosas? ¿Cuando me enseñaste a tocar el piano? Solías decir: Eres un niño muy dulce, tan aplicado y complaciente, refinado como tu madre… No eres como tus hermanas que han salido tan bastas como mi hijo, vuestro padre que mira que me molesté en pulirlo, pero no hubo manera de hacerlo. Jajaja. De vez en cuando se lo recuerdo a los tres y vienen tras de mi a “ahogarme”, de mentirijillas, pero me agarran del cuello, al menos Elsa y Judith que siguen tan juguetonas como siempre. Como dice mamá, al menos no hemos perdido la capacidad de jugar y sonreír. Es que, ¡vaya temporada! Primero el abuelo. Luego tú con esta enfermedad… ¡Menuda perorata, ¿verdad, abuela?! Y eso que iba a ir a la cocina para calentar la comida y dártela. Tienes que tomar tus pastillas. Aún sigues intranquila, a pesar de mi charla. ¿Acaso tienes caquita? No sé por qué me molesto en preguntar, si no me entiendes… Parece que no, al menos no huele. Tengo que atarte a la butaca. ¡No sabes cuánto lo lamento, abuela, pero debo echar un vistazo al horno! Tú tranquila. Dejaré la puerta de la sala y la de la cocina abiertas, así te puedo ver y escuchar… ¡Qué memez! ¡Escuchar! ¡Ja!
¡Qué forma de aullar tan lastimera! Ese debe de ser el perro de Elías, el vecino de abajo. ¿Qué es lo que pasa hoy? ¿Qué es lo que pasa? ¡Uf, qué frío! Voy a poner las manos un poquito junto al horno. ¡Caray, ni me he fijado que estoy como un carámbano!
- Las campanillas de los ángeles.
- ¿Has dicho algo, abuela? Ya voy. En cuanto apague el…
- Las campanillas de los ángeles.
- ¡Abuela! ¡Abuela! Sí, sí, ya estoy aquí; ahora mismo te desato. Me ha parecido que susurrabas algo. ¿A qué vienen esos golpes con el bastón? Me vas a dar sin querer. Y ahora, ¿por qué lo tiras contra la pared? Abuela, por favor, estate quieta o te caerás del asiento.
- Bor-deea-bis-mo. Bor-dee-a-bis-moo.
- Abuela. No me asustes. ¿Qué dices? No te he entendido, abuela, hace tanto que no hablas, ha sonado tan ronca tu voz… ¿Qué has dicho del abismo? ¿Qué has dicho? ¡Abuela! ¡Mírame, abuela, háblame de nuevo! Gracias por mirarme, abuela. También tú estás helada. Encenderé la calefacción, te acariciaré para que entres en calor, sé que me vas a decir algo, tus ojos me lo indican… Aunque si no dices nada te lo agradezco, porque, ¿sabes? Yo estoy cagado de miedo.
- Y yo estoy sentada al borde del abismo donde suenan las campanillas de los ángeles.
Madrid, 1º de Abril de 2010 – 19,27 p.m. – 20,50 p.m.
Madrid, 5-IV-2010 – 14,13 p.m.
Madrid, 5-IV-2010 – 14,13 p.m.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Colaboraciones externas: un poema de Francisca GRACIÁN GALBEÑO. LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (Canarias-España).
Óleo de RAFAL OLBINSKI
TODO
Tú eres el instrumento que tocar yo querría
el concierto eres tú, que quiero componer;
tu paisaje en mi lienzo con amor pintaría;
en mi mente poeta, eres la poesía,
y en la luz de mi día, azul atardecer.
Barco de vela eres, que en mis mares navega;
luna blanca en mi cielo, compás en mi canción;
risa eres y lágrima; eres Alfa y Omega;
tu esencia llena mi alma que, rendida, se entrega,
volviendo a ti con alas que le dio tu ilusión.
Tú eres el instrumento que tocar yo querría
el concierto eres tú, que quiero componer;
tu paisaje en mi lienzo con amor pintaría;
en mi mente poeta, eres la poesía,
y en la luz de mi día, azul atardecer.
Barco de vela eres, que en mis mares navega;
luna blanca en mi cielo, compás en mi canción;
risa eres y lágrima; eres Alfa y Omega;
tu esencia llena mi alma que, rendida, se entrega,
volviendo a ti con alas que le dio tu ilusión.
Francisca GRACIÁN GALBEÑO
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Las alumnas y la profesora del Taller te recomiendan leer:
Los mejores relatos españoles del siglo XX. Selección, prólogo y notas de José María Merino. (Varios autores). Editorial Alfaguara. Serie Roja.
Como es lógico en esta antología aparecen los relatos y autores que el Sr. Merino consideró los mejores bajo su punto de vista. Por supuesto, no discrepo de dicha selección pues nos encontramos con las obras de grandes autores como:
Como es lógico en esta antología aparecen los relatos y autores que el Sr. Merino consideró los mejores bajo su punto de vista. Por supuesto, no discrepo de dicha selección pues nos encontramos con las obras de grandes autores como:
Miguel de Unamuno - Y va de cuento.
Ramón María del Valle Inclán - Beatriz.
Pío Baroja - Elizabide el vagabundo.
José Martínez Ruíz Azorín - El reverso del tapiz.
Wenceslao Fernández Flórez - Yo y el ladrón.
Rosa Chacel - Fueron testigos.
Francisco Ayala - Medusa artificial.
Max Aub - La gabardina.
Camilo José Cela - Don Anselmo.
Miguel Delibes - En una noche así.
Carmen Laforet - El veraneo.
Ignacio Aldecoa - ... Y aquí un poco de humo...
Ana María Matute - Bernardino.
Jesús Fernández Santos - El doble.
Medardo Fraile - La mariposa.
Carmen Martín Gaite - Retirada.
Juan Benet - Reichenau.
Son autores señeros, bien elegidos, buenas obras que sirven de estudio y ejemplo para los escritores que empezamos porque es una buena forma de ver diferentes estilos y voces. Pero me han faltado algunos cuentistas, o se me hizo demasiado breve el libro. Juana Castillo.
Autores consagrados, poesía: Nicolás Guillén
Imagen obtenida en Internet
Mi patria es dulce por fuera
Nicolás Guillén
Mi patria es dulce por fuera,
y muy amarga por dentro;
mi patria es dulce por fuera,
con su verde primavera,
con su verde primavera,
y un sol de hiel en el centro.
¡Qué cielo de azul callado
mira impasible tu duelo!
¡Qué cielo de azul callado,
ay, Cuba, el que Dios te ha dado,
ay, Cuba, el que Dios te ha dado,
con ser tan azul tu cielo!
Un pájaro de madera
me trajo en su pico el canto;
un pájaro de madera.
¡Ay, Cuba, si te dijera,
yo que te conozco tanto,
ay, Cuba, si te dijera,
que es de sangre tu palmera,
que es de sangre tu palmera,
y que tu mar es de llanto!
Bajo tu risa ligera,
yo, que te conozco tanto,
miro la sangre y el llanto,
bajo tu risa ligera.
Sangre y llanto
bajo tu risa ligera;
sangre y llanto
bajo tu risa ligera.
Sangre y llanto.
El hombre de tierra adentro
está en un hoyo metido,
muerto sin haber nacido,
el hombre de tierra adentro.
Y el hombre de la ciudad,
ay, Cuba, es un pordiosero:
Anda hambriento y sin dinero,
pidiendo por caridad,
aunque se ponga sombrero
y baile en la sociedad.
(Lo digo en mi son entero,
porque es la pura verdad.)
Hoy yanqui, ayer española,
sí, señor,
la tierra que nos tocó
siempre el pobre la encontró
si hoy yanqui, ayer española,
¡cómo no!
¡Qué sola la tierra sola,
la tierra que nos tocó!
La mano que no se afloja
hay que estrecharla en seguida;
la mano que no se afloja,
china, negra, blanca o roja,
china, negra, blanca o roja,
con nuestra mano tendida.
Un marino americano,
bien,
en el restaurant del puerto,
bien,
un marino americano
me quiso dar con la mano,
me quiso dar con la mano,
pero allí se quedó muerto,
bien,
pero allí se quedó muerto
el marino americano
que en el restaurant del puerto
me quiso dar con la mano,
¡bien!
y muy amarga por dentro;
mi patria es dulce por fuera,
con su verde primavera,
con su verde primavera,
y un sol de hiel en el centro.
¡Qué cielo de azul callado
mira impasible tu duelo!
¡Qué cielo de azul callado,
ay, Cuba, el que Dios te ha dado,
ay, Cuba, el que Dios te ha dado,
con ser tan azul tu cielo!
Un pájaro de madera
me trajo en su pico el canto;
un pájaro de madera.
¡Ay, Cuba, si te dijera,
yo que te conozco tanto,
ay, Cuba, si te dijera,
que es de sangre tu palmera,
que es de sangre tu palmera,
y que tu mar es de llanto!
Bajo tu risa ligera,
yo, que te conozco tanto,
miro la sangre y el llanto,
bajo tu risa ligera.
Sangre y llanto
bajo tu risa ligera;
sangre y llanto
bajo tu risa ligera.
Sangre y llanto.
El hombre de tierra adentro
está en un hoyo metido,
muerto sin haber nacido,
el hombre de tierra adentro.
Y el hombre de la ciudad,
ay, Cuba, es un pordiosero:
Anda hambriento y sin dinero,
pidiendo por caridad,
aunque se ponga sombrero
y baile en la sociedad.
(Lo digo en mi son entero,
porque es la pura verdad.)
Hoy yanqui, ayer española,
sí, señor,
la tierra que nos tocó
siempre el pobre la encontró
si hoy yanqui, ayer española,
¡cómo no!
¡Qué sola la tierra sola,
la tierra que nos tocó!
La mano que no se afloja
hay que estrecharla en seguida;
la mano que no se afloja,
china, negra, blanca o roja,
china, negra, blanca o roja,
con nuestra mano tendida.
Un marino americano,
bien,
en el restaurant del puerto,
bien,
un marino americano
me quiso dar con la mano,
me quiso dar con la mano,
pero allí se quedó muerto,
bien,
pero allí se quedó muerto
el marino americano
que en el restaurant del puerto
me quiso dar con la mano,
¡bien!
Autores consagrados: micro relato de Richard Francis Burton
Imagen obtenida en Internet
La obra y el poeta
R. F. Burton
El poeta hindú Tulsi Das, compuso la gesta de Hanuman y de su ejército de monos. Años después, un rey lo encarceló en una torre de piedra. En la celda se puso a meditar y de la meditación surgió Hanuman con su ejército de monos y conquistaron la ciudad e irrumpieron en la torre y lo libertaron.
A la hora de escribir los maestros opinan... Un consejo de Juan García Hortelano.
Imagen obtenida en Internet
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