Pepi Núñez Pérez
La obra escultórica de Cruz, además de su fuerza mitológica, ofrece una forma distinta de lenguaje. La síntesis abraza el contenido, así como el fenómeno individual conduce a la cualidad característica del creador, en el uso de la técnica, expresión e influencias históricas y sociales. Sus obras escultóricas producen en el espectador una sensación de magia transmitida por la imagen y la simbología contenida en la belleza de un poema, en su mundo subyugante y humano y en la naturaleza concebida tanto en espacios abiertos como cerrados. Los volúmenes tienen un ritmo ecléctico en una obra que refleja los misterios del pasado y la constante búsqueda de una identidad legitima que se encuentre entroncada a los nuevos procesos de civilización.
MANOLO PASCUAL.- Nació en Bilbao, España, en 1902 y murió en Nueva York en 1983. Dibujante y escultor, realizó sus estudios en la Academia de San Fernando de Madrid, en la que obtuvo en 1931 el Premio Roma. A los 16 años había ganado el Primer Premio de Escultura en dicha academia.
Cuando estalló la guerra formó parte del Ejercito Republicano con el grado de Capitán, por lo que al finalizar ésta, tuvo que exiliarse, llegando a Santo Domingo en 1939. Antes de la Guerra Civil Española, Manolo Pascual había realizado exposiciones en Roma y Madrid, y posteriormente, continuó exponiendo en Santo Domingo, Puerto Rico y en varias ocasiones también lo hizo en Nueva York donde se trasladó a vivir en 1951. En esa ciudad se desempeñó como profesor del Departamento de Arte de la New School for Social Research.
Manolo Pascual, uno de los mejores exponentes de la escultura neoclásica, es maestro por excelencia de generaciones. Sus orientaciones académicas y artesanales permitieron la formación de una pléyade de jóvenes escultores dominicanos. Su obra revela un estilo original, adherido a hechos históricos y a detalles accesorios. Trabaja la forma con profundidad, seleccionando de la tradición formal, el modelo y lo arquitectónico; y de lo moderno, la vitalidad, el relieve y el verismo de lo policromático. Su obra también ofrece un abanico de facetas y aspectos, por la manera en que deformaba la figura.
Realizó esculturas en madera, mármol, terracota y yeso, trabajando también con diferentes metales. Combinaba todos ellos, sustentando así una visión polifacética de la vida y del arte.
Fue el primer director que tuvo la Escuela Nacional de Bellas Artes desde su fundación en 1942. Según expresa Jeannette Miller en su libro Arte Dominicano, Artistas Españoles y Modernidad: "En la Escuela Nacional de Bellas Artes, Pascual realizo una importantísima labor siguiendo un programa de estudios completísimo, implantando disciplina y descubriendo y estimulando el talento de los jóvenes estudiantes. Los escultores dominicanos que se formaron con él confiesan el estímulo y la orientación recibidos de Manolo Pascual, quien, por otro lado, no imponía sus preferencias estilísticas a los alumnos, sino que descubría en ellos sus particularidades expresivas y los alentaba a desarrollarlas".
ANTONIO PRATS VENTÓS.- Llegó a República Dominicana en el año 1940 como refugiado político y adoptó esta nacionalidad.
Fue profesor de Escultura en la Escuela Nacional de Bellas Artes de 1950 a 1958 y de diseño y decoración en la Universidad Pedro Henríquez Ureña de 1967 a 1978.
Además de muchas muestras expositoras, tanto en el país, como en diversas partes del mundo participó en importantes exposiciones, entre las cuales citamos la Bienal Hispanoamericana de la Habana, Cuba; la de Barcelona, España; y la de Sao Paulo, Brasil
Ganó unos segundos Premios de Escultura en la II y la VIII Bienales de Artes Plásticas de Santo Domingo. Mereció honores especiales en la IV Bienal y los primeros premios en las V, VI, VII y IX Bienales.
Entre los importantes monumentos que Antonio Prats Ventós realizó en el país, citamos el de la Plaza de La Trinitaria en Santo Domingo, el de los Héroes de la Batalla de Sánchez en San Juan de la Maguana, así como los de Duarte y de los Héroes del 19 de Marzo en Azua.
Entre sus obras, que se encuentran en importantes museos, hoteles, universidades, iglesias, jardines y colecciones privadas de República Dominicana, se destaca el Altar Mayor de la Basílica de Higuey.
Escultor, Pintor, Dibujante y Ceramista
La ciudad española de Barcelona, vio nacer a Antonio Prats-Ventós, un día de Junio de 1925; sin imaginar siquiera, que traspasaría todas las barreras hasta convertirse en un prolífero y admirado artista, en República Dominicana, la patria que le recibió, con los brazos abiertos, siendo un jovencito. Su nombre aparece junto al de los más grandes artistas porque la mayor parte de su vida la dedicó a su gran pasión, la escultura, la pintura, el dibujo y la cerámica, logrando crear incalculables obras de arte, para deleite de los sentidos de aquellas personas de gran sensibilidad humana.
Por la inteligencia mostrada desde pequeño, sus padres, Ramón Prats y Monserrat Ventós, quisieron llevarlo a estudiar ingeniería eléctrica y lo inscribieron en la Escuela Industrial y a pesar de que durante el test de inscripción se descubrió su vocación por las artes, él estudio la profesión elegida por sus progenitores. Pero la guerra civil de 1936, en su país cambió radicalmente la vida de Tony, como le llamaban sus amigos. A los 14 años fue internado junto a su hermano Ramón de 11 años, en un campo de concentración para refugiados en las afueras de Perpignan, en Francia, donde encontraron un ángel, que les ayudó a escapar y llegar al regazo de la madre, viviendo por un tiempo en la ciudad de Chartres.
El 11 de Enero de 1940, llegó a República Dominicana a bordo del trasatlántico francés Cuba, junto a su familia y a otro grupo de refugiados españoles que huían de las garras de la guerra; ahí se inició su aventura americana, y del puerto se dirigieron a una pensión en la calle La Atarazana, lo que fue su primer hogar en el país. Luego se trasladaron a la ciudad de La Vega, donde Antonio, siendo un adolescente, comenzó a impartir clases de dibujo en la Escuela Normal de Señoritas.
Luego, regresó a Santo Domingo, donde mientras trabajaba, se hizo ingeniero geofísico. En sus tiempos libres y guiado por su innata vocación de escultor, comenzó a tallar algunas figuras y en su afán por darse a conocer como escultor conoció al doctor Heriberto Pieter y al coleccionista suizo Frank Naescher, quienes le compraron algunas de sus primeras producciones.
Los vientos de prosperidad comenzaron a soplar para Antonio, y logró instalar su taller y mientras trabajaba asistía a la Escuela de Bellas Artes, donde fue nombrado profesor de Escultura en 1950.
De acuerdo a los datos recogidos por María Ugarte, en su libro, “Prats-Ventós”, para este prolífero artista, la pieza que tenia en proceso era siempre la más hermosa, la más querida, su preferida, mientras la realizaba se entregaba con gran pasión.
Andando entre la belleza natural, de la ciudad sureña de Azua, se encontró con la joven que trasformaría su vida, Rosa María García, con quien contrajo matrimonio en 1945 y procreó sus hijos: José Ramón, Juan Heriberto, Monserrat y María Rosa. Quienes a su vez le dieron la alegría de ser abuelo de José Antonio, Joan, Odemary, Jeannette Marie, Monserrat Milagros, José Luis, Shum Antonio y Yeril Monserrat.
Hombre trabajador. Como padre y esposo, es calificado por su hija Monserrat, como un ser cariñoso y honesto, que llegó a ser el mejor amigo de sus hijos, por lo que ella se siente orgullosa, la satisfacción que le embarga por ser su hija no por el gran artista que es, sino por el excelente ser humano que fue su padre. El 13 de abril de 1999, partió al infinito dejando como legado tanto a su familia como a la sociedad una vasta obra de arte.
Infanta 201-Menina
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