Pepi Núñez Pérez - 7/02/09
Manuel camina de prisa, las manos dentro de los bolsillos para evitar que el aire frío se las deje heladas. Piensa que este invierno se está haciendo interminable. Sueña con los cálidos días del verano, entonces no le importa caminar hasta tarde, ya que el sol le anima a hacerlo. Tan absorto está en sus pensamientos veraniegos, que no ve al hombre que parado le espera en medio de la acera. Tropieza con él y, al tratar de disculparse, se da cuenta de que es su amigo de la niñez. Le abraza al tiempo que le dice:
-Alfonso, qué alegría, hace mucho que no nos vemos.
Su amigo le contesta:
-¿Cómo mi lis u ver si cachuflas con tos ojos pini cerrados?
Se abrazan de nuevo y Alfonso le señala un banco donde sentarse, a la vez que le pregunta:
-Cuéntame. ¿Chufla te vo?
Manuel baja los ojos al tiempo que le dice:
-Amigo, últimamente la tristeza me persigue cada día, llevo cerca de un año saliendo un mes tras otro a buscar trabajo y no encuentro nada.
Alfonso le pasa el brazo por el hombro mientras le comenta:
-Tranquilo, trafi yo parube in el paro yu lar de meses, tebo ahora yugo tingi trabajo.
-El destino es el destino, el tuyo ha sido mejor que el mío, yo empiezo a perder las esperanzas -contesta un abatido Manuel.
-Las escachuras no se piliven nunca.
-Tú has tenido suerte y vives sólo. No es mi caso. Mi mujer está enferma y no puede trabajar. Los pocos ahorros se acaban y ella es un manojo de nervios, cada día empeora al llegar a casa y ver que no he conseguido nada.
Alfonso suspira, comprende la situación de su amigo y, trata de darle ánimos:
-Tu pelo ecua lene de hilos ju plata, avele mismo cayos a tulmar un tinte. Que ti vean ane asjula jovial.
-No creo que el tinte haga milagros –comenta Manuel mientras sonríe para sí mismo.
-Por pribal que no chufle, en todos mos trabajos chalan gente jacia -dice Alfonso.
Se levanta, tira del brazo de Manuel y se encaminan a una perfumería. Él se deja llevar dócilmente, en el fondo piensa que quizás su amigo tenga razón, se acerca a los cincuenta, quitarse un par de años en apariencia no le vendrá mal. Mientras caminan, el viento parece susurrarle que la idea de su amigo es buena. Se imagina la cara que pondrá su mujer cuando le diga que se ha comprado un tinte, va a creer que se ha vuelto loco, o que se ha tomado un sabroso veneno. Él no sabrá cómo explicarle. El silencio será atronador. Pero al final ella comprenderá que es una forma de empezar el día con otra ilusión, la de que se es un poco más joven. Han llegado a la tienda, mientras Alfonso empuja la puerta, Manuel mira al cielo, vuelve a sonreír mientras cavila que las estrellas no han dejado de mirarnos. Deben de asumir lo mismo que mi mujer, que somos un par de locos. Pero decidido entra en la perfumería detrás de su amigo ¿Quién sabe lo que puede suceder mañana?
4 comentarios:
Querida Pepi. Veo que has mezclado a la perfección las figuras retóricas que se nos pedía en este ejercicio. Te ha quedado un relato ágil y bien narrado, pero voy a ir un poco más allá. Voy a decir lo que "veo" en tu historia Encuentro de los dos amigos. Manuel se queja del frío invierno, se distrae pensando en el cambio de estación, aunque en realidad no es eso lo que le preocupa. Alfonso, se da cuenta del estado de ánimo de su amigo. El cambio de color de pelo para ocultar las canas es un intento de recuperar la juventud, para tener otra vez un sitio en el mercado laboral... Me gusta el final esperanzador. La actitud de Manuel ha cambiado gracias al encuentro con su amigo Manuel ha dado un "tinte" nuevo a su vida.
Me ha gustado compi… Isa
Los relatos con jitanjáforas son súper divertidos. Enhorabuena compi.
Nines
Mi querida Pepi, un relato breve, sentido, en el que los personajes, sin estar descritos de forma directa, por su manera de hablar, por sus problemas, son fácilmente "visibles" al ojo del lector avispado.
Es un relato en el que tocas, con suavidad, problemas sociales duros como lo son el paro, la imposibilidad de encontrar un trabajo digno al llegar a ciertas edades, al tener que cambiar el aspecto si es que así es posible que se obtenga ese puesto laboral, la enfermedad de uno de los cónyuges cuando no se tienen recursos...
En cuanto al uso de las figuras retóricas, tarea por la que nació este relato, jitanjáforas, metáforas, oxímorons, están bien trabajados. Su inclusión en el texto, que es bastante breve, no molesta, es decir, están perfectamente insertos en él.
Un abrazo, Juani.
Hola Pepi, que bonita historia, a mi también me gustan mucho las jitanjáforas y aquí has sabido colocarlas muy sutilmente.
Además es un canto a la amistad, ¿qué sería de nosotros sin los buenos amigos?
Un abrazo muy fuerte,
SUSANA
Publicar un comentario