LA ENCANTADORA DE FLORENCIA, de Salman RUSHDIE. Juana Castillo Escobar.
En esta obra el autor entrevera historia y ficción, aventuras y exotismo. Con ello reconstruye un fascinante periodo histórico -el del siglo XVI- en el que narra la creación del imperio mongol y las luchas que darían lugar a la India.
Es una novela densa, muy filosófica, bella, en la que tan pronto te encuentras en palacios de las mil y una noches, como en la Florencia renacentista. Tiene frases que deben quedar, si no en el recuerdo, sí hacernos pensar; frases tales como:
“Quien concibe la esperanza de una hora concibe la esperanza de la eternidad. El mundo es una hora. Lo que viene a continuación es invisible”. Pág. 62.
“El mundo es un puente, crúzalo pero no construyas una casa sobre él” (según el rey Akbar, son palabras de Jesús el Nazareno". Pág. 62.
“-Señores, un forastero nos ha dado una gran lección. Uno debe salirse de un círculo para ver que es redondo”. Pág. 82.
“…por qué uno debía aferrarse a una religión por ser no la verdad, sino la fe de sus padres. ¿Acaso la fe no era fe, sino una simple costumbre de familia? Quizá no existía la religión verdadera, sino esa eterna transmisión de una generación a la siguiente. Y el error podía transmitirse con la misma facilidad que la virtud. ¿No era la fe más que un error de nuestros antepasados?
Quizá no existía la fe verdadera. Sí, se había permitido pensar eso. Deseaba poder contarle a alguien su sospecha de que los hombres habían creado a sus dioses y no a la inversa. Deseaba poder decir que es el hombre, y no Dios, quien ocupa el centro de las cosas. Es el hombre quien está en el núcleo y abajo y arriba, el hombre quien está delante y detrás y al lado, el hombre quien es ángel y demonio, el milagro y el pecado, el hombre y siempre el hombre”. Pág. 83.
“Si hubiese habido un Dios, pensó el emperador, tal vez habría sido más fácil descubrir qué era la bondad. Eso de la veneración, de la abnegación del yo en presencia del Todopoderoso, era una distracción, un rastro falso. Donde quiera que residiese la bondad, no era en la obediencia ritual y reflexiva entre una deidad, sino más bien, quizás, en el descubrimiento lento, torpe y plagado de errores de un camino individual o colectivo”. Pág. 300.
“La maldición de la raza humana no es que seamos tan distintos unos de otros, sino que seamos tan parecidos”. Pág. 301.
1 comentario:
Me he quedado loca con las frases que has puesto, ese libro ya va a la lista de próximos a leer, y desde luego copio las frases, YA. Estoy leyendo El evangelio según Jesucristo, de mi admirado Saramago, también me parece muy denso, pero yo creo que es porque utiliza poco el punto y aparte, je, je, ya te comentaré. Besitos y gracias por compartir.
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