¿QUÉ BENEFICIOS SE OBTIENEN AL MATRICULARSE EN UN TALLER LITERARIO?

Preguntas como esta, o tales como:
- ¿Es bueno matricularse en un taller literario?
- ¿Qué me aporta el matricularme en un taller literario?
- ¿Seguro que se puede aprender a escribir en un taller literario?

Preguntas similares y muchas más las he estado escuchando los últimos seis años, los que tiene de vida el taller.
A quienes me las hacían, bien por correo electrónico, bien por teléfono, traté de sacarles de dudas lo mejor que supe o pude.
He de decir que, como tallerista que fui durante más de ocho años en uno de los más antiguos aparecidos en la ciudad de Madrid, más dos cursos en una escuela de prestigio diré que:
1.- Los genios literarios, salvo muy raras excepciones no nacen, se hacen a base de esfuerzo y trabajo constante (al igual que cualquier trabajador en la disciplina que sea: para ser realmente bueno es preciso constancia y trabajo).
2.- En todas las universidades anglosajonas, los talleres literarios son una asignatura más en las facultades de letras.
3.- Cualquiera que sepa redactar medianamente bien, y que tenga inquietudes literarias, puede ser un magnífico alumno.
4.- A un taller literario hay que llegar con humildad y con el pensamiento de que se va a aprender, no creyéndose de entrada un Cervantes o mejor que el insigne alcalaíno porque será un pésimo alumno que no se dejará corregir, se aburrirá y entorpecerá las clases.
5.- Quizá este punto debí ponerlo en el 1º o 2º lugar. Escribir es: CORREGIR, CORREGIR, CORREGIR y CORREGIR, de tal modo que el texto quede pulido, tanto como una pista de patinaje por la que, el lector, deslice la vista y no se encuentre obstáculo alguno que le haga desechar la obra que tiene entre manos bien por aburrimiento, falta de comprensión, exceso de rimas...
6.- Y por último, para no aburrir como pongo más arriba, quien desee escribir, llegar a tener un estilo propio, debe leer mucho y bien, es decir: beber de los autores clásicos y contemporáneos pero no sólo ir a conocer el argumento, sino ver las figuras retóricas empleadas, el tono, el estilo, las formas de lenguaje... Es necesario hacer un estudio en profundidad e, incluso, intentar parecérsele (con los ejercicios de intertextualidad) y, cuando menos se lo espere, habrá llegado, si no a la cumbre, sí a empezar la escalada de esa montaña que, aunque parezca que no, se conseguirá con tesón.

Un saludo, Juana Castillo


sábado, 31 de enero de 2009

Lecturas autores consagrados: comentario de texto al relato de Katherine Mansfield, FELICIDAD, por Isabel Fraile.

Kiwi - Fauna neozelandesa
Imagen obtenida en Internet

Trabajo sobre el relato Felicidad, por Isabel Fraile.

El narrador es una voz en tercera persona.
Protagonista: Berta Young.
Hay variedad de personajes. El taxista, la niñera, la niña, la señorita Fulton, el matrimonio el joven poeta...
El diálogo es directo he insertado en el texto.
La acción trascurre en un día. No se percibe el paso del tiempo. La descripción del paisaje se limita al jardín. Con el gran peral como centro.
Lenguaje coloquial.
Género realista.
Hay variedad de figuras retóricas. Sobre todo comparaciones.


OPINIÓN PERSONAL.
Esta historia es claramente un triángulo amoroso. La felicidad de la protagonista se rompe al descubrir el adulterio de su marido. La autora, con su alusión al peral, hace de forma metafórica una referencia fálica. También en la mención de los gatos arrastrándose, se puede interpretar el sigilo con que los amantes mantienen su fingimiento. Las dos mujeres admiran junto a la ventana el magnífico peral…, las dos comparten al esposo. De ahí, el vinculo que siente la protagonista al lado de la señorita Fulton. Algo que ella no sabe explicar en su momento. La falsa indiferencia de él es muy común en este tipo de engaño.
La tertulia en la cena, donde cada uno habla de sus intereses en un diálogo de besugos, parece una alusión a la sociedad burguesa. Incluso para la anfitriona es como si formaran parte de una obra de teatro.
También entiendo que la actitud de la protagonista con su hija es infantil. Parece una niña jugando con su muñeca. Toda la seguridad de su mundo se viene abajo en un momento al darse cuenta de la relación a sus espaldas.
La historia podría estar basada en un hecho real.

Lecturas autores consagrados: comentario de texto al relato de Katherine Mansfield, FELICIDAD, por Pepi Núñez.

Maori Wood Carving (Máscara maorí en madera)
Imagen obtenida en Internet

Comentario de texto. Pepi Núñez.

Narrador en tercera persona

Protagonista Berta Young

Personajes, Harry, Mary, la pequeña Berta, la niñera, el taxista, Los Norman, Eddie y Perla Fulton.

Diálogos directos e insertados en el texto

La acción transcurre durante la tarde y la noche

No se describe paisajes, sólo la vista del peral en el jardín.

Figura retórica que más he visto, la comparación.

Opinión personal: Para mi es un relato fácil de leer, muy fluido, su personaje desde el comienzo me hizo sospechar que tanta felicidad no iba a terminar bien. Veo a la protagonista muy superficial, se preocupa por cosas tan triviales, como que las uvas moradas hagan juego con la alfombra, sin embargo no le dice nada a la niñera de que su pequeña, le tirase a un perro extraño de las orejas.

El temblor que siente al ver a los gatos arrastrándose con sigilo, me asegura lo que ya sospecho, que la cosa no va a terminar bien.

Me llamó la atención que eligiese para la cena, un vestido blanco, un collar de jade y zapatos verdes, es como hacerle el honor a ese peral que tanto admira.

La frialdad del marido con la señorita Fulton, me hizo seguir sospechando, aunque reconozco, que tanto interés de la protagonista por Perla, a mi me llevó la imaginación a pensar en otra cosa. Un claro caso de adulterio, en una sociedad frívola y un tanto absurda. Me hizo mucha gracia la señora Norman que pensaba hacer una decoración inspirada en el pescado frito.

El final para mí está logrado con ese grito desesperado de la protagonista ante el peral, cuando ve cómo su "mundo" se desmorona en un solo instante.

Aunque yo "sospeche" tanto, el relato no pertenece al género policíaco. En este caso yo pienso como Isa, que es realista, porque amoroso no lo veo.

Pepi Núñez 26/11/08

miércoles, 28 de enero de 2009

Lecturas autores consagrados: FELICIDAD, relato de Katherine MANSFIELD

Imagen obtenida en Internet
FELICIDAD
Katherine Mansfield
Nueva Zelandia: 1888-1923



A pesar de sus treinta años, Berta Young tenía momentos como éste de ahora, en los que hubiera deseado correr en vez de andar; deslizarse por los suelos relucientes de su casa, marcando pasos de danza; rodar un aro; tirar alguna cosa al aire para volverla a coger, o quedarse quieta y reír... simplemente por nada.
¿Qué puede hacer uno si, aún contando treinta años, al volver la esquina de su calle le domina de repente una sensación de felicidad..., de felicidad plena..., como si de repente se hubiese tragado un trozo brillante del sol crepuscular y éste le abrasara el pecho, lanzando una lluvia de chispas por todo su cuerpo? ¿Es que no puede haber una forma de manifestarlo sin parecer "beodo o trastornado"? La civilización es una estupidez. ¿Para qué se nos ha dado un cuerpo, si hemos de mantenerlo encerrado en un estuche como si fuera algún valioso Stradivarius? "No, la comparación con el violín no expresa exactamente lo que quiero decir-pensó mientras subía corriendo la escalera, y, después de buscar la llave en su bolso y ver que la había olvidado como de costumbre, repiqueteaba con los dedos en el buzón-. Y no lo expresa porque..."
-¡Gracias, Mary! -Entró en el vestíbulo-. ¿Ha vuelto la niñera?
-Sí, señora.
-¿Han traído la fruta?
-Sí, señora; ya está aquí.
-Haga el favor de llevarla al comedor; la arreglaré antes de vestirme.
El comedor estaba ya en penumbra y en él se sentía algo de frío; pero, a pesar de ello, Berta se quitó el abrigo: no podía soportarlo abrochado ni un momento más. El aire frío bañó sus brazos.
Pero en su pecho ardía aún aquel fuego resplandeciente que se extendía a todos los miembros como una lluvia de chispas. Casi era insoportable. Apenas se atrevía a respirar por miedo a avivarlo más y, sin embargo, lo hacía muy hondamente. Tampoco se decidía a mirar al frío espejo..., pero miró al fin y vio en él a una mujer radiante, sonriente, de labios trémulos, con unos ojos grandes y oscuros, y en toda ella ese aire atento de quien escucha, esperando algo..., algo divino que va a pasar... y que sabe ha de ocurrir infaliblemente.
Mary trajo la fruta en una bandeja y dos grandes platos. Uno de ellos era de cristal y el otro de porcelana azul, muy bonito, con un reflejo extraño, como si lo hubiesen sumergido en un baño de leche.
-¿Doy la luz, señora?
-No, gracias; veo muy bien.
Había mandarinas como bolas de fuego, manzanas llenas de lozanía con tintes de rosa; peras amarillas tan suaves como la seda; uvas blancas con reflejos de plata y un gran racimo de rojas, tan intensas que parecían moradas. Éstas las había comprado para que entonaran con la nueva alfombra del comedor. Sí, tal vez pareciera algo absurdo y rebuscado, pero no era otra la razón de haberlas elegido. En la frutería había pensado: "Tengo que llevarme un racimo de uvas rojas para que en la mesa haya algo que recuerde la alfombra". Y en aquel momento esta idea le pareció muy razonable. Cuando hubo hecho con todas aquellas lustrosas redondeces dos pirámides, se alejó unos pasos para ver el efecto, que era realmente muy curioso. La mesa oscura se fundía en la penumbra de la habitación, y los dos platos -el azul y el de cristal cargados de fruta- parecían flotar en el aire. Esto, debido quizás a su estado de ánimo, le resultó increíblemente hermoso, y se echó a reír. "¡No, no! Me estoy volviendo histérica", se dijo. Y cogiendo el bolso y el abrigo, subió hasta la habitación de la niña.
La niñera estaba sentada ante una mesita baja dando de cenar a la pequeña Berta después de haberla bañado. La niña vestía una bata de franela blanca y una chaquetilla de lana azul, y sus negros y finos cabellos los llevaba peinados hacia atrás terminados en un gracioso moñito. En cuanto vio a su madre, levantó la cabeza y empezó a saltar.
-No, querida, no; come quietecita como una niña buena -dijo la niñera apretando los labios de una forma que Berta conocía ya. Aquello significaba que era uno de los momentos inoportunos para entrar al cuarto de la niña.
-¿Ha sido buena hoy, Tata?
-Toda la tarde ha estado encantadora -contestó en voz baja-. Estuvimos en el parque y me senté en una silla. Cuando la saqué del cochecito se acercó un perro muy grande que me puso la cabeza sobre las rodillas, y la niña le agarró las orejas tirando de ellas. ¡Oh, me hubiese gustado que la señora la hubiese visto!
Berta quiso preguntarle si no le parecía peligroso dejar que la niña tirara de las orejas a un perro desconocido, pero no se atrevió y se quedó mirándolas con los brazos caídos, como una niña pobre delante de otra rica que tiene una muñeca.
Su hijita volvió a levantar la cabeza, contemplándola fijamente, y luego le sonrió de manera tan adorable que Berta, sin poder resistir más, dijo:
-¡Oh, Tata, déjeme que termine de darle la cena mientras usted arregla las cosas del baño!
-Como quiera la señora; pero, mientras la niña come, no debe cambiarse la persona que le da de comer -contestó la niñera en voz baja.
¡Qué absurdo! ¿Para qué tener una niña si siempre había de estar guardada, no en una caja como un precioso y raro violín, sino en los brazos extraños de otra mujer?
-Bien, pero yo deseo darle de cenar -dijo Berta.
La niñera, muy ofendida, le entregó la niña.
-Sobre todo, le ruego a la señora que no la excite después de cenar. Ya sabe que es muy impresionable y luego para dormirla me hace pasar un mal rato.
Gracias a Dios la niñera había salido ya de la habitación con las toallas del baño.
-¡Ahora eres toda para mí, preciosa mía! -dijo Berta mientras la niña se apretaba contra ella.
Comió graciosamente, tendiendo los labios hacia la cuchara y agitando después sus manecitas. A veces no quería soltarla, y otras, en el momento que Berta la tenía llena, hacía un además apartándola lejos de sí.
Cuando terminó la sopa, Berta se volvió hacia el fuego.
-Eres encantadora..., sencillamente encantadora -dijo mientras la besaba, sintiéndola tan tibia y suave-. ¡Te quiero tanto, tanto!
¡Claro que la quería! ¡La quería por entero! Le gustaba sentir su cuello tibio y ver los deliciosos dedos de sus pies que ahora brillaban con rojizas transparencias ante el fuego de la chimenea... Sí, la quería; la quería tanto, que aquella intensa sensación de dicha plena la dominó de nuevo, y otra vez no supo cómo expresarla, ni qué hacer con ella.
-La llaman al teléfono, señora -dijo la niñera volviendo con aire de triunfo y apoderándose de su pequeña Berta.
Bajó corriendo. Era Harry.
-¿Eres tú, Berta? Se me ha hecho tarde. Tomaré un taxi y llegaré tan pronto como pueda. Retrasa la cena unos diez minutos, ¿quieres?
-Sí, Harry; perfectamente. Oye...
-Dime.
¿Qué podía decirle? Nada, nada en absoluto. Sólo deseaba seguir en contacto con él un momento más; pero no podía gritarle absurdamente: "¡Qué día más preciosos hemos tenido!"
-¿Qué querías? -insistió la vocecita lejana.
-¡Nada! Entendí -dijo Berta, y colgó el auricular, pensando lo estúpida que es la civilización.

Tenían invitados a cenar. Los Norman Knight, una pareja muy bien avenida: él iba a abrir un nuevo teatro y a ella le interesaba la decoración de interiores-; un muchacho joven, llamado Eddie Warren, que acababa de publicar un tomito de versos y a quien todo el mundo invitaba a cenar, y Perla Fulton, un "hallazgo" de Berta. Ésta ignoraba lo que la señorita Fulton hacía. Se habían conocido en el club y Berta se entusiasmó enseguida con ella, como siempre le sucedía con una mujer guapa que tuviera algo extraño y misterioso.
Lo que más le atraía de la joven era que, a pesar de haberse visto y hablado muchas veces, aún no la comprendía. Hasta cierto punto, encontraba a la señorita Fulton extraordinariamente franca; pero había en ella esa línea divisoria imposible de trasponer.
¿Existía algo más? Harry decía que no. Le parecía insulsa y fría como todas las rubias, y quizá con un poco de anemia cerebral. Pero Berta no estaba de acuerdo con él por el momento.
-Esa manera que tiene de sentarse ladeando un poco la cabeza y de sonreír oculta algo, Harry -le había dicho-. Tenemos que averiguar lo que es.
-Pues aseguraría que tiene un buen estómago -contestaba Harry.
Le gustaba dejar a su esposa sin respuesta con salidas de esta índole. Unas veces decía: "A mi juicio tiene el hígado helado". Otras: "Quizás padece de narcisismo". En ocasiones: "Tal vez sufre de una afección al riñón"..., y cosas por el estilo. Sin embargo, por alguna razón extraña, a Berta le gustaba eso, y casi lo admiraba.
Se dirigió al salón y encendió el fuego en la chimenea. Luego cogió uno de los cojines que Mary había arreglado con tanto esmero y volvió a disponerlos sobre los sillones y los sofás. Así ya era otra cosa. La habitación pareció de repente cobrar vida. Mientras dejaba el último almohadón, quedó sorprendida al ver que lo abrazaba fuerte y apasionadamente. Pero esto no logró extinguir el fuego que ardía en su pecho. ¡Oh, no, no; al contrario!
Las ventanas del salón se abrían a un balcón sobre el jardín. Al fondo, cerca de la tapia, un alto y esbelto peral, totalmente en flor, se erguía magnífico y sereno recortado en el cielo verde jade. Berta veía, a pesar de la distancia, que no tenía ni una flor ni un solo pétalo marchito. Más abajo, en los arriates, los tulipanes rojos y amarillos parecían apoyarse en la oscuridad. Un gato gris, arrastrando el vientre, se deslizaba a través del césped, y otro negro -como su sombra- le seguía. Al verlos tan rápidos y cautelosos, Berta sintió un extraño temblor.
-¡De qué forma más inquietante se arrastran esos animales! -balbuceó. Y, apartándose de la ventana, comenzó a pasear por el cuarto.
¡Cómo flotaba el aroma de los narcisos en el aire caliente del cuarto! ¿Olían demasiado? ¡Oh, no, no! Y, sin embargo, como si no hubiese podido resistir más el intenso perfume, se echó en un sofá apretándose los ojos con las manos.
-¡Soy feliz, demasiado feliz! -dijo con un susurro.
Aún persistía en su retina, bajo los párpados cerrados, el hermoso peral, con todas las flores completamente abiertas como el símbolo de su vida.
Realmente..., realmente..., lo tenía todo: era joven; Harry y ella se querían más que nunca, llevándose muy bien; tenía una niña adorable; no le agobiaban preocupaciones económicas; vivían en una hermosa casa, con jardín, que reunía todas las condiciones deseables, y tenían amigos, modernos e interesantes: escritores, pintores, poetas y hombres de mundo..., precisamente la clase de amistades que a ambos les gustaban. Y, para colmo de su dicha, había descubierto una modista maravillosa, el próximo verano saldrían de viaje por el extranjero, y su nueva cocinera sabía hacer unas tortillas sabrosísimas...
-¡Soy absurda, absurda! -murmuró levantándose. Pero notó que se sentía completamente aturdida, como embriagada. Sería seguramente la primavera. ¡Sí, era la primavera! Estaba tan cansada, que le costó trabajo subir a vestirse.
Se puso un vestido blanco, un collar de jade y zapatos verdes. Esta combinación no era casual. Lo había pensado tras muchas horas de haber visto el peral en flor por la ventana del salón.
Los pliegues de su vestido crujieron suavemente cuando entró en el vestíbulo y besó a la señora Knight que estaba quitándose un extravagante abrigo color naranja, adornado con una procesión de monos negros que orlaban todo el borde y subían después por las solapas.
-No hago más que preguntarme -dijo- por qué será la clase media tan obtusa y tendrá tan poco sentido del humor. Querida mía, estoy aquí por pura casualidad, y gracias a Norman, que me ha servido de protección. Mis adorables monos han revuelto el tren entero de tal manera, que todos los ojos no eran ya más que un solo par. Se me comían, sencillamente. No se reían, no; no les producía risa, cosa que al fin me hubiese gustado. Sólo me miraban muy fijos, como si quisieran atravesarme.
-Pero lo gracioso del caso... -repuso Norman calándose un gran monóculo con montura de concha-. No te importa que lo cuente, ¿verdad, Cara? -En casa y entre amigos se llamaban Cara y Careto-. Lo gracioso fue que cuando Face estaba más enojada se volvió a la mujer que tenía a su lado y le dijo:"¿Es que nunca ha visto usted un mono?"
-¡Oh, sí! -y su esposa unió su risa a la de los demás-. Tuvo gracia, ¿verdad?
Pero lo que resultó aún más divertido fue que, una vez quitado el famoso abrigo, la señora Knight parecía realmente un mono inteligente que se hubiese hecho un traje con tiras de papel de plátano. Y sus pendientes de ámbar eran como dos pequeñas nueces colgantes.
Sonó otra vez el timbre de la puerta. Era Eddie Warren, delgado y pálido como de costumbre y en su estado de extrema angustia.
-Es ésta la casa ¿verdad? ¿Es ésta? -preguntó.
-Sí, supongo que sí -contestó riéndose Berta.
-He pasado un rato malísimo con el chofer de un taxi: tenía un aspecto de los más siniestros y no había forma de hacerlo parar. Cuando más tocaba en el cristal para avisarle, más corría él. Bajo el claro de luna, era una figura grotesca con la cabeza achatada hundida en el volante...
Al quitarse un inmenso pañuelo de seda blanco que le envolvía el cuello se estremeció. Berta observó que sus calcetines también eran blancos. ¡Una combinación realmente encantadora!
-¡Debió ser horrible! -le dijo.
-Sí, verdaderamente lo fue -continuó Eddie siguiéndola al salón-. Yo me veía rodando hacia la eternidad en un taxi sin taxímetro.
A Norman Knight ya lo conocía, pues estaba escribiendo una obra para su teatro.
-¿Qué tal, Warren? ¿Cómo va esa comedia? -le preguntó, dejando caer el monóculo y concediendo a su ojo un momento de libertad para que pudiera dilatarse a gusto antes de volver a quedar otra vez prisionero tras el cristal.
La señora Knight también se acercó a él.
-¡Oh, señor Warren! Sus calcetines son preciosos.
-Celebro que le gusten -dijo mirándose los pies-. A la luz de la luna producen mucho mayor efecto. -Y volviendo su rostro delgado y triste hacia Berta, añadió-: Porque esta noche hay luna, ¿no lo sabía usted?
Berta sintió ganas de gritar: "¡Estoy segura de que la hay con frecuencia, con mucha frecuencia!"
Verdaderamente, Warren era muy atractivo; pero también lo era Cara, que estaba inclinada ante el fuego, con su vestido de pieles de plátano, y Careto, que, dejando caer la ceniza de su cigarrillo, preguntaba:
-Pero, ¿dónde está el novio?
-Ahora llega.
Se oyó abrir y cerrar de golpe la puerta de la calle y Harry gritó:
-¡Un saludo a todos! ¡Estaré listo dentro de cinco minutos!
Y subió corriendo la escalera. Berta no pudo contener una sonrisa. Sabía que a Harry le gustaba hacer las cosas a gran velocidad, aunque al fin y al cabo, ¿qué importaban cinco minutos más o menos? Pero él se convencía a sí mismo de que eran importantísimos y además luego tenía el puntillo de entrar en el salón muy lento y sosegado.
Harry sabía exprimir a la vida todo su sabor y Berta lo admiraba por ello. También sentía admiración hacia él por su amor a la lucha, por dar en todo cuanto se le oponía una prueba de su fuerza y de su valor, aún cuando delante de personas que no lo conocían bien. Berta comprendía que este rasgo de su carácter lo ridiculizaba un tanto..., pues había momentos en los que se lanzaba a la lucha cuando ésta en realidad no existía. Hablando y riendo, Berta olvidó completamente que Perla Fulton no había llegado aún y no se dio cuenta de ello hasta que su marido entró en el salón exactamente como ella se había figurado.
-Estaba pensando si la señorita Fulton se habrá olvidado de nosotros...
-No me extrañaría -dijo Harry-. ¿Tiene teléfono?
-Ahora llega un taxi. -Y Berta sonrió con aquel aire de posesión que siempre adoptaba mientras sus nuevas amigas constituían para ella un misterio-. Es una mujer que vive en los taxis.
-Engordará demasiado si tiene esta costumbre -repuso Harry tranquilamente, tocando el gong para la cena-. Y eso es un terrible peligro para las rubias.
-Harry, por favor -le suplicó Berta riendo.
Esperaron todavía un momento hablando y riéndose como si tal cosa, pero quizá con demasiada naturalidad. Luego apareció la señorita Fulton con un vestido de tisú de plata y una cinta también de plata, sujetando sus rubios cabellos. Entró sonriendo y con la cabeza ladeada.
-¿Llego tarde? -preguntó.
-No, no, de ninguna manera -dijo Berta-. Venga. -Y, cogiéndola del brazo, la guió hasta el comedor.
¿Qué había en el contacto de su brazo frío que avivaba... que avivaba... y hacía arder aquel fuego de felicidad que Berta sentía en su interior sin saber cómo exteriorizarlo?
La señorita Fulton no advirtió nada en su rostro porque rara vez miraba a las personas cara a cara. Sus espesas pestañas le caían sobre los ojos, y una extraña sonrisa bailaba en sus labios. Parecía vivir más para escuchar que para mirar. Pero de repente Berta sintió como si se hubiera cruzado entre las dos la más íntima mirada y se hubiesen dicho la una a la otra: "¿Tú también?". Y Perla Fulton, mientras movía la sopa rojiza en el plato gris, sintió lo mismo.
¿Y los demás? Cara y Careto, al igual que Eddie y Harry, hablaban de diversas cosas mientras subían y bajaban las cucharas, se secaban los labios, desmenuzaban el pan y tocaban los tenedores y los vasos. De cosas así:
-La conocí una noche de estreno en el Alfa. Es un ser de lo más fantástico. No sólo tenía muy recortado el pelo, sino que parecía también haberse quitado trocitos de sus piernas y brazos, un pedazo de cuello, y algo de su pobre nariz.
-¿No está muy ligada con Michael Oat?

-¿El autor de El amor con dentadura postiza?
-Ahora quiere escribir un monólogo para mí. El argumento es un hombre que decide suicidarse. Expone primero todas las razones por las cuales debería hacerlo y a continuación las que a su juicio se lo impiden y, en el preciso momento en que después de sopesar el pro y el contra toma una determinación, cae el telón. Es una idea bastante buena.
-¿Cómo va a titularla? ¿Digestión pesada?
-Creo haber visto la misma idea en una pequeña revista francesa casi desconocida en Inglaterra.
No, no; ninguno compartía los sentimientos que a ella le animaban, pero todos eran encantadores... ¡todos! Le gustaba tenerlos allí, sentados a su mesa, dándoles manjares exquisitos y buenos vinos. Y le alegraba tanto su presencia, que hubiese querido decirles lo simpáticos que eran, y lo decorativo que a su juicio resultaba el grupo en el que cada uno parecía servir para hacer resaltar al otro, como si fueran personajes de una comedia de Anton Chejov.
Harry estaba disfrutando con la comida. Formaba parte de su... no diremos exactamente, naturaleza, ni tampoco su actitud..., sino de su... algo... al hablar de los diversos platos y vanagloriarse de su "exagerada pasión por la carne blanca de la langosta" y "el verde de los helados de pistacho... tan verdes y fríos como los párpados de las danzarinas egipcias".
Cuando mirando a su esposa le dijo: "Berta, este soufflé es admirable", a ella le faltó poco para echarse a llorar de felicidad como una niña.
¡Oh! ¿Por qué sentía tanta ternura esta noche hacia el mundo entero? ¡Todo era bueno, todo justo! Cuanto ocurría colmaba más y más la copa rebosante de su dicha hasta hacerla desbordarse.
Y constantemente, en lo profundo de su pensamiento, tenía fija la imagen del peral. Ahora debía ser todo de plata bajo la luz de la luna a la que ser refirió el pobre Eddie; plateado como la señorita Fulton, que estaba acariciando una mandarina con sus dedos largos y tan pálidos que parecían despedir una extraña y débil luz.
Lo que Berta no llegaba a comprender -y en ello estaba precisamente el milagro- era cómo había podido adivinar exactamente y en el instante preciso el pensamiento de la señorita Fulton, porque no tenía la más leve duda de que lo había adivinado y, sin embargo, ¿en qué se había fundado? En casi nada; en menos que nada.
"Supongo que esto pasa alguna vez, aunque muy raramente, entre mujeres, pero nunca entre hombres -pensó Berta-. Tal vez mientras prepare el café en el salón, la señorita Fulton hará o dirá algo que ha comprendido."
En realidad no sabía lo que quería decir con esto. ¡Tampoco imaginaba lo que pasaría después!
Mientras pensaba de este modo se daba cuenta de que seguía hablando y riendo. Tenía que hacerlo así porque no le era posible contener su alegría.
"Tengo que reírme -se dijo- , si no, me moriría."
Y cuando se dio cuenta de la extraña costumbre que Cara tenía de meterse la mano en el escote de su vestido, como si guardara allí una diminuta y secreta provisión de avellanas, Berta tuvo que clavarse las uñas en las manos para no estallar en una carcajada.
Por fin terminaron de cenar.
-Vengan a ver mi nueva cafetera exprés -les dijo.
-Cada quince días tenemos una nueva -comentó Harry.
Esta vez fue Cara quien la cogió del brazo. La señorita Fulton las siguió con la cabeza ladeada. El fuego del salón convertido en ascuas brillaba como un ojo intenso y vacilante hecho "un nido de pequeños Fénix", como dijo Cara.
-No encienda todavía la luz. ¡Es tan bonito!- Y volvió a inclinarse cerca de las brasas. Siempre tenía frío. "Sin duda lo siento hoy porque no lleva su chaquetita de lana roja", pensó Berta.
Y en aquel instante la señorita Fulton hizo el signo de inteligencia esperado.
-¿Tienen ustedes jardín? -preguntó con voz tranquila y soñadora.
Pronunció estas palabras de una manera tan delicada, que Berta no pudo hacer más que obedecer. Atravesó el cuarto, y descorriendo las cortinas abrió los anchos ventanales.
-¡Aquí está! -murmuró.
Y las dos mujeres juntas contemplaron el esbelto árbol en flor. Lo vieron como la llama de una vela que se alargaba en punta, temblando en el aire tranquilo. Y mientras lo miraban les pareció que crecía más y más, casi hasta tocar el borde de la luna plateada.
¿Cuánto tiempo estuvieron así? Fue como si ambas hubieran sido aprisionadas por aquel círculo de luz sobrenatural; como si fueran dos seres de otro planeta que, perfectamente compenetrados, se preguntasen lo que estaban haciendo en este mundo, yendo como iban cargadas con aquel tesoro de felicidad que ardía en sus pechos y caía hecho de flores de plata de su cabeza y de sus manos. ¿Estuvieron así una eternidad?... ¿un momento? La señorita Fulton murmuró:
-Sí, eso es -¿o soñó Berta que lo decía?
Luego alguien encendió la luz y, mientras Cara hacía el café, Harry dijo:
-Mi querida señora Knight, no me pregunte por mi hija, porque no la veo casi nunca. No quiero ocuparme de ella hasta que tenga novio-. Careto se quitó un momento el monóculo y enseguida volvió a ponérselo. Eddie Warren se tomó el café y dejó la taza con una expresión de angustia, como si al beber hubiera visto una araña.
-Lo que yo quiero es dar una oportunidad a los jóvenes -dijo Careto-. Creo que Londres está lleno de obras muy buenas, unas escritas y otras por escribir. A todos ellos quiero decirles: "Aquí hay un teatro; trabajen y adelante".
-¿No sabe usted, amigo -dijo la señora Knight-, que voy a decorar una habitación para los Jacob Narthan? Estoy tentada de llevar a la práctica una idea que tengo. Hacer una decoración a base de pescado frito: los respaldos de las sillas tendrían la forma de una sartén y en las cortinas irían bordadas unas lindas papas fritas haciendo dibujos.
-El inconveniente de nuestros jóvenes escritores -continuó Careto- es que aún son demasiado románticos. No es posible viajar por mar sin marearse y sin tener que echar mano de una palangana. Pero, ¿por qué no tienen el valor de decir que ésta se necesita?
-Un poema horrible que trataba de una niña a la que un mendigo sin nariz violaba en un bosquecillo.
La señorita Fulton se sentó en el sillón más bajo y hondo y Harry le ofreció cigarrillos.
Se puso delante de ella y presentándole la pitillera de plata le dijo fríamente:
-¿Egipcios? ¿Turcos? ¿Virginia? Están todos mezclados.
Berta entonces comprendió que la señorita Fulton no sólo no le gustaba a Harry, sino que le molestaba. Y comprendió también, por el modo en que la señorita Fulton le contestó que no deseaba fumar, que esta antipatía la percibía y ofendía...
"¡Oh, Harry!" ¿Por qué no te agrada? Estás equivocado. Es extraordinaria, y, además, ¿cómo es posible que te sientas tan alejado de una persona que significa tanto para mí? Cuando estemos acostados trataré de explicarte lo que ambas hemos sentido esta noche", se dijo.
Y con las últimas palabras, algo extraño y casi espantoso cruzó por la mente de Berta. Y este algo ciego y sonriente le susurró: "Pronto se marcharán todos. Se apagarán las luces, y tú y él se quedarán solos, metidos en la cama caliente, con el dormitorio a oscuras..." Se levantó rápidamente de la silla y corrió hacia el piano.
-¡Es una lástima que nadie sepa tocar! -dijo alto-. ¡Una verdadera lástima!
Por primera vez en su vida, Berta Young deseaba a su marido.
Antes sí, lo quería... estaba enamorada de él, pero de otras muy distintas maneras, no precisamente como ahora. Y también había comprendido que él era diferente. Lo habían discutido muchas veces. Al principio, a ella le había preocupado mucho descubrir que era tan fría; pero al cabo de algún tiempo pareció que aquello no tenía la menor importancia. Se trataban con entera confianza, eran muy buenos compañeros y, a su entender, esto era lo mejor de los modernos matrimonios.
Pero ahora lo deseaba, ¡ardientemente, ardientemente! Esta sola palabra la sentía de una forma dolorosa en su cuerpo abrasado. ¿Era esto lo que aquella sensación de felicidad significaba? Pero, ¡entonces, entonces!...
-Querida mía -dijo la señora Knight-. Ya conoce usted nuestras desgracias: somos víctimas del tiempo y del tren. Vivimos en Hampstead y debemos retirarnos. Hemos pasado una agradable velada.
-Los acompañaré hasta el vestíbulo -dijo Berta-. No desearía que se marcharan aún, pero comprendo que no deben perder el último tren. ¡Es tan desagradable!, ¿verdad?
-Tome antes otro whisky, Knight -dijo Harry.
-No, gracias.
Como reconocimiento por esta palabra, Berta, al darle la mano, se la estrechó un poco más.
-¡Adiós! ¡Buenas noches! -les gritó desde la escalera, notando que su viejo ser se despedía de ellos para siempre. Cuando volvió al salón, los demás se disponían también a marcharse.
-Usted podrá ir parte de su trayecto en mi taxi -dijo la señorita Fulton a Warren.
-Me alegra mucho. Así no tendré que hacer solo otro viaje después de la horrible aventura de esta tarde.
-Encontrarán una parada al final de la calle. Sólo tendrán que andar unos metros.
-¡Qué cómodo! Voy a ponerme el abrigo.
La señorita Fulton se dirigió hacia el vestíbulo. Berta iba a seguirla cuando Harry se adelantó:
-Yo la acompañaré -dijo.
Berta comprendió que su esposo se arrepentía de la poca amabilidad anterior... y dejó que fuera él. ¡Era a veces tan niño en su comportamiento... tan impulsivo... tan sencillo!
Y Berta se quedó con Eddie junto al fuego.
-¿Ha leído el nuevo poema de Bilk Table d´Hote? -le preguntó Eddie lentamente-. ¡Es magnífico! Está en la última antología. ¿Tiene usted el volumen? Me gustaría podérselo enseñar. Empieza con un verso increíblemente maravilloso: "¿Por qué darán siempre sopa de tomate?"
-Sí -dijo Berta. Y se dirigió silenciosamente a una mesita que estaba al lado de la puerta, seguida de Eddie. Tomó el librito y se lo dio, sin que ni él ni ella hubiesen hecho el más leve ruido.
Mientras Eddie buscaba la página correspondiente, Berta volvió la cabeza hacia el vestíbulo y vio a Harry con el abrigo de la señorita Fulton en las manos y a ésta de espaldas a él con la cabeza ladeada. Harry arrojó de pronto el abrigo, la cogió por los hombros y la hizo volverse violentamente. Sus labios dijeron:
-Te adoro.
La señorita Fulton le puso sus manos con aquellos dedos como rayos de luna en el rostro y le sonrió con su sonrisa de perezosa. Harry entonces se estremeció y sus labios dibujaron una terrible mueca mientras decían en voz baja:
-¿Mañana?
Y la señorita Fulton, bajando los párpados, contestó:
-Sí.
-¡Aquí está! -exclamó Eddie-. "¿Por qué darán siempre sopa de tomate?". Es completamente cierto. ¿No le parece? La sopa de tomate es desesperadamente eterna.
-Si lo desea -dijo Harry en el vestíbulo- puedo pedirle un taxi por teléfono.
-No es necesario -contestó la señorita Fulton. Y acercándose a Berta le tendió sus dedos levísimos-. Adiós, y mil gracias.
-Adiós -dijo Berta.
La señorita Fulton le estrechó un poco más la mano.
-¡Su hermoso peral...! -murmuró.
Y se fue. Eddie la siguió, como el gato negro había seguido al gato gris.
-Bueno, cerremos la tienda -dijo Harry extraordinariamente frío y sereno.
"¡Su hermoso peral!... ¡Su hermoso peral!..."
Berta corrió hacia la ventana.
-¿Qué va a pasar ahora? -gritó.
Y el peral alto y esbelto, cargado de flores, seguía inmóvil como la llama de una vela que alargándose estuviera casi a punto de tocar el borde plateado de la luna.

martes, 27 de enero de 2009

Lecturas autores consagrados: Katherine MANSFIELD, música maorí, por Juana Castillo Escobar.





Lecturas autores consagrados: Katherine MANSFIELD, cultura neozelandesa, por Juana Castillo Escobar.

Maui el Hombre-Dios
Imagen obtenida en Internet
Cultura neozelandesa

La primera tradición cultural conocida en Nueva Zelanda es la maorí. Se trata de un legado cultural que ha permanecido a lo largo de la historia, a través de cuentos, poemas, leyendas y canciones transmitidos a través de la tradición oral. El arte indígena de Nueva Zelanda también fue de origen maorí, aunque los asentamientos europeos, en particular los británicos, aportaron sus propias tradiciones provistas de un sentimiento de destierro, que ha dejado una profunda huella en la vida cultural del país hasta la década de 1940, para después dar paso a un fuerte espíritu nacionalista.
El arte, la literatura y la música contaron con el inestimable apoyo de la Fundación Reina Isabel II para las Artes de Nueva Zelanda, inaugurada en octubre de 1963 con el fin de promover la cultura en todas sus manifestaciones y hacerla accesible al público.
Bibliotecas y museos
En Nueva Zelanda hay más de 2.000 bibliotecas. La Ley de 1965 sobre Bibliotecas Nacionales instituyó la Biblioteca Nacional de Nueva Zelanda en la ciudad de Wellington, mediante la unión de otras. La biblioteca pública de Auckland contiene 1,2 millones de volúmenes. Otras bibliotecas importantes son: la Biblioteca de la Universidad de Otago, en Dunedin (1,2 millones de volúmenes), la biblioteca universitaria de Canterbury, en Christchurch (1,2 millones de volúmenes), la biblioteca pública de Wellington (525.000 volúmenes) y la de Dunedin con 520.000 volúmenes. Todos los asuntos de gobierno están registrados en los Archivos Nacionales en Wellington.
En casi todas las ciudades importantes, hay galerías y museos, pero las instituciones más antiguas están ubicadas en Auckland. La Galería de Arte de esta ciudad (fundada en 1888) y el Museo de Auckland (1852), albergan importantes muestras. La Galería Nacional de Arte (1936), situada en Wellington, es famosa por sus colecciones de pinturas australianas y neozelandesas. Las muestras de historia natural y etnológica más destacadas se reúnen en el Museo Nacional de Wellington, en el Museo de Canterbury en Christchurch y por último en el Museo Otago de Dunedin.

Literatura
Poco después de la llegada de los europeos a Nueva Zelanda, la historia y leyendas maoríes de transmisión oral, se completaron con los relatos escritos por los primeros viajeros, como los del capitán James Cook, quien visitó el país en 1769. Durante los cien primeros años de asentamientos europeos (de 1820 a 1920), los textos más importantes eran los correspondientes a periódicos o relatos verídicos que hablaban de la vida de los pioneros, como es el caso de El primer año del asentamiento de Canterbury (1863) del novelista inglés Samuel Butler. Sólo unos pocos colonos fueron capaces de plasmar con propia voz la preocupación general por la tradición cultural británica de la época. Entre ellos destacan los novelistas William Satchell y Jane Mander, y los poetas R.A.K Mason y Blanche Edith Baughan, aunque fue Katherine Mansfield, coetánea a todos ellos, quien ganó la atención de los lectores sobre las peculiaridades de Nueva Zelanda. En su corta vida, consiguió una gran reputación internacional y escribió su obra dentro de la tradición literaria de Nueva Zelanda. Hasta la década de 1970, Mansfield junto con el escritor de novelas policíacas Ngaio Marsh y la novelista Sylvia Ashton-Warner, destacaron de entre el pequeño elenco de escritores conocidos fuera del país.
La depresión económica de la década de 1930 y la II Guerra Mundial ayudaron a reforzar el creciente sentimiento de identidad nacional, que quedó expresado a partir de 1945 por una nueva generación de escritores poscoloniales. A lo largo de las décadas de 1950 y 1960, la poesía floreció de manos de Allen Curnow y James K. Baxter. Curnow sigue publicando en la década de 1990. Entre los poetas de generaciones anteriores y posteriores, cabe destacar a Kendrick Smithyman, C.K.Stead, Dennis Glover y Vincent O´Sullivan, quien además es dramaturgo y exponente del relato corto actual. Las generaciones de 1970 y 1980, cuentan con Ian Wedde, Bill Manhire, Leigh Davis, Elizabeth Smither y Heather McPherson como figuras más representativas.
La figura más sobresaliente de la novela de ficción de posguerra fue Frank Sargeson, escritor de relatos cortos y novelista cuya obra perduró durante casi cinco décadas, hasta su muerte en 1982. Su plena dedicación a la escritura y a la búsqueda del lenguaje que expresara la voz de Nueva Zelanda sirvió de inspiración a muchos escritores posteriores. Entre sus protegidos están Maurice Duggan y Janet Frame. La primera obra de Frame se publicó en 1952, pero no fue hasta la década de 1980, con la publicación de su autobiografía en tres volúmenes, cuando alcanzó renombre internacional. Otros escritores importantes cuyas obras se publicaron a partir de la década de 1970 son Maurice Gee, Maurice Shadbolt y Keri Hulme.

Literatura maorí
La mayor parte de la rica tradición oral del pueblo maorí la recogieron los eruditos europeos a finales del siglo XIX, conscientes de que este pueblo estaba abocado a la desaparición como resultado de las guerras y enfermedades traídas del continente. Algunas de las leyendas más importantes fueron publicadas entonces, y de la misma forma que se cuenta la historia de los maoríes -el dios hombre que pescó la isla Norte del mar-, todas ellas entraron a formar parte de la conciencia nacional. Casi todo el material literario quedó agrupado en las bibliotecas y se consideró un emblema del archivo histórico.
La contribución maorí al desarrollo de la principal corriente literaria de la Nueva Zelanda poscolonial, no fue muy significativa hasta mediados de la década de 1960. Jaqueline Sturn, en 1966, fue la primera escritora maorí que apareció en la antología de escritores neozelandeses. Dos años antes, el gran poeta Hone Tuwhare había publicado su primera colección, Un sol poco común. El éxito de los novelistas Witi Ihimaera y Patricia Grace durante la década de 1970, fue la confirmación a lo que los escritores maoríes ya habían establecido por sí mismos en la línea del género literario moderno. Keri Hulmes fue probablemente el escritor maorí más conocido fuera de su país. Su novela, El pueblo hueso, ganó el premio Booker de la Academia Británica de las Letras en 1985. Como la mayoría de los escritores maoríes modernos, el inglés de Hulme y sus expresiones literarias se ciñen al talante europeo. Sin embargo, desde hace unos pocos años, se está experimentando un crecimiento de escritores que utilizan la lengua maorí y formas tradicionales de expresión en sus descripciones, provocado en parte por el redescubrimiento de las formas clásicas de la poesía maorí, por parte de los propios maoríes y otros eruditos en su búsqueda de documentos descriptivos del siglo XIX.

Arte
El aislamiento físico de Nueva Zelanda significó el desarrollo independiente del arte maorí del resto de Polinesia. El motivo artístico más importante es la doble espiral, utilizada normalmente como base de complejos diseños. Posiblemente la máxima expresión de la tradición clásica está reflejada en los motivos tallados en las canoas ceremoniales y casas de reunión. La llegada de los colonos europeos a partir de 1820, y los efectos devastadores de las enfermedades y la guerra en los últimos años del siglo, hicieron que el arte en general quedara eclipsado y debilitado. Durante los siguientes cien años, el arte maorí quedó postergado a una mera expresión de los valores etnográficos. No fue hasta 1940 cuando empezó a revalorizarse y a adquirir la importancia que merecía, no sólo como herencia artística de todo un pueblo, sino como fuente de inspiración de los artistas neozelandeses posteriores a la II Guerra Mundial. En estos últimos años se ha experimentado un renacimiento de las artes tradicionales maoríes.
Entre la primera generación de colonos destaca un grupo de artistas aficionados que plasmaron su nuevo entorno con gran entusiasmo, aunque con escaso valor académico. De hecho, los primeros ciento veinte años de colonización han dado solamente un artista destacado, la pintora Frances Mary Hodgkins. Al igual que muchos de sus contemporáneos y sucesores que intentaron hacer de las artes un elemento vivo, Frances Mary pasó gran parte de su carrera en Europa. Sin embargo, después de 1940, comienza a apreciarse la fuerza de la identidad nacional reflejada tanto en la literatura como en el arte. A partir de entonces, ha aumentado de forma progresiva el número de pintores y escultores nativos.
T. A. McCormarck, John Weeks y M. T. Woolaston están entre los pintores más destacados de la primera generación que desarrollaron prácticamente toda su vida profesional en Nueva Zelanda. Colin McCahon y Don Binney son los grandes representantes de esta generación, de gran importancia durante la década de 1960 y 1970. La actual generación de artistas cuenta con un número considerable de pintores maoríes, que poco a poco va en aumento.

Artes escénicas
Las canciones populares o waiata y los cantos acompañados de danzas y otras expresiones rítmicas constituyen una parte integral de la cultura maorí. Fuera de Nueva Zelanda, el más conocido es el haka, canto unido a movimientos marcados y agresivas expresiones faciales que intimidan a los oponentes; es el utilizado por el equipo nacional de rugby, los All Blacks antes de comenzar sus partidos. Son también conocidos los poi, o canciones acompasadas con una graciosa danza en la que se utilizan pequeñas bolas y cuerdas de lino. La waiata-a-ringa, o canción representada, es una expresión moderna de los aspectos de la tradición popular, en la que se combinan movimientos de danza con melodías europeas.
Las subvenciones del gobierno han sido importantes para el desarrollo del teatro, ballet y otras artes escénicas entre las que se encuentra el cine a partir de la década de 1940. En las últimas décadas, estas ayudas han venido de manos de la Fundación Reina Isabel II para las Artes. El teatro, sin embargo, ha experimentado un lento avance; Allen Curnow, Frank Sargeson y otras importantes figuras literarias llevaron sus obras a escena, en los primeros años de la década de 1960, aunque con escaso éxito. No obstante, la década de 1970 y 1980 vio florecer a un importante número de escritores locales como Bruce Mason, Mervyn Thompson, Stuart Hoar, Michael Lord, Hilary Bacon, Stephen Sinclair y Roger Hall. En casi todas las áreas urbanas se abrieron teatros, pero algunos como el Teatro Mercury de Auckland, no sobrevivieron a los difíciles años de la recesión económica y el gobierno retiró su apoyo financiero a principios de la década de 1990. En cuanto a tradición musical se refiere, Nueva Zelanda es conocida por su contribución a la ópera internacional con figuras de la talla de Kiri Te Kanawa, Inia Te Wiata y Donald McIntyre. No obstante, el país cuenta también con varias orquestas de prestigio entre las que cabe destacar la Orquesta Sinfónica de Nueva Zelanda.
La industria cinematográfica de Nueva Zelanda es escasa, aunque poco a poco se va incorporando al espectro internacional. Los directores más destacados son Jane Campion y Peter Jackson. Campion conoció la fama como productora de Un ángel en mi mesa, versión de la autobiografía de Janet Frame, galardonada en 1990, y en 1994 con El piano consiguió el Oscar a la mejor película.


"Nueva Zelanda", Enciclopedia Microsoft(R) Encarta(R) 99

Lecturas autores consagrados: Katherine MANSFIELD, el MODERNISMO anglosajón. Por Juana Castillo

Katherine Mansfield and John Middleton Murray
Imagen obtenida en Internet

Katherine Mansfield está integrada en el movimiento literario Modernista. Podría ser encuadrada dentro del modernismo anglosajón ya que fue en Inglaterra donde se fraguó toda su obra.


Por Modernismo anglosajón se conoce, en líneas generales, a la literatura vanguardista en lengua inglesa, la cual vio su apogeo entre 1900 y 1940. El modernismo se desarrolló principalmente en Europa, por lo que muchos escritores estadounidenses se trasladaron a Londres o París que eran en ese momento las cunas de la cultura artística. Cabe esclarecer que en la literatura inglesa el término modernismo se emplea más para designar una época que un movimiento literario uniforme, aunque éste estaba igualmente influido por las vanguardias continentales y por el deseo de ruptura con la herencia victoriana, por lo que en términos generales, se engloba bajo el término "modernista" a toda la producción literaria de escritores norteamericanos y del Reino Unido de la primera mitad del siglo XX.

A pesar de ser un grupo heterogéneo, se puede decir que los escritores modernistas tienen en común el rechazo de su herencia inmediata y de la representación realista. Se caracterizan por la voluntad de jugar con las expectativas del lector, el psicoanalizar a sus personajes empleando técnicas como el monólogo interior, o mezclar argot callejero con cultismos y latinismos. En poesía, los modernistas experimentan con el verso libre y añaden oscuras alusiones e imágenes inconexas y hay una gran tendencia en vincular la poesía con la imagen y las artes plásticas. Por la dificultad que este tipo de literatura entraña, especialmente en poesía, pues para muchos no era posible el leer y comprender textos modernistas, se suele decir que la poesía de comienzos del siglo XX tiene un carácter elitista.

El modernismo anglosajón se presenta en varias etapas, fuertemente marcadas por el antes y el después de la guerra, y con autores de dos continentes distintos, lo que hace que resulte difícil una única descripción. El nuevo siglo trajo consigo muchos cambios e innovaciones que provocaron un cambio radical en la vida diaria. La teoría del inconsciente freudiana cambió también la percepción que el individuo sobre su propia mente y de su identidad y pensadores como Karl Marx o Nietzsche cambiaron para siempre las nociones tradicionales de verdad, certeza y moralidad. Este cambio en la realidad habitual provocó que muchos escritores sintieran la necesidad de un cambio también en la realidad literaria, lo que trajo consigo esa oleada de renovación experimental que colectivamente conocemos como modernismo o vanguardias que, por otro lado, rescataban también algunas de las ideas del Romanticismo. Los movimientos artísticos como el Impresionismo, Post-impresionismo y luego el Cubismo fueron también fuentes de inspiración para los escritores modernistas.

La primera etapa es la de la Poesía modernista americana, cuyo comienzo se establece generalmente en 1912 en Chicago con la publicación de la revista Poetry, que dio a conocer a los grandes poetas de este movimiento, como Ezra Pound, Wallace Stevens, T.S. Eliot o William Carlos Williams. Otros críticos apuntan que en realidad, la poesía modernista había nacido antes, con la llegada de Ezra Pound a Londres en 1908, y la creación del círculo imaginista.

En el terreno de la narrativa, encontramos un grupo de escritores más heterogéneo, que se engloba siguiendo la tradición inglesa con el término "Edwardians". El sentimiento renovador en el Reino Unido surgió principalmente de la desilusión con las ideas conservadoras victorianas de certeza y verdad objetiva, y en ocasiones se manifiesta como una crítica al imperialismo de la época anterior.

La Gran guerra marcará el pesimismo modernista; el comienzo de ésta provocó el cese de los intercambios vanguardistas internacionales. En palabras de D.H. Lawrence: "la ciudad (Londres) pereció, se degeneró, dejó de ser el corazón del mundo y se convirtió en un vórtice de pasiones rotas, lujuria, esperanzas, miedos y horrores". La guerra causó nueve millones de muertos, y muchos de los que volvieron lo hicieron para vivir un sufrimiento prolongado tanto físico como mental. También paralizó los debates políticos sobre la autonomía de Irlanda y sobre el sufragio femenino. El racionalismo imperante en la era victoriana es ahora insuficiente para explicar todo ese sufrimiento y la futilidad de la prolongada guerra de trincheras. En los escritores que participaron en la guerra, como Siegfried Sassoon o Wilfred Owen se percibe una ironía amarga y un sentimiento de decepción, que progresivamente los separa de los que no vivieron la experiencia de la guerra.

El periodo de entreguerras y la Gran depresión ven aparecer un nuevo grupo de escritores modernistas, los exiliados culturales de la Generación perdida, que se trasladaron en su mayoría a París y otras partes de Europa. Algunos nombres son Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald, Ezra Pound, Sherwood Anderson, Waldo Peirce, John Dos Passos, T. S. Eliot, William Faulkner o Djuna Barnes. Se atribuye la creación del término a Gertrude Stein, que lo tomó de lo escuchado al dueño de un taller parisino.

La poesía modernista. Como se ha dicho anteriormente, la poesía modernista aparece más o menos al tiempo que la revista Poetry, que publica a la mayoría de los poetas de esta época y presta una especial atención a los más renovadores. El imaginismo, es uno de los primeros movimientos modernistas en los países anglófonos, estaba inicialmente liderado por el inglés T. E. Hulme y el americano Ezra Pound, y se inició alrededor de 1910. Las características principales del Imaginismo son el empleo de un discurso simple, la preferencia por el verso libre, y la creación de vívidas y poderosas imágenes. Las dos primeras tuvieron un gran impacto y se extendieron a otros movimientos modernistas. También se inspira en formas asiáticas como el Haiku y el Tanka. Otros poetas asociados al movimiento Imaginista son H.D., Richard Aldington y John Gould Fletcher, con cuyas obras se publicaron varias antologías como Some Imagist Poets (1917).

Alrededor de 1913 Pound se desvinculó del Imaginismo y propuso el nombre de Vorticismo para un movimiento que mezclaba la literatura y las artes plásticas lideradas por el pintor y escritor Wyndham Lewis. El Vorticismo está muy vinculado al Futurismo de Marinetti, y su manifestación más notoria es el diario Blast, que solo se publicó dos veces. Los vorticistas encontraron que la violencia de su expresión y su ambivalencia por la identidad nacional inglesa era un exceso dada la violencia real de la guerra. En el segundo y último número de Blast declaraba la lealtad de los vorticistas hacia Inglaterra en la lucha contra el fascismo, y anunció que uno de sus líderes, Henri Gaudier-Brzeska había muerto en las trincheras. Esta declaración marcó un giro en el modernismo en Inglaterra.

La obra que marcaría un hito en la poesía de principios de siglo es La tierra baldía (1922) de T.S. Eliot, la cual según sus contemporáneos supo captar el pesimismo de la época y la "desilusión de una generación". La tierra baldía (The Waste Land), es un texto extraño, compuesto por diversos fragmentos, algunos de ellos escritos en al menos siete lenguas (latín, griego, sánscrito, etc.), mezclando distintos estilos, métricas y rimas, con frecuentes discontinuidades, yuxtaposiciones y referencias culturales a las literaturas de diversos países.

Otro poeta, si bien más tardío es W.H. Auden, el Enfant terrible de la poesía modernista. Su voz poética, más accesible, constituye un contraste con la más oscura de Eliot. Críticos como Samuel Hynes han hablado de una generación Auden (The Auden Generation (1972)), y de la influencia de Auden en otros poetas entre los que cabe destacar a Dylan Thomas.

La Narrativa modernista I, escritores del Reino Unido. Dos nombres aparecen inmediatamente al nombrar este título, James Joyce y Virginia Woolf. La segunda es una de las figuras claves del Círculo de Bloomsbury, que tiene su origen en las amistades fraguadas por algunos de sus componentes masculinos en la universidad de Cambridge, que comenzaron a reunirse en el hogar de los Stephen (apellido de soltera de Virginia Woolf), en Gordon Square. Aunque los componentes de este grupo abarcaban también otro tipo de intelectuales, los escritores eran: Lytton Strachey, E.M. Forster, Virginia Woolf, y su marido, Leonard Woolf. No hay una temática común al círculo de Bloomsbury, excluyendo quizá la tolerancia al agnosticismo, la oposición a la guerra, una sexualidad libre, y la previsión del desmantelamiento del imperio colonial británico. Sus componentes trabajaban de forma independiente, así, por ejemplo, Virginia Woolf desarrolló ensayos feministas, y novelas que exploraban el mundo interior de los protagonistas mediante la técnica del monologo interior (Stream of conciousness), como Al faro o La señora Dalloway. Mientras su marido, Leonard Woolf, Clive Bell y E.M. Forster se centraron en escritos políticos, la lucha de clases y escritos de tintes antiimperialistas. Entre estos últimos cabe destacar Pasaje a la India, de E.M. Forster, que muestra la tensión racial en la India en la época previa al desmantelamiento del Raj Británico. De forma más controvertida, D.H. Lawrence, fue primero un protegido de Bloomsbury, del cual más tarde se desvinculó. La novela de Lawrence, al igual que la de Forster muestra una sexualidad más abierta que la de muchos de sus contemporáneos y antecesores, tocando también otros temas como la lucha de clases, como podemos ver en novelas como El amante de Lady Chatterley o la autobiográfica Hijos y amantes.

Se considera a James Joyce, junto a Marcel Proust y Virginia Woolf, como una de las figuras clave en el desarrollo de la novela modernista. Su novela Ulises cuenta las experiencias y pensamientos de su protagonista, Leopold Bloom, en Dublín durante un solo día, un día cualquiera, cuya narración se extiende durante unas 1000 páginas. Ya desde el título alude a La odisea con lo que juega en diversos paralelismos, más o menos explícitos. La novela tiene una prosa muy experimental, que ha generado una larga lista de críticos especializados.

Ya más adelante encontramos la crítica al totalitarismo en novelas como Un mundo feliz, de Aldous Huxley o 1984, de George Orwell, que también entran dentro del modernismo.

La narrativa modernista II, Escritores norteamericanos. Los escritores norteamericanos del modernismo son aquellos pertenecientes a la que se ha venido a llamar "Generación perdida", que reflejaron el clima de pesimismo y desconcierto que siguió a la Primera Guerra Mundial. Los escritores de esta generación consideraban que el panorama cultural de su país era insuficiente, que estaba dominado por una cultura materialista, y carecía de una cultura cosmopolita. Muchos se trasladaron a Francia, donde se les conocía como la Génération du Feu, o viajaron por Europa buscando un estilo de vida más "bohemio".

La guerra y la gran depresión también afectaron fuertemente a estos escritores. Describieron la inutilidad y la crueldad de la guerra, el materialismo de los felices años veinte, la era del jazz, la depresión económica y el decline del "Sueño americano".

Se considera que las obras de los escritores de la Generación perdida, como El gran Gatsby (F. Scott Fitzgerald), Fiesta (Ernest Hemingway), o El sonido y la furia (William Faulkner) se encuentran entre las mejores de la literatura norteamericana. Además de los citados, otros autores de la Generación perdida son: Hart Crane, E. E. Cummings, John Steinbeck, John Dos Passos, Thornton Wilder, Thomas Wolfe, Gertrude Stein, Djuna Barnes, Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Henry Miller y Ford Maddox Ford.

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Datos obtenidos en Internet y otras enciclopedias.

domingo, 25 de enero de 2009

Lecturas autores consagrados: Katherine MANSFIELD, pintores y escultores de la época por Adriana Salcedo

ABELARDO BUSTAMANTE RODRIGUEZ.
Abelardo Bustamante Rodríguez, pintor, grabador y escultor, de seudónimo Paschín Bustamante. Nació en Santiago en 1888 y murió en la misma ciudad en 1934.
Integró la Generación del Trece, junto a Agustín Abarca, Pedro Luna, Arturo Gordon y Ulises Vásquez entre otros artistas, con quienes compartió las enseñanzas del maestro Fernando Álvarez de Sotomayor en la Escuela de Bellas Artes.
Fue pensionado por el Gobierno de España con la beca que concedía la Escuela de Bellas Artes de Madrid.
En 1928 fue enviado por el gobierno chileno a Francia, para que perfeccionara sus estudios en pintura y artesanía.
Abelardo Bustamante fue uno de los fundadores de la Escuela de Artes Aplicadas de Chile. Dignificó la práctica de las artes decorativas, con gran entusiasmo. Para él los valores estéticos no tenían límites en el dominio genérico, sino en la perfección de la obra y en la fuerza con que ésta se ejecutaba.
Su obra pictórica fue diversa pero escasa. Pintó al óleo retratos, desnudos, naturalezas muertas y paisajes costumbristas, con una mezcla de realismo y poesía, equilibrados colores sin grandes contrastes, característicos de su generación.
Realizó además esculturas de figura humana en piedra, madera y bronce, además de trabajar el fierro forjado, esmalte sobre metal y repujado en cuero.


Para saber más del autor pica sobre el enlace:
http://www.artistasplasticoschilenos.cl/biografia.aspx?itmid=430

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EDUARD BATISTE ALENTORN
Eduard Batiste Alentorn nació en Falset el 5 de diciembre de 1855, en el seno de una familia con un padre extremadamente conflictivo que había llegado al extremo de realizar varios intentos de matar a sus dos hijos. Esta es la razón por la que Eduard se quitó el apellido paterno y firmó a partir de un momento dado como Eduard B. Alentorn. Desde bien pequeño se interesó por la escultura y ya a los catorce años figura inscrito en la escuela de Llotja en Barcelona como estudiante de Dibujo de lo Antiguo, Escultura y Anatomía pictórica hasta el año 1874 en que finalizó los estudios. En la escuela artística de Llotja tuvo A Roig i Soler como principal maestro, con él ya había empezado a estudiar escultura a los trece años en su taller de la calle Aragón. Entre 1870 y 1877 trabaja inicialmente con Rafael Atché, pero sobre todo con Andreu Aleu, uno de sus principales maestros. Después será discípulo de los hermanos Vallmitjana (Venanci i Agapit), que fueron quienes lo introdujeron plenamente en el movimiento artístico de la época, cediéndole en el año 1882 la realización de la escultura de Venus de la Cascada del Parque de la Ciutadella. En 1881 participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid con la escultura del Hijo Pródigo, el mismo año que ganó el Concurso para el Monumento a Ramon Llull que se organizaba en Mallorca. Pero, como ya se ha dicho, su fama llega en 1882 cuando los Vallmitjana abandonan el encargo de la Venus del Parque y se lo traspasan a él. El buen resultado conseguido por Alentorn en la realización de la escultura propició un alud de encargos por parte de la Comisión de la Ciutadella. En los años siguientes le fueron encargadas las esculturas sedentes de Felix de Azara y Jaume Salvador para la Fachada del Museo Martorell de Barcelona - esculturas premiadas con la medalla de bronce en la Exposición Universal de 1888 -, la Fuente del Zorro y la Cigüeña, el Astrólogo (escultura desaparecida) y las Alegorías de la Fama que coronaban el Palacio de Bellas Artes de Barcelona. El 1888 colabora con una escultura, La Marina, en el Monumento a Güell i Ferrer. Seguidamente, realizó en el mismo año las esculturas del Capitán Margarit y la Efigie de Juan Pérez para el Monumento a Colon. Los años siguientes están marcados por la realización de las 3 esculturas de la Fachada de la Catedral (1890) y por los 3 relieves y 4 esculturas del Palacio de Justicia (1894-96) de Barcelona. En 1900 realiza la Santa Eulàlia para el Pla de la Boqueria y seguidamente también realizó el Relieve del Tímpano de la Basílica de Santa Maria de Vilafranca del Penedès.
Escultura de Jaume Salvador

Para saber más del autor pica sobre el enlace:
http://es.wikipedia.org/wiki/Eduard_Alentorn

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ANDERS ZORN (1860-1920)
La fama de este polifacético artista sueco (Pintor, Escultor, Grabador) fue tan grande que le permitió retratar presidentes estadounidenses como Cleveland, Taft o Rooselvelt o Escritores como Proust o Verlaine, artistas como Rodin, banqueros o diplomáticos, todos posaron ante él.
Zorn nació en Mora, en el centro de Suecia. Desde ese humilde pueblo comenzó su carrera de pintor, retratando la vida cotidiana de su gente y familiares, escenas comunes como la esposa leyendo el diario fueron sus temas iniciales.


“El Baile del Solsticio” es un ejemplo de este periodo “Naturalista”, obra que fue la preferida del pintor durante toda su vida.


La fama de Zorn en Suecia más que sus retratos está marcada por sus desnudos, durante toda su vida reflejó el carácter femenino de estas campesinas rudas. En la serie de desnudos en el rio vemos los cuerpos desde una posición “Voyeur”, fisgoneamos su desnudez y nos adentramos al terreno de los sentidos. Viendo esta mujer tiritar por lo helado del agua, estamos entrando en su mundo sin una invitación. Mostró la delicada elegancia que tiene una mujer por el sólo hecho de serlo.
En el año 1881 comienzan sus viajes, lo hace en un principio con el ánimo de estudiar y ganar algún dinero para poder sostener a su familia, después se torna en una pasión. Con su cuadro “La Pena” logra el reconocimiento en París y comienza su éxito profesional.
Cuatro años viviendo la mayor parte del tiempo entre Inglaterra y España, lo forman académicamente. Obtiene la madurez necesaria, en su trazo, para pintar cosas como el reflejo de la luz en el agua, en un día nublado.

Para saber más del autor pica sobre el enlace:
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Nota.- Las imágenes han sido obtenidas en Internet.

Lecturas autores consagrados: Katherine MANSFIELD, leyendas maoríes por Juana Castillo

Escultura maorí Poumatua
Imagen obtenida en Internet

Leyendas maoríes, historias que proceden de la mitología oral específica de los maoríes pero de raíz tradicional en Polinesia. Según la leyenda maorí, los padres del mundo, Rangi (masculino, el Cielo) y Papa (femenina, la Tierra) emergieron de Po, que es al mismo tiempo el proceso y la materia básica de la creación. Sujetos ambos en un estrecho abrazo, Rangi y Papa mantenían a sus hijos (llamados atua, dioses) en las tinieblas, atrapados entre sus cuerpos. Tane, el mayor de los atua, hizo que los árboles empujaran hacia el cielo, entonces los demás atua usaron palos para separar a sus padres, dejando que la luz entrara en el mundo. También se dice que la lluvia que cae del cielo y la niebla que brota de la tierra son las lágrimas de pena de Rangi y Papa por su larga separación.
Cada atua dispone de su propio reino de poder. Tane es el dios de la flora y el vencedor de las tinieblas, Rongo lo es de la agricultura y de la paz, Tangaroa del mar y Tu de la guerra. Tawhiri prefirió quedarse con su padre y se convirtió en dios de los vientos y los huracanes. Whiro es el dios del mal, que gobierna la oscuridad. Cuando Papa y Rangi quedaron separados, los atua pensaron que Tu quería matar a Rangi, pero Tane no lo dejaba. En la batalla que siguió, Tane prevaleció y la vida de Rangi fue perdonada. Fue Tane quien, de la tierra roja, formó la primera mujer, Hine-ahuone, y con su aliento le dio vida. Tuvieron una hija, Hina-titama (la doncella del alba), a quien Tane también tomó como esposa y se convirtió en madre del pueblo maorí. Al darse cuenta de que su marido era también su padre, huyó a Pontererangi (la puerta del infierno). Volviéndose hacia el lloroso Tane, que la había seguido, le dijo que mientras él cuidara de sus hijos en la tierra, ella siempre los arrastraría a reunirse con ella en el infierno. Asumió entonces el nombre de Hine-nui-te-po, que significa 'gran señora de las tinieblas', y acabó destruyendo la isla Maui en su intento por conseguir que la humanidad fuera inmortal.


"Leyendas maoríes", Enciclopedia Microsoft(R) Encarta(R) 99. (c) 1993-1998

Colaboraciones externas: un poema de Belén Vecchi, Argentina.

Árbol del Botánico de la Orotava -Puerto de la Cruz
(Sta. Cruz de Tenerife)
Foto colección particular

“Los discípulos de la luz sólo inventaron tinieblas apenas opacas.”
Robert Desnos

Involucion-é

Había una vez un árbol que albergaba luciérnagas.
Cada noche, se activaba la circulación de su sangre, gracias al movimiento de las luciérnagas y sus cuerpos lumínicos.
Las plazas de las ciudades, los parques, los bosques y los jardines eran como grandes fiestas que titilaban: fiestas sin sonidos ni regalos…sólo ramas, troncos, y hojas briilando en el acto más hermoso y antiguo del mundo.
Cada mañana cuando el sol se despertaba de su siesta nocturna, los bichitos de luz (sinónimos de estrellas efímeras en la tierra) se apagaban. Aquello era un acto de amor: con esas luces los insectos se unían para engendrar otra lucecita en sus vientres.
Hasta que un día apareció el hombre con un extinguidor de luciérnagas, con manos-tijeras y sueños olvidados; por envidia y dolor, arrancó los árboles y olvidó la importancia de la noche, la necesidad de un sol y la luz. Llegó para derrotar el propósito de la naturaleza y su razón de ser.
El hombre había llegado para olvidarse a sí mismo y negar que, un dios lo creó en sueños, le dio razón y esencia, manos y un vientre para dar luz, dar vida.
Ahora el hombre está amputado.
Ahora ya no hay árboles luminosos.
Algo sin nombre me contó anoche, que escuchó llantos y lamentos verdes bajo el mar.
Quizás sea ese el secreto que guardan las aves marinas.
El ser humano tendrá que aprender nuevos lenguajes para comunicarse con formas de vida no-humanas, para comprenderse
Respetarse
Descifrarse.

Los pensamientos se despluman como aves sin memoria, sin palabras de aire…
Los pensamientos son luces. El cerebro humano es un árbol.

Hubo una vez un árbol…
______
Nota.- Este poema fue publicado en el blog el 21-XI-08, pero al renombrar ayer las entradas, sin querer, lo borré. De ahí que parezca que se ha repetido su edición.


viernes, 23 de enero de 2009

Lecturas autores consagrados: Katherine MANSFIELD, tecnología en la edad moderna por Isabel FRAILE.

Revolución o Nueva Revolución Industrial.- Características de la II Revolución.

Entre las características de este período se pueden citar 6 grandes etapas:

1. El acero reemplazó al hierro
Los métodos para fabricar el acero se conocen desde hace siglos, pero las técnicas eran muy lentas y llenas de dificultades por lo que el producto resultaba caro. Henry Bessemer, en 1856, inventó un procedimiento para producir acero: descubrió que si entraba un poco de aire a un alto horno con hierro candente, se eliminaba hasta el último vestigio de carbón y el hierro se transformaba en acero.
Con este descubrimiento, a partir de 1878 se pudo explotar una vasta escala de hierro de las minas de Inglaterra, Lorena, Bélgica y los Estados Unidos.





2. La electricidad y el transporte a petróleo
La electricidad comenzó a competir con el vapor a fines del siglo XIX, al inventarse la dínamo, máquina que permitió transformar el movimiento mecánico en corriente eléctrica, y ésta en movimiento. Así surgieron, en 1879, el tranvía eléctrico y en 1895 la locomotora eléctrica. El uso de la electricidad revolucionó los medios de transporte; también los de comunicación gracias al telégrafo y al teléfono (en la fotografía, uno de los primeros modelos).
En 1879, Thomas Alva Edison desarrolló el más revolucionario de todos los inventos, la ampolleta eléctrica, que rápidamente desplazó a las demás fuentes de luz. Otro de las grandes creaciones fue la aparición del cinematógrafo.
El segundo cambio revolucionario consistió en la utilización de los derivados del petróleo. En un comienzo, éste era considerado una curiosidad. Conocido con el nombre de aceite de la India o aceite de Séneca, se vendía en Estados Unidos por sus propiedades medicinales. Era muy escaso hasta que, en 1859, Edwin Drake perforó el primer pozo cerca de Titusville, en Pennsylvania, solucionando el problema del abastecimiento.
En 1876, Nikolaus Otto inventó el primer motor de combustión interna, punto de partida de la era motorizada. Años después se sustituyó el gas natural por la gasolina y Karl Benz equipó los motores de combustión interna con una chispa eléctrica que encendía el combustible. Siguiendo con estas invenciones, Rudolf Diesel creó el motor a petróleo, que se aplicó en las locomotoras y en el transporte marítimo y terrestre.
La producción en serie hizo posible que se fabricara un número indefinido de ejemplares de un mismo artículo en forma ininterrumpida, y que la producción se regulara no de acuerdo con la demanda, sino a lo que era capaz de hacer la máquina automática. A la vez, la fabricación en masa exigió de los obreros un trabajo especializado, en que el individuo se dedica todo el día a una tarea simple, y monótona, que lo automatiza y convierte en un servidor de la maquinaria.



4. La ciencia al servicio de la industria

5. Auge de los transportes
Lo más importante de la II Revolución Industrial fue, sin duda, el vuelco que experimentaron los transportes y las comunicaciones.
A partir de 1860 se ve un auge en la construcción de los ferrocarriles. Los nuevos avances, como el freno automático, la instalación de coches dormitorios y comedores y la señalización automática, contribuyeron a que el ferrocarril llegara a ser el primer y más importante medio de transporte. Con anterioridad a 1860, las locomotoras no desplegaban gran velocidad, por lo que el recorrido de largas distancias era tedioso y cansador. Sin embargo, con la utilización de las locomotoras Diesel, la velocidad llegó a más de 100 kilómetros por hora y el desplazamiento de una ciudad a otra o de un país a otro se convirtió en períodos de atractivo descanso.



· El automóvil
Aunque no se sabe a ciencia cierta quién fue el inventor del automóvil, se ha podido determinar que Gottlieb Daimler y Charles Federic Benz idearon coches de gasolina alrededor de 1880 y que, más tarde, el francés Levassor fue el primero que aplicó a un automóvil el principio de combustión interna.
Paralelamente, Henry Ford fue quien impulsó la fabricación masiva del auto y quien se propuso ponerlo al alcance de personas de más bajos recursos económicos. Con anterioridad, este medio de transporte era considerado solamente como un "juguete para ricos".


· El avión
A pesar de que el hombre, desde hace miles de año trató de elevarse al igual que los pájaros, esta idea sólo se concretó en 1890. Más o menos en esa época, Otto Lilienthal, Samuel Langley y otros comenzaron a hacer experimentos con máquinas más pesadas que el aire. La obra de Langley la llevaron adelante los hermanos Orville y Wilbur Wright (en la fotografía, el avión que pilotó Orville Wright), quienes, en 1903, realizaron el primer vuelo en un avión impulsado por un motor. En 1910, Luis Bleriot cruzó el Canal de la Mancha en un monoplano inventado por él y en 1911 otro francés, apellidado Prier, voló sin etapas entre París y Londres. Alberto Santos Dumont, de nacionalidad brasileña, es considerado el pionero en la construcción y vuelo de naves aéreas con motor a gasolina.
· Nuevos inventos
Entre las creaciones que destacan de la II Revolución Industrial está el teléfono, aparato ideado por Graham Bell. Además, la telegrafía sin hilos fue otro de los instrumentos que significó un notable desarrollo en las comunicaciones. Fue inventado por Guillermo Marconi a partir de los experimentos de Heinrich Hertz y de otros, relacionados con la transmisión de ondas electromagnéticas a través del aire. El telégrafo, a su vez, allanó el camino de la radiotelefonía y de la televisión. Esta última fue inventada por John Logie Baird en 1926.
Otro de los productos que nacieron en esta época fue la fotografía, creada en 1833 por Daguerre. En tanto, la máquina de coser es atribuida al mecánico estadounidense Elías Howe, en 1845.
Inventos como el fonógrafo, cuyo primer ejemplar funcionó en 1878, corresponden a una de las mil y más invenciones que registró durante años Edison.
Finalmente, la refrigeración fue obra del ingeniero francés Charles Albert Tellier, quien en 1876 construyó una máquina que producía frío por compresión. Este fue el origen de la cámara frigorífica, que en nuestro siglo comenzó a fabricarse también para el uso familiar.


6. El capitalismo financiero
Junto con la aparición de la cadena de inventos mencionados, en el último tercio del siglo XIX surge un nuevo periodo, catalogado como capitalismo financiero. Este tuvo sus comienzos en Estados Unidos y luego se extendió a Inglaterra, Francia y Alemania.
Las grandes empresas industriales y comerciales representan la etapa financiera de la evolución del capitalismo contemporáneo, cuyos rasgos más característicos son:
· Control de la industria por las inversiones bancarias
· Formación de inmensos capitales
· Separación entre la propiedad y la administración, a través de las sociedades por acciones
El capitalismo se adaptó, así a las nuevas condiciones que aparecían a medida que el progreso tecnológico avanzaba a un ritmo cada vez mayor.
Se apreciaron cambios en la agricultura, con el uso de los abonos y el empleo de la maquinaria especializada para el cultivo de la tierra. Por sus elevados costos, éstos obligaron a los agricultores a recurrir al crédito bancario. Los propietarios medianos y pequeños debieron formar cooperativas para poder comprar los elementos necesarios para el cultivo y para vender los productos de la tierra.
El comercio también aprovechó los cambios en los medios de transporte, los que distribuían en gran escala la producción industrial y agrícola. Se formaron los grandes almacenes, que ofrecían al público una enorme variedad de mercaderías. La propaganda se encargó de fomentar el consumo masivo de los diferentes productos.
Las relaciones comerciales se extendieron por todos los países y continentes y el mundo se convirtió en un gran mercado. Los países europeos abolieron las aduanas proteccionistas y se estableció el libre comercio, el que se practicó durante 20 años hasta que, a fines del siglo XIX, una crisis económica provocada por la baja del precio del trigo, obligó a los países continentales europeos a restablecer el proteccionismo aduanero. Sólo Gran Bretaña se mantuvo ajena a esta medida y fiel a su tradición librecambista.

Lecturas autores consagrados: Katherine MANSFIELD, literatura neozelandesa coetánea (1988-1923)‏, por Berta-Isabel CUADRADO.

Jessie Mackay - Imagen obtenida en Internet


Literatura neozelandesa coetánea de Catherine Mansfield (1988-1923)‏


Cuando, durante la segunda generación de asentamientos en N.Z., los escritores nativos comenzaron a emerger, había una tendencia marcada -incluso para el trabajo imaginativo- que tomaba la forma de una cruzada. Edith Searle Grossman publicó novelas en los años noventa que rompieron una lanza a favor de los derechos políticos de las mujeres y que llevaban implícito el horror de la brutalidad y la embriaguez masculinas. Por la misma época, incluso los poemas de Jessie Mackay cuando trataban de temas del origen heroico o histórico, se convirtieron en protestas contra los abusos. Jessie Mackay tenía una integridad digna de respeto. Un estado de humor de indignación moral enraizó fácilmente en la generación que propagó el liberalismo "Seddonian", aunque el escritor que más cerca estaba de ese régimen, Guillermo Pember Reeves. Su poesía, como la de Jessie Mackay, prefería los temas públicos a la emoción privada. "La alargada nube blanca" de Reeves (1898), es aún hoy el mejor relato general de la historia neocelandesa, fluye fácilmente y tiene pocas trazas de partidismo: ediciones posteriores ensalzan su calidad.


Traducción libre de:
(Acceso 21, nov., 2008)


Escritores famosos de la época:
Robin Hyde (19 de enero, 1906- 23 de agosto, 1936) es una de las mayores poetisas de Nueva Zelanda. Nació en Iris Guiver Wilkinson en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, fue llevada a Wellington, Nueva Zelanda antes de su primer cumpleaños. Recibió su educación secundaria en el Colegio para Chicas de Wellington (Wellington Girls' College), donde ella escribió poesía y relatos cortos para la revista del colegio. Después del colegio, asistió por un corto período de tiempo a la Universidad Victoria (Victoria University of Wellington) Cuando tenía 18 años, Hyde sufrió una herida en una rodilla y la tuvieron que operar. La cojera y el dolor la persiguieron para el resto de su vida. En 1925 se convirtió en periodista para el periódico de Wellington, Dominion, escribiendo principalmente para las páginas dedicadas a las mujeres.


Mientras trabajaba en el "Dominion" tuvo una breve relación amorosa con Harry Sweetman, durante la cual ella se quedó embarazada. Sweetman la dejó para viajar a Inglaterra, muriendo poco después de su llegada. Hyde se despidió del "Dominion" el 26 de abril de 1926 y se trasladó a Sydney, Australia. Allí fue donde perdió a su hijo que no llegó a nacer, Robin, cuyo nombre ella adoptaría como pseudónimo. El trauma de perder a su amante y a su niño hicieron que Hyde tuviera que ser hospitalizada en el Queen Mary Hospital de Hanmer Springs, a su vuelta en N. Z. Después de un periodo de recuperación, empezó a escribir de nuevo, publicando poesía en varios periódicos de N-Z. En 1927. También se comprometió a escribir algunas columnas para el "Sun" de la Iglesia de Christo (Christchurch), y para el "Mirror". Sin embargo se sintió frustrada por la falta de contenido creativo, ya que los periódicos solo querían una columna social. Las columnas sociales o páginas para mujeres eran la principal válvula de escape de la que las mujeres disponían en aquella época.
En 1929 Hyde publicó su primer libro de poesía. "La estrella desolada" (The Desolate Star). Entre 1935 y 1938 publicó 5 novelas: "Pasaporte al infierno" Passport to Hell (1936), "Jaque a tu rey" (Check To Your King) (1936), "Los niños del miércoles" (Wednesday's Children) (1937), "Ni los años de condena" (Nor the Years Condemn" (1938), y "Los Godwit vuelan" (The Godwits Fly ) (1938).
Robin Hyde se suicidó en Inglaterra en 1939 y está enterrada en el Nuevo Cementerio de Kensington (Kensington New Cemetery) en Gunnersbury. Su hijo Derek Challis le sobrevivió.

Traducido de:
(Acceso 21, Nov., 2008)

Arthur Henry Adams (6 diciembre, 1872 – 4 marzo, 1936) fue periodista y autor.
Nació en Lawrence, Nueva Zelanda, y fue educado en la universidad de Otago, en donde se licenció en Humanidades y comenzó a estudiar leyes. Dejó las leyes, y comenzó a trabajar como periodista en Wellington, en donde él comenzó a publicar poesía en El Boletín" (The Bulletin). Se trasladó a Sydney en 1898, y empezó a ser el secretario literario para J.C. Williamson. En 1900 Adams viajó a China para cubrir "la rebelión de los boxer" (Boxer Rebellion) como periodista para el Sydney Morning Herald y varios periódicos de Nueva Zelanda. Volvería más tarde a Nueva Zelanda antes de trasladarse a Londres en 1902, donde publicó varios trabajos incluyendo "Las calles de Londres” (London Streets, 1906).
Adams volvió a Australia en 1906, asumió el control que dejó A. G. Stephens como redactor de "La Página Roja" de El Boletín (Bulletin's Red Page) hasta 1909.
Además de su poesía, Adams escribió obras de teatro y novelas. Su obra de teatro más famosa fue "La Señora Pretty y el Primer Ministro" (Mrs. Pretty and the Premier), que fue producida en 1914 por el Teatro de Repertorio de Melbourne (Melbourne Repertory Theatre).

Trabajos.

En verso:
Marioland: y otros poemas (Maoriland: and Other Verses) (1899)
Versos Escogidos de A.H.A. (Collected Verses of Arthur H. Adams) (1913)
Canciones de cuna australianas (Australian Nursery Rimes) (1917)
Cincuenta canciones de cuna con música (Fifty Nursery Rhymes with Music) (1924)

En prosa:

La tierra de T. (Tussock Land) (1904)
Las calles de Londres (London Streets) (1906)
Galahad Jones (1910)
Un toque de fantasía (A Touch of Fantasy) (1911)
El caballero y el lanzamiento del motor (The Knight and the Motor Launch) (1913)
Diálogos para una cama de pareja (Double Bed Dialogues) (1915)
Grocer Greatheart (1915)
Los australianos (The Australians) (1920)
La Lola de los chocolates (Lola of the Chocolates) (1929)
La vida de un hombre (A Man's Life) (1929)

Traducido de:
(Acceso 21, Nov., 2008)
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EFEMÉRIDES QUE NO DEBEN DE SER OLVIDADAS

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14 de Febrero - DÍA DE SAN VALENTÍN

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21 de marzo: Día Mundial de las Personas con Síndrome de Down

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21 de Marzo-Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial

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Agua para todos

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El libro es un lujo que sólo se huele

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Los periodistas que estuvieron presentes describen emocionados una escena que bien podría haber salido de 'En busca del Arca Perdida' o cualquiera de sus secuelas. El interior de la tumba faraónica, 2.600 años en la oscuridad, sólo estaba iluminado por antorchas y por los focos de las cámaras de televisión invitadas al evento. (Pica sobre la imagen).

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20 países la han ratificado, entre ellos España, Cuba, Ecuador, México, Panamá y Paraguay. (Pica sobre la foto).

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Las autoridades mexicanas estudian la compra de una casa con vistas al mar en Acapulco, propiedad de los herederos de la fallecida coleccionista Dolores Olmedo, en cuyas paredes su amigo, el pintor Diego Rivera (1886-1957), dejó cinco murales con motivos prehispánicos. (Pica sobre la imagen).

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La Alcazaba de Almería abre al público uno de sus rincones más secretos: las mazmorras. La actividad denominada El espacio del mes, con la que el monumento ofrece una lectura más detallada sobre algún elemento del recinto con visita guiada, se ha ampliado ante la expectación que ha levantado este lugar de cautiverio. Las mazmorras pueden verse los miércoles, jueves y viernes de septiembre a las 18.30. (Pica sobre la imagen).

Revolución en el museo de Orsay

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"Quiero que el siglo XIX no se acabe nunca". La frase, en palabras de Guy Cogeval, director del Museo de Orsay, resume la misión que se ha marcado: poner patas arriba el mayor museo mundial de arte del XIX. Una auténtica revolución que ya ha comenzado y que supondrá el salto al siglo XXI de una institución que nació en 1986 como una de las mayores apuestas francesas en la historia del arte. Uno de los beneficiados será España: un centenar de joyas de Orsay aterrizarán el año próximo en la Fundación Mapfre de Madrid, como primera etapa de todo un periplo internacional. (Pica sobre la imagen).

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'El tormento de San Antonio', la que se supone que es la primera obra de Miguel Ángel Buonarroti, elaborada cuando tenía unos 12 años, ha sido comprada por un museo de Texas (EE UU), señala The Guardian. (Pica sobre la foto)

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Descubren el planeta extrasolar más pequeño, algo mayor que la Tierra. (Pica sobre imagen).

Así eran los primeros relojes

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Es un pequeño objeto dorado que Cosimo I de Medici, Duque de Florencia, levanta con la mano derecha en un óleo pintado en 1560 por Maso da San Friano. Este mecenas de las ciencias del siglo XVI mira al espectador 450 años después con cierta arrogancia. No es para menos, sostiene una pieza de tecnología punta de su tiempo: un reloj. (Pica sobre la foto).

Detectan una especie de peces destructores en las costas del Caribe de Guatemala

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Guatemala, 13 sep (EFE).- Un grupo de biólogos marinos detectó la presencia de una especie de peces destructores en las costas del Caribe guatemalteco, cuya masiva reproducción podría poner en peligro al ser humano. (Pica sobre la imagen).

El gran cometa Donati como lo trazó William Dyce

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El artista escocés pintó el cuadro sólo meses después del descubrimiento de este cuerpo celeste por un astrónomo italiano. (Pica sobre la imagen)

La historia de Urania, musa de la astronomía

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La creación de esta divinidad menor hija de Zeus demuestra la importancia de esta ciencia desde la antigüedad -Año internacional de la Astronomía-. Los griegos de la antigüedad plasmaron los grandes misterios de la creación en una gran variedad de mitos. La Teogonía escrita por el poeta beocio Hesíodo en el siglo VII a. C. contiene los primeros relatos estructurados sobre el origen del universo, los dioses y el ser humano, partiendo de mitos y poemas procedentes de una tradición oral. Las musas eran divinidades menores hijas de Zeus y la titánide Mnemósine (la Memoria). Según Hesíodo eran nueve: "Ella dio a luz a nueve jóvenes de iguales pensamientos, aficionadas al canto y de corazón alegre, cerca de la más alta cumbre del nevado Olimpo". Se movían entre el Olimpo, al que eran llamadas a menudo por Zeus para alegrar sus fiestas, y el monte Helicón, donde formaban bellos coros y recorrían sus ríos y valles. (Pica sobre la imagen)

La NASA difunde unas fotos tomadas por las nuevas cámaras del telescopio Hubble

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Washington, 9 sep (EFE).- La NASA difundió hoy espectaculares fotografías de galaxias, estrellas y nebulosas captadas por las nuevas cámaras del telescopio espacial Hubble. (Picad sobre la imagen para saber más)